"Lo mejor fue el reencuentro con mi p¨²blico de Madrid"
La mayor alegr¨ªa que se llev¨® ayer Ortega Cano en la plaza fue la favorable reacci¨®n del p¨²blico mientras toreaba, seg¨²n dec¨ªa, todav¨ªa emocionado al t¨¦rmino del festejo en la habitaci¨®n del hotel: "Lo mejor de hoy fue el reencuentro con mi p¨²blico de Madrid, al que hab¨ªa decepcionado en 1989 y 1990. Sus clamorosos ol¨¦s me estremec¨ªan y me obligaban a perfeccionarme".Y por ese p¨²blico era por lo ¨²nico que hab¨ªa sentido fallar con la espada en sus dos enemigos: "S¨ª, yo ya hab¨ªa disfrutado mucho toreando y sintiendo c¨®mo se transmit¨ªa mi pasi¨®n a los tendidos, con eso ten¨ªa bastante, pero quer¨ªa redondear mi homenaje a la afici¨®n madrile?a ofreci¨¦ndoles las orejas". Tanta atenci¨®n y detalles para con los asistentes hizo que torease a su segundo enemigo en los terrenos de sombra, ya que al primero lo hizo en los de sol.
El cartagenero admit¨ªa que esa decisi¨®n le perjudic¨® por el aire que soplaba durante su faena a un toro que calificaba de encastado y con picante: "La bravura de ese animal no era f¨¢cil, necesitaba someterlo y tragar mucho antes de cada muletazo y creo que lo realiz¨¦ con verdad". Su anterior rival le pareci¨® noble y con poca fuerza, "pero nos hemos. acoplado con rapidez los dos", presum¨ªa.
Tras elogiar a su cuadrilla, conclu¨ªa con una dedicatoria muy especial: "Este triunfo es para Julio Robles, que siempre va en mi pensamiento y del que me acord¨¦ tambi¨¦n mientras toreaba". Ortega Cano quer¨ªa matizar antes de la despedida que confiaba en que no se confundiera ni se malinterpretara esta dedicatoria con la demagogia ni el sentimentalismo barato.
A punto de suspenderse
El triunfal festejo para Ortega Cano estuvo a punto de suspenderse por la ma?ana, a la hora del sorteo, cuando los subalternos de las tres cuadrillas amenazaren al presidente, Amado Jorge, y, a la empresa, con un plante si no se les sellaba, para obligarse a pagar despu¨¦s, sus boletines de cotizaci¨®n a la Seguridad Social.
La empresa, por medio de Pablo Lozano, se neg¨® a ello, porque entend¨ªa que hab¨ªa contratado a tres espadas constituidos a todos los efectos en sociedades an¨®nimas, y eran ¨¦stos los que deb¨ªan abonar las cotizaciones.
Despu¨¦s de negociar durante una hora se lleg¨® a una soluci¨®n de compromiso: se llam¨® a un inspector de Trabajo, quien redact¨® un pliego con los nombres de todos los subalternos actuantes para cuando se determine qui¨¦n debe pagar esas cotizaciones. Los subalternos aceptaron posponer sus reivindicaciones hasta despu¨¦s de la feria.
Algunos subalternos acusaron en privado fuertemente a los matadores, como resum¨ªa uno de ellos, que prefer¨ªa permanecer en el anonimato: "Creemos que, como sociedades an¨®nimas que son, los matadores deben pagar este dinero, una migaja comparado con lo que ganan. Parece mentira que seamos compa?eros y hasta amigos, pero a la hora de pagar son unos peseteros".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.