Recambio florentino
EL SOCIALISTA Michel Rocard, sustituido el pasado mi¨¦rcoles por Edith Cresson, gobern¨® Francia durante 1.100 d¨ªas, sin mayor¨ªa parlamentaria y con dos bazas importantes en sus manos: por una parte, el apoyo del presidente de la Rep¨²blica, la instituci¨®n que encarna realmente la soberan¨ªa popular gracias a su elecci¨®n por sufragio universal y a sus peculiares atribuciones pol¨ªticas, y por otra, su talante centrista y su habilidad para amortiguar tensiones.Su Gobierno ha terminado porque se han producido fisuras en las bases sobre las que se sustentaba. De un lado, cada vez le resultaba m¨¢s dif¨ªcil la negociaci¨®n de las mayor¨ªas parlamentarias, utilizando como alternativa el procedimiento inusual del art¨ªculo 49.3, que compromete al Gobierno y puede llevar a una votaci¨®n de confianza, con el correspondiente desgaste pol¨ªtico.
De otro, entre sus rivales en el Partido Socialista -cada vez m¨¢s atenazado por las luchas entre clanes y barones-, y sobre todo entre el c¨ªrculo de los amigos ¨ªntimos de Mitterrand, se consideraba que Rocard hab¨ªa gozado ya del tiempo y la confianza suficientes para ejercer sus funciones.
La sustituci¨®n del primer ministro por Edith Cresson, cuando se cumplen apenas 50 a?os del sufragio femenino, es un gesto de inteligencia y complicidad por parte de Mitterrand y un est¨ªmulo para seguir el combate por la igualdad de oportunidades. La osad¨ªa del gesto presidencial eclipsa as¨ª el absurdo que significa arrumbar del Gobierno a un buen primer ministro, que cuenta con la mejor cota de popularidad y que no se enfrenta a ninguna crisis m¨¢s que la que desean declarar los propios grandes protagonistas de la historia un tanto florentina de la V Rep¨²blica.
En cualquier otro pa¨ªs, contando con la minor¨ªa m¨¢s nutrida en el Parlamento y con capacidad de abrir juego a derecha e izquierda, el primer ministro hubiera seguido sin m¨¢s problemas. No as¨ª en Francia, donde la guerra del Golfo ha permitido al presidente de la Rep¨²blica recuperar todo el gusto y el protagonismo de la pol¨ªtica, debido a sus poderes reservados en cuestiones militares y en relaciones internacionales. Mitterrand se ha encontrado as¨ª, al cumplir una d¨¦cada como presidente y cuando le quedan cuatro a?os para culminar su trabajo y pasar a la historia, con la necesidad de volver a sentir bajo su mano toda la tensi¨®n de las riendas del poder. ?sta es la manera, su manera, de preparar adem¨¢s las pr¨®ximas contiendas electorales -regionales y legislativas-, en las que quien mande en el Gobierno tendr¨¢ posibilidades de controlar el ahora fragmentado Partido Socialista y de perfilar as¨ª al candidato de la izquierda a las presidenciales de 1995. Para entonces, el designio de Mitterrand es bien claro, aunque no se anuncie todav¨ªa p¨²blicamente: Rocard tiene derecho a situarse en la l¨ªnea de salida, pero el delf¨ªn es Laurent Fabius, el actual presidente de la Asamblea Nacional, que fue de 1984 a 1986 el primer ministro m¨¢s joven de la historia de Francia.
Para realizar el allanamiento del camino de su hijo ideol¨®gico, Mitterrand ha elegido a Edith Cresson, del c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo del mitterrandismo. Cresson es una socialista anterior al Partido Socialista, es decir, es m¨¢s mitterrandista que socialista, y adem¨¢s, antirrocardiana decidida. Es una mujer en¨¦rgica y valiente: se enfrent¨® a los agricultores conservadores cuando ocup¨® la cartera de Agricultura, ha azuzado a los industriales franceses exigi¨¦ndoles mayor competitividad y coraje en la defensa de sus intereses comerciales, principalmente frente a la invasi¨®n japonesa, y no dud¨® en dimitir del Gobierno de Rocard apostando y arriesgando as¨ª un futuro que es ya presente.
Tras considerar vencido el acuerdo que posibilit¨® el acceso de Rocard a la jefatura de Gobierno, en 1988, ahora el presidente se siente con las manos libres para designar a un primer ministro de su cuerda y no de la facci¨®n rival dentro del Partido Socialista, como era el caso del dimitido, y ¨¦ste recupera la libertad de maniobra para preparar de nuevo, ya por tercera vez, la carrera hacia las elecciones a la presidencia de la Rep¨²blica, previstas para 1995.
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