Teolog¨ªa de Bangladesh
Doscientos miI muertos millones de personas sin hogar, hambre, enfermedad, agon¨ªa, todo repentinamente como consecuencia de un cicl¨®n, en Bangladesh. ?Qu¨¦ dicen a esto los obispos y los te¨®logos de las iglesias cristianas? Pues los obispos y los te¨®logos tan locuaces en ocasiones, apenas alzan la voz. Es como si quisieran disimular. Ellos gustan de referirse a un Dios de Vida y de Bondad, siempre en may¨²sculas. (El responsable del mal del mundo ser¨ªa exclusivamente el ser humano libre y pecador). Pero ellos comprenden tambi¨¦n que relacionar esa clase de cat¨¢strofes con los pecados de los hombres seria forzar demasiado la hermeneutica. De modo que algunos, pudorosamente, se refieren a las causas naturales y recomiendan ayudar a los damnificados.Lo de ayudar a los damnificados est¨¢ bien. Lo de las causas naturales nos transporta, de pronto, a cosmovisiones m¨¢s arcaicas. La de los griegos, por ejemplo: de cuando Hes¨ªodo cantaba las aventuras de un mundo sin creador, en el que las fuerzas naturales se separaban por pares del caos y de la noche; o de cuando Homero explicaba que los dioses, igual que los mortales ten¨ªan que inclinarse ante la ley suprema del destino. Recordemos que el propio Zeus, el m¨¢s libre de los inmortales, derrama l¨¢grimas de impotencia por no poder salvar a su hijo Sarped¨®n de la muerte que le va a infligir Patroclo. Con el tiempo, las leyes del destino se convierten en leves de la naturaleza. Finalmente, los hombres asumen la inquietante autonom¨ªa del azar.
Ello es que todas las teolog¨ªas basadas en el concepto antropom¨®rfico de un dios bueno y creador se quiebran con la cuesti¨®n del mal y del dolor, con los hospitales repletos de enfermos incurables, con los cad¨¢veres de los ni?os de Bangladesh. Toda la teolog¨ªa de Occidente, que arranca de Plat¨®n, viene viciada por una irreal (y superficial) opci¨®n por el orden y por una represi¨®n (exorcismo) del desorden Incitrso algunos m¨ªsticos (no todos, claro) tienden en Occidente a confundir lo absoluto coz el todo ¨²nico y armonioso, como si el concepto de armon¨ªa tuviese mucho que ver con el abismo primordial. Las cosas se ve¨ªan de manera m¨¢s ambivalente, y por tanto m¨¢s profunda, antes de Plat¨®n. En rigor, no es hasta el siglo IV antes de Cristo que la idea de belleza ha venido a sobrea?adirse ala idea de orden o kosmos. De ah¨ª proceder¨¢, en Occidente, toda una cosmoteologia artificiosa que llega hasta nuestros d¨ªas.
Ciertamente, junto al horror de Bangladesh est¨¢ El arte de la fuga de Juan Sebasti¨¢n Bach. Pero, ?puede separarse una cosa de otra? Hegel recog¨ªa la venerable herencia de Her¨¢clito al afirmar que la verdad de la vida incluye tambi¨¦n lo que parece no-vida. Encontramos an¨¢loga l¨ªnea geneal¨®gica en Jacobo Boehme y en el maestro Eckhart: el atisbo simult¨¢neo de Urgrund y el caos. Como se?alara Jaeger comentando a Her¨¢clito, la ant¨ªtesis entre caos y cosmos es simplemente una invenci¨®n moderna. Tambi¨¦n Nietzsche quiso liberar al caos, y con ¨¦l a lo diferente, lo multiple, lo plural, el Juego de todo referencia a una identidad inmutable. La idea del mundo como juego que tanto recuerda ala mitolog¨ªa hind¨² ta profundiza Nietzsche, y despu¨¦s de ¨¦l Heidegger, glosando el Fragmento 52 de Her¨¢clito. Sus sucesores en la filosof¨ªa del arte descubrir¨¢n la obra abierta, la acci¨®n del azar, el surgimiento de un cosmos al que Joyce llamar¨¢ caosmos -donde todo es participaci¨®n activa, libertad, creaci¨®n.
El caos como met¨¢fora, si. Una met¨¢fora tan vieja como nueva. La ciencia nos explica hoy que lo caracter¨ªstico del caos es la imposibilidad de predecir el comportamiento de los sistemas. Por ejemplo, sabernos que por muchos estudios que se hagan y por muchos sat¨¦lites que examinen la superficie del planeta, el tiempo meteorol¨®gico no puede predecirse m¨¢s all¨¢ de cierto intervalo. Ni los dioses saben cuando se producir¨¢ el pr¨®ximo cicl¨®n en Bangladesh. S¨®lo los cient¨ªlicos, con unos dias de anticipaci¨®n pueden prevenir a los gobernantes para que ¨¦stos, a su vez, prevengan a los ciudadanos. Ahora bien, la imprevisibilidad del futuro es la condici¨®n para que podarnos intervenir en ¨¦l. Como ense?a la fisica cu¨¢ntica, m¨¢s que observadores de la natura somos entes participantes. Surge un nuevo paradigma que permite vislumbrar el milagro de c¨®mo el universo se crea a si mismo.
Lo cual no conduce forzosamente al ate¨ªsmo. Se trata de otra cosa. Otra cosa que, ya digo, estaba m¨¢s clara en la sabiduria antigua. La metaf¨ªsica hind¨², por ejemplo, con su atisbo de la divinidad creadora y destructora, con su falta de antropomorfismo y edulcoraciones, siempre estuvo muy cercana al caos. Sobre la ambivalencia sublime / espantosa de lo divino, y sobre la respuesta de libertad desinteresada que le corresponde al hombre, ning¨²n texto supera a la Bhagavad-Gita. Bien mirado, una teolog¨ªa que conciliase el caos con la tibertad ser¨ªa una aut¨¦ntica teolog¨ªa del infinito nada que ver con los irrisorios Bonum. Verum y Unum. Lo presinti¨® H¨®lderlin en su poema Wie wenn am Feiertage, glosado por Heideegger, y en donde el caos se identifica con lo sagrado.
El caos, lo sagrado, la autogenereci¨®n del mundo: de alg¨²n modo, todo incide. El vicio nefasto de la teolog¨ªa de Occidente procede de su pretensi¨®n (plat¨®nica) de enunciar verdades eternas y absolutas. Pero hoy pensamos que estos supuestas verdades eternas y absolutas se van construyendo en la espont¨¢nea autoorganizaci¨®n de las cosas. Los bi¨®logos Vurcla y Maturana han acu?ado incluso un vocablo: autopoiesis. Lo que desde Kant llamamos formas a priori son a priori respecto al individuo, pero son a posteriori respecto a la especie. Los et¨®logos han explicado esto: las formas innatas del conocimiento son el resultado de experiencias adquiridas sobre el mundo, adaptaciones para la supervivencia. De acuerdo con Jean Piaget, incluso los conceptos logicomatem¨¢ticos vienen construidos a partir de la acci¨®n y traducen relaciones con el medio.
El esc¨¢ndalo de Bangladesh, los mil esc¨¢ndalos que tarde o pronto acontecen en la vida cotidiana, todo exige la puesta a punto de nuevas herramientas teol¨®gicas de adaptaci¨®n. Probablemente, desde que ocurriera la cat¨¢strofe, Bangladesh ha repuesto ya sus p¨¦rdidas humanas a trav¨¦s de su desbocada demograf¨ªa. La menos mala de las teolog¨ªas es hoy la ecolog¨ªa. El papa Wojtyla plantea el tema de la miseria del Tercer Mundo, pero soslaya intencionadamente el problema de reducir la natalidad; m¨¢s todav¨ªa: condena como una forma de opresi¨®n toda pol¨ªtica que intente desactivar la bomba demogr¨¢fica. En resumen: el Papa habla de ayudar a los damnificados, pero se niega a cambiar de teolog¨ªa. Y asi sucede que mientras el Papa pontifica, la naturaleza sigue su curso. Su curso sagrado: porque cabe intervenir en ¨¦l.
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