Penuria suprema
VERLO PARA creerlo. ?sa parece haber sido la sensaci¨®n experimentada por el presidente del Gobierno durante su visita a la sede del Tribunal Supremo, y que le ha inducido a mostrarse profundamente sorprendido por algo que no constituye precisamente un secreto: la precariedad de medios y la insuficiencia de instalaciones en que desarrolla sus funciones el m¨¢ximo ¨®rgano jurisdiccional del pa¨ªs.De seguir visitando las sedes de los restantes ¨®rganos judiciales, Felipe Gonz¨¢lez hubiera ido de sorpresa en sorpresa: la misma indigencia, id¨¦ntica penuria, similar escasez son perceptibles en la mayor¨ªa de los tribunales superiores de justicia, en las audiencias provinciales, en los juzgados de lo penal, de instrucci¨®n y de primera instancia, y en los de familia. La inesperada dimisi¨®n, hace apenas tres meses, del primer presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa, Andr¨¦s M¨¢rquez Aranda, tiene que ver, precisamente, con la carencia de medios del tribunal que presid¨ªa.
Pero si existe una responsabilidad de la situaci¨®n en que se desenvuelve todav¨ªa la justicia en Espa?a, ¨¦sta es l¨®gicamente de los sucesivos Gobiernos socialistas, que en nueve anos han determinado, mediante su pol¨ªtica de prioridades presupuestarlas, que los magistrados del Supremo dispongan o no de rnayor espacio para trabajar, de ¨®rganos t¨¦cnicos de apoyo sobre las dif¨ªciles materias en las que deben sentar jurisprudencia y de medios instrumentales propios de la era inform¨¢tica. Lo sorprendente, pues, es que el presidente se sorprenda de algo que est¨¢ en las manos del Ejecutivo resolver en buena parte.
No obstante ser¨ªa injusto no reconocer en los ¨²ltimos a?os un esfuerzo econ¨®mico notable en el ¨¢mbito judicial. Los 30.000 millones de 1982 se han transformado en los 120.000 del a?o en curso. En este intervalo se han creado varios centenares de juzgados, han aumentado sensiblemente las plazas de jueces, la inform¨¢tica ha hecho acto de presencia en las dependencias judiciales.
En gran medida, este empuje ha quedado reducido a una dimensi¨®n exclusivamente cuantitativa o estad¨ªstica por causa de una gesti¨®n inadecuada. Los nuevos juzgados est¨¢n muchas veces infradotados, los jueces -y esto se hace sentir sobre todo en las nuevas hornadas- tienen que hacer frente a complicados pleitos urban¨ªsticos, econ¨®micos, fiscales o de familia sin el apoyo de especialistas, y la inversi¨®n en inform¨¢tica se reduce, con frecuencia, a llenar las ca¨®ticas oficinas judiciales de videoterminales inoperantes. Una manifestaci¨®n, sin duda parcial, de esta situaci¨®n es lo que ha visto con sus propios ojos el presidente del Gobierno en la sede del Supremo.
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