'Ad nauseam'
Quienes siguen lo que ocurre -en rigor lo que no ocurre- en el cine espa?ol desde que, en diciembre de 1983, el Gobierno dijo que iba a afrontar sus problemas, asisten a un novel¨®n por entregas en el que cada nuevo cap¨ªtulo cuenta lo mismo que el anterior.El refrito se hace norma: las mismas cuestiones, las mismas palabras, se repiten una vez y otra, ad nauseam, cuando se habla de qu¨¦ le ocurre al cine espa?ol y, sobre todo, de por qu¨¦ quien tiene la obligaci¨®n de afrontar sus problemas no lo hace.
Desde que, en enero de 1984, este peri¨®dico transcribi¨® un primer y sumario recuento de los ocho o diez grav¨ªsimos asuntos pendientes que amenazan -y que en los ¨²ltimos a?os se han agudizado de manera alarmante- con paralizar al cine, no hay ningun asunto nuevo que a?adir: son los mismos y ah¨ª est¨¢n, enunciados por en¨¦sima vez en el nuevo y tamb¨ªen en¨¦simo S.O.S de la profesi¨®n cinematogr¨¢fica al Gobierno.
Si algo une a estos problemas es que rechazan cualquier soluci¨®n que no sea urgente. Pues bien, el Gobierno (no un ministerio aislado, que nada puede hacer por s¨ª solo, sino el Gobierno en cuanto tal, que es el ¨²nico que puede crear soluciones que no sean papel mojado) ha respondido a esta urgencia, as¨ª como suena, con ocho a?os de silencio, un silencio que solo puede interpretarse como desprecio o como ignorancia, que en este terreno son la misma cosa.
Mientras los pa¨ªses de nuestro entorno buscan, y comienzan a encontrar, salidas a los problemas de sus cinematografias, en Espa?a su Gobierno se encoge de hombros ante el destino de uno de los viveros de donde ha de surgir una p¨¢gina vital de la cultura del futuro. Si esto no es destruir cultura, se le parece mucho.
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