El final de una maldici¨®n
Mientras no vieron aterrizar los helic¨®pteros de la Guardia Civil sobre la explanada del puerto nadie crey¨® en Carboneras (Almer¨ªa) que la visita de los Reyes era verdad. La visita de los Reyes a Carboneras conjura el gafe de la comarca y abre v¨ªas de prosperidad. Este pueblecito almeriense, hasta hace siete a?os aislado del resto del mundo por carecer de carreteras y tener fama de gafe en todas las costas del Mediterr¨¢neo, no cabe en s¨ª de gozo por la visita, ma?ana, de los Reyes de Espa?a. Hoy en d¨ªa hay trabajo para todos, la prosperidad se palpa en las calles; por fin van a tener puerto propio y don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa van a inaugurarlo. Se pellizcan para cre¨¦rselo.
El primer s¨ªntoma de que pasaba algo raro lo tuvieron los 5.700 habitantes de Carboneras cuando el alcalde, Crist¨®bal Fern¨¢ndez (PSOE, 32 a?os, licenciado en Bellas Artes), les comunic¨® que el puerto no se inaugurar¨ªa el d¨ªa de San Antonio, sino pasado San Juan. Y les dijo adem¨¢s que no preguntaran nada, porque nada les pod¨ªa decir. Los pescadores asintieron, pensando que el propio Felipe Gonz¨¢lez estaba en camino. Pero cuando escucharon por la radio local que eran los Reyes quienes visitar¨ªan Almer¨ªa, y, a lo mejor, el pueblo, no entend¨ªan nada. ?Los Reyes? ?En Carboneras?No les faltaban razones para desconfiar. Carboneras era hasta hace pocos a?os una aldea perdida en la sierra de Cabrera, en el noreste de la costa de Almer¨ªa. Para recorrer los 70 kil¨®metros hasta la capital se necesitaban cinco horas haciendo equilibrios por endemoniados caminos de cabras. "?Qui¨¦n iba a venir aqu¨ª?", recuerda el alcalde. "El que llegaba vivo, llegaba con tan mal color que hab¨ªa que llevarse lo a la casa de socorro". Hacia el Levante no hab¨ªa ni siquiera camino. As¨ª fue como el pueblo fue reconcomi¨¦ndose entre el aislamiento y la pobreza. Cultivaban lechugas, pescaban boquerones y atunes y trabajaban el esparto. La mitad de su poblaci¨®n emigr¨® a Francia y a Alemania.
El recuerdo del pueblo que se llevaron consigo los emigrantes conten¨ªa tanta amargura y desolaci¨®n que en los principales puertos de la costa mediterr¨¢nea espa?ola y francesa empez¨® a asociarse el nombre de Carboneras con algo terrible. Adem¨¢s, la fama del cura que gobern¨® la parroquia local hasta poco antes de la guerra civil se extendi¨® m¨¢s all¨¢ de la provincia como ave de mal ag¨¹ero. Al cura, Antonio Marruecos, se le atribuyen dos calamidades: el desplome del techo de la iglesia sobre los feligreses en una misa de domingo y el hundimiento en un temporal de la primera flotilla pesquera que tuvo el pueblo, a las pocas horas de ser bendecida. Hoy nadie tiene muy claro qu¨¦ pas¨®, pero la miseria, el cura Marruecos y la mar traidora (una de las playas de Carboneras contin¨²a llam¨¢ndose De los Muertos) han vinculado desde siempre el nombre de Carboneras con la mala suerte.
Ahora, la visita de los Reyes lo ha cambiado todo. El pueblo est¨¢ euf¨®rico. Ma?ana vivir¨¢n la "culminaci¨®n de un sue?o", seg¨²n el alcalde. Hace 10 a?os lleg¨® el primer s¨ªntoma de progreso a Carboneras: una f¨¢brica de cemento que emple¨® a 170 trabajadores y contamin¨® la playa. La multinacional suiza Cementos Alba trajo la carretera, y ¨¦sta, la central t¨¦rmica de ENDESA, que cort¨® de ra¨ªz la emigraci¨®n. Hoy disponen de 72 barcos, tasa cero de desempleo, m¨¢s turistas y una factor¨ªa de fibra de yeso en proyecto; la nueva carretera con Almer¨ªa se transita en menos de una hora y la que les une con Moj¨¢car est¨¢ a punto de estrenarse.
En este pueblo, quien m¨¢s quien menos, ha sido pirata con Simbad el marino o espadach¨ªn con Los tres mosqueteros. Pero, sobre todo, han sido ¨¢rabes levantiscos en lo que para los carboneros fue Lorenzo el de Arabia, nada de Lawrence, durante cuyo rodaje las cuatro casuchas que entonces formaban Carboneras se convirtieron, gracias al cart¨®n piedra, en el puerto fortificado de ?caba.
A Murcia a por sillones
Ahora, con la visita real, viven otra pel¨ªcula. La Asociaci¨®n de Mujeres Mariana Pineda ha cosido en menos de dos d¨ªas,100 banderas, andaluzas y espa?olas; los sillones de los Reyes han tenido que ser prestados por el Gobierno Civil, tras un infructuoso viaje del alcalde y dos concejales a El Corte Ingl¨¦s de Murcia. El terciopelo que adornar¨¢ la tribuna de honor viene desde Granada, una vez agotadas las existencias textiles de Almer¨ªa. Y as¨ª ha ido todo. Las mangueras est¨¢n a punto: si Sus Majestades deciden llegar a Carboneras por carretera, se regar¨¢n algunas curvas a las que a¨²n no ha llegado el asfalto; si lo hacen en helic¨®ptero, como les dijeron los guardias civiles que aterrizaron d¨ªas antes para inspeccionar el terreno, ser¨¢ la pista de tierra del puerto la que tendr¨¢ que ser humedecida para no levantar polvo. El ramo de flores que Mercedes, la mujer del alcalde, le entregar¨¢ a do?a Sof¨ªa, listo para pasar la correspondiente inspecci¨®n en el cuartelillo local.Cuando ma?ana lleguen los Reyes no faltar¨¢ ni uno s¨®lo de los pesqueros de Carboneras, aunque muchos tengan que regresar desde las costas valencianas, Baleares o Argelia. "Nuestros muertos no podr¨¢n ver a un rey en persona", dice Antonio, pescador due?o de tres barcos, "pero nosotros veremos lo m¨¢s grande de la historia de Carboneras: nuestro puerto y nuestros Reyes".
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