Diplomas

Me hab¨ªan dicho que la Universidad estaba mal, incluso si la comparaba con mi ¨¦poca, pero, como ahora todo tiende a ir a peor, no le hab¨ªa dado importancia. Esta semana he podido comprobar el grado de putrefacci¨®n de ese cad¨¢ver.Intervine el martes en un curso sobre la novela espa?ola actual organizado por la Universidad Complutense en Torrelodones. Advert¨ª con horror que tal curso no ha sido m¨¢s que una tapadera para traficar con costo, con costo acad¨¦mico, se entiende, pero con costo al fin; o sea, droga. En efecto, en el programa de mano (por qu¨¦ de mano y no de p¨¢ncreas o de intestino grueso), en el programa de mano, digo, tras indicar el nombre de los participantes y las horas de intervenci¨®n, hab¨ªa una contrase?a dirigida a los drogotas: "Diploma de asistencia si se hace la inscripci¨®n".

O sea, que todo aquel que se inscribiera en el curso, lo siguiera o no, ten¨ªa garantizado su diploma. Pens¨¦ en esos hombres malos que dan caramelos con droga en las puertas de los colegios para crear adictos que garanticen la continuidad del mercado, e imagin¨¦ a nuestros universitarios, tan j¨®venes, enganchados por sus propios catedr¨¢ticos a la cruel adicci¨®n de los diplomas, los t¨ªtulos, los documentos sellados.

Podemos aceptar que la Universidad espa?ola padezca de halitosis, o que le huelan los pies, pero resulta inadmisible que las autoridades acad¨¦micas aparezcan p¨²blicamente implicadas en el tr¨¢fico de un estupefaciente debilitador de la actividad cerebral y que tanto da?o hace entre la poblaci¨®n estudiantil.

Si los diplomas son in¨²tiles, que no los den, porque se deval¨²an; si certifican algo, que los distribuyan con seriedad.

Y que en la Complutense pongan de inmediato una unidad de desintoxicaci¨®n.