Liubliana, tras las barricadas
Las autoridades de Eslovenia creen que el Ej¨¦rcito yugoslavo atacar¨¢ la capital de la rep¨²blica
Un espl¨¦ndido sol veraniego iluminaba ayer por la tarde las des¨¦rticas calles de Liubliana, la capital eslovena. A las cuatro de la tarde, los negocios estaban cerrados; los pocos caf¨¦s al aire libre, sin clientes. Los escasos peatones se apresuraban hacia sus casas cargando alimentos. El tr¨¢fico urbano, pr¨¢cticamente paralizado: la mayor¨ªa de los autobuses urbanos estaban colocados en las esquinas y los cruces de las calles para impedir el esperado ataque terrestre de las Fuerzas Armadas yugoslavas. Los polic¨ªas, con uniforme azul y chalecos antibala, junto con soldados de la Defensa Territorial, se agrupaban en las esquinas para escuchar la radio.
Radio Liubliana informaba acerca del bombardeo de las Fuerzas Armadas a Dravigrad, cerca de la frontera austriaca, y del puesto fronterizo de Sentilj, tambi¨¦n con Austria. Asimismo informaba acerca del ataque con misiles a las tropas de la Defensa Territorial y a las barricadas cerca del t¨²nel de Karabanake, apenas inaugurado, que conecta Eslovenia y Austria. No se especifica si hay v¨ªctimas ni si el objetivo era la poblaci¨®n civil.De todos modos, es dif¨ªcil separar las poblaciones civiles de las barricadas construidas en medio de los pueblos para impedir el avance del ej¨¦rcito yugoslavo hacia las fronteras. El ministro del Interior esloveno, ?gor Bavcar, advirti¨® a la poblaci¨®n a trav¨¦s de la televisi¨®n que los grandes almacenes se convertir¨ªan en los refugios antia¨¦reos, y aconsej¨® a la poblaci¨®n no viajar y alejarse de sus coches y de las barricadas.
El general Konrad Kollesak, comandante de la Quinta Regi¨®n Militar, que abarca Croacia y Eslovenia, asegur¨® que el ¨²nico objetivo de las Fuerzas Armadas yugoslavas era tomar las fronteras y que aplastar¨ªa toda resistencia en su camino. Sin embargo, un ex alto funcionario de la Administraci¨®n federal, esloveno, asegur¨® a esta corresponsal: "Espero un ataque a Liubliana ( ... ). Ya no est¨¢ claro qui¨¦n es el que est¨¢ al mando de las Fuerzas Armadas".
A una veintena de kil¨®metros de Liubliana, en el aeropuerto de Brnik, tanques abandonados e incendiados, camiones minados y diferentes escombros, prueba de los combates en las horas anteriores, destruyen el paisaje id¨ªlico del campo esloveno, donde algunos campesinos a¨²n siguen labrando la tierra. "V¨¢yanse lo m¨¢s r¨¢pido que puedan", advierten una decena de polic¨ªas eslovenos en las cercan¨ªas del aeropuerto. Est¨¢n asustados y apuntan hacia el coche. Media hora m¨¢s tarde, cuatro aviones tipo ?guila, de producci¨®n yugoslava, lanzaron tres bombas sobre el aeropuerto. Destruyeron un viejo avi¨®n puesto para impedir el aterrizaje de los aparatos militares y un hangar de helic¨®pteros. El humo se extendi¨® hacia el cielo, sobre los verd¨ªsimos pinos Bor¨ªs, un obrero de 21 a?os, contemplaba un carro de combate destruido. "?Qu¨¦ guerra tan absurda!", comenta. "No entiendo en nombre de qu¨¦ est¨¢n luchando: s¨®lo hay muertos".
En Trzin, un poblado en lo alrededores de Liubliana, las madres llevaron a sus hijos a ver los restos de tres carros de combate abandonados tras la lucha del d¨ªa anterior. Los tres carros, llenos de soldados, permanecieron ah¨ª durante 24 horas. Las negociaciones con la Defensa Territorial fracasaron. De repente, cuatro helic¨®pteros llegaron en su auxilio y comenzaron los disparos. "No s¨¦ qui¨¦n empez¨® primero", dice un soldado esloveno. "Pero dur¨® varias horas". Los helic¨®pteros se fueron y cuatro soldados yugoslavos murieron ah¨ª. "Un recluta era esloveno", comenta una madre agarrando la mano de su pequeno hijo, un futuro solldado. No se sabe qu¨¦ pas¨® con el resto de los soldado -algunos se rindieron, otros se fugaron-, pero los resultados del combate eran visibles: camio nes quemados, carros ametralla dos. Los reclutas yugoslavos tie nen 18 a?os, y muchos no entien den para qu¨¦ est¨¢n luchando. Un desertor cerca de la frontera italiana dice: "Cre¨ªa que los italianos nos hab¨ªan atacado".
El ministro del Interior, Igor Bavcar, declar¨® ayer que ya no llevaba la cuenta de cu¨¢ntos soldados hab¨ªan desertado. En Morska Sobota, donde se han desarrollado grandes combates, m¨¢s de 400 soldados hab¨ªan cambiado de lado.
En Maribor, centro industrial esloveno, cerca de la frontera austriaca, reina un aut¨¦ntico p¨¢nico. La gente almacen¨® la comida esperando ataques, ya que en sus cercan¨ªas, en el puente de Olmoz, la batalla hab¨ªa durado 10 horas.
La interrupci¨®n de los programas de televisi¨®n en Maribor aument¨® la psicosis de la guerra. Varios transmisores de la televisi¨®n fueron bombardeados. Por eso la propaganda informativa se traslad¨® a la radio. Algunos programas estaban dirigidos especialmente a los soldados en todos los idiomas de los pueblos y minor¨ªas ¨¦tnicas yugoslavas- pidiendo que no ataquen. El presidente esloveno, Milan Kucan, apareci¨® conmovido ante los periodistas para comunicar que la decisi¨®n de negociar depend¨ªa de la disponibilidad de las Fuerzas Armadas yugoslavas a regresar a los cuarteles. Sin embargo, por primera vez, el presidente esloveno no mostr¨® optimismo. A corto plazo pronosticaba el aumento de la agresi¨®n, y, a medio plazo, despu¨¦s de la guerra, las negociaciones ser¨ªan mucho m¨¢s dif¨ªciles.
El gobernador del Banco Nacional esloveno, France Arhar, recibi¨® una llamada del Banco Central de Belgrado en la que le comunicaron que Eslovenia no tendr¨ªa acceso a los dinares yugoslavos ni a las reservas de divisas.
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