lan Wachtmeister
Las 'herej¨ªas' de un exc¨¦ntrico conde frente al modelo sueco
Cuando salt¨® a la arena pol¨ªtica hace ahora 10 meses, nadie cre¨ªa en ¨¦l. Socialdem¨®cratas y conservadores le descalificaron como a un visionario en busca de fortuna. Sin embargo, a menos de dos meses de las elecciones en Suecia, las encuestas otorgan al conde lan Wachtmeister y a su partido Nueva Democracia, el 11% de los votos. Si se cumplen los pron¨®sticos, este arist¨®crata de 58 a?os, alto y delgado, al que le gusta vestir con chillonas corbatas, llegar¨¢ al Parlamento de Estocolmo en septiembre.
Fue el oto?o pasado. Mientras toda la clase pol¨ªtica discut¨ªa la conveniencia o no de pedir la adhesi¨®n a la Comunidad Europea, en un despacho en el centro de Estocolmo se fraguaba el nacimiento de un nuevo partido pol¨ªtico. Un empresario perteneciente a la vieja aristocracia n¨®rdica, el conde lan Melker Shering Wachtmeister, preparaba en las oficinas centrales de su holding, The Empire AB (El Imperio, SA), los estatutos de Nueva Democracia, un grupo pol¨ªtico cuyo programa pon¨ªa en tela de juicio todos los esquemas del modelo sueco.
Wachtmeister empez¨® a lanzar sus ideas revolucionarias antes de que acabara el a?o. Pero nadie le prest¨® la m¨¢s m¨ªnima atenci¨®n. Los l¨ªderes socialdem¨®cratas, liberales, conservadores, centristas, comunistas... e incluso los verdes lo tomaron'como una broma. "No puede ir en serio", comentaba uno de los prohombres socialistas suecos, "sus ideas rompen con todos los valores que han hecho de Suecia un modelo a seguir por toda Europa"'. Pero se equivocaron. Y de qu¨¦ forma. Las herej¨ªas del conde han ido calando poco a poco entre una parte de la sociedad sueca, y en estos momentos las encuestas le dan el 11% de la intenci¨®n de voto. Si la tendencia se mantiene, Nueva Democracia barrer¨¢ del Parlamento a los verdes y se convertir¨¢ en el partido bisagra, tras unas elecciones en las que todos dan por seguro que el hist¨®rico Partido Socialdem¨®crata pierda el poder en el pa¨ªs.
El partido de Wachtmeister basa su programa en lo que ellos denominan una "dernocracia m¨¢s directa", y proponen hacer la vida "m¨¢s sencilla, m¨¢s barata y m¨¢s alegre". Para ello abogan, entre otras cosas, por la reducci¨®n dr¨¢stica de impuestos, adem¨¢s de listas electorales abiertas, convocatoria de referendos antes de tomar las grandes decisiones pol¨ªticas, reducci¨®n del protagonismo del Parlamento y las organizaciones pol¨ªticas y sindicales, abandono de la pol¨ªtica de neutralidad, aumento de las penas por todo tipo de delitos, apertura del mercado laboral a emigrantes y refugiados pol¨ªticos, reducci¨®n de la burocracia y del gasto, eliminaci¨®n de los monopolios estatales, desarrollo de la energ¨ªa nuclear, fomento de las tradiciones familiares... Todos los tab¨²es del modelo sueco se convierten aqu¨ª en mensajes electorales.
Y, frente a todos los malos augurios iniciales, las ideas revolucionarias del conde parece que han encontrado aceptaci¨®n entre los votantes suecos. ?Qui¨¦n les iba a decir a los partidos tradicionales que ese hereje conseguir¨ªa llegar al coraz¨®n de los suecos? ?sa es la pregunta que siguen haci¨¦ndose muchos analistas de este pa¨ªs, que no comprenden c¨®mo este empresario algo exc¨¦ntrico, considerado la oveja negra entre su aristrocr¨¢tica familia, va a conseguir entrar en el Parlamento de Estocolmo. La clase,pol¨ªtica sueca no est¨¢ acostumbrada a estas sorpresas.
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