La ¨²ltima obra de Heiner M¨¹ller recrea la visita de Reagan a un cementerio con tumbas de SS
El autor alem¨¢n asiste en Avi?¨®n al estreno de un tr¨ªptico de piezas suyas
Heiner M¨¹ller, "el ¨²ltimo escritor alem¨¢n" como ¨¦l gusta de calificarse al tiempo que suelta una carcajada, ha vuelto a Avi?¨®n. Ha vuelto para presidir un debate -?Los escritores deben ser forzosamente idiotas?- y asistir al estreno de El caso M¨¹ller, un tr¨ªptico que engloba algunos de sus textos para teatro: 1. Hamlet machine y La correction. 2. Rivage ¨¢ l'abandon? Mat¨¦riau M¨¦d¨¦e y Paysage avec Argonautes. 3. Quartett. M¨¹ller trabaja actualmente en una obra, DoppeIkopf, que arranca de la visita que el presidente Reagan, acompa?ado del presidente Kohl, realiz¨® en 1985 al cementerio militar de Bitburg, donde est¨¢n enterrados algunos SS. Una visita que levant¨® ampollas. M¨¹ller mezcla la visita de Reagan al cementerio con Esquilo (Siete contra Tebas) y con S¨®focles (Ant¨ªgona).
Los directores de este tr¨ªptico son dos intelectuales, buenos germanistas: Jean Jourdheuil (fil¨®sofo, traductor e introductor del teatro de M¨¹ller en Francia) y Jean-Fran?ois Peyret. Los decorados son de campanillas: Ricky Rieti, Titina Maselli y Gilles Aillaud, respectivamente, y los int¨¦rpretes excelentes. El tr¨ªptico cuenta, adem¨¢s, con una composici¨®n musical original de Philippe Hersant, interpretada por el Ensemble Trombones de France y el Groupe Vocal de France: tres sopranos, dos mezzosopranos, un alto, tres tenores, dos bar¨ªtonos y un bajo vestidos con viejos uniformes de ej¨¦rcito de la RDA, los rostros cubiertos de vendas, los cuerpos semienterrados en una monta?a de piedras y escombros, de viejos aparatos de radio, cocinas de campa?a y carrocer¨ªas, esqueletos de utilitarios... El muro, los escombros del muro de Berl¨ªn.Una preciosidad
El espect¨¢culo es una preciosidad. Los int¨¦rpretes no tienen nada que envidiar a los actores de Bochum, de Potsdam o de Berl¨ªn (Deutscher Theater) y las coreograf¨ªas son espl¨¦ndidas. L¨¢stima que el coro interprete el texto en el original alem¨¢n. Parte del p¨²blico no entiende gran cosa, pero todo el mundo sale encantado. Hay, claro, una gran dosis de esnobismo -los nietos y bisnietos de la se?ora Verdurin son legi¨®n en Avi?¨®n-, pero lo cierto es que el espect¨¢culo entra por los ojos y rezuma teatro por todas partes. Ya quisiera yo que las gentes de La Tartana y otros grupos espa?oles me sirviesen el M¨¹ller tal y como lo sirven en el claustro de los Carmelitas de Avifi¨®n.
Pero por bueno que sea el espect¨¢culo, su autor lo supera. Me refiero al personaje Heiner M¨¹ller, uno de los escritores m¨¢s brillantes de la Alemania de la posguerra, buf¨®n corrosivo de la ex RDA. M¨¹ller, que acaba de cumplir 62 a?os, tiene pocos a?os m¨¢s de los que ten¨ªa Brecht cuando falleci¨®, pero la impresi¨®n que da al escucharle es la de un Brechtjoven. M¨¹ller dice que Brecht pod¨ªa tambi¨¦n haberse conservado joven, pero se dej¨® domesticar por Hellen Weigel, que le organiz¨® la vida y acab¨® con su libertad. En una ocasi¨®n, Brecht logr¨® zafarse de las garras maternales de la Weigel y se mud¨® a otro apartamento, pero no tard¨® en regresar. A?oraba los guisos de Madre Coraje. 'Vocinaba muy bien, la pu?etera. Fue la ruina de Bert", dice M¨¹ller.
Heiner M¨¹ller bebe malta con agua Vittel. "Tan s¨®lo los j¨®venes alcoh¨®licos pueden permitirse el lujo de beber seco", dice, y fuma un lancero de Cohiba, hecho a mano por Ios m¨¢s experimentados torcedores" de Fidel Castro. M¨¹ller es un privilegiado. Cada d¨ªa gasta en alcohol y tabaco lo que le cuesta el alquiler.mensual de su peque?o apartamen.to en Berl¨ªn, en el oriental, claro. Sus obras se representan en todo el mundo y, encima, acaba de obtener el Premio Europa de Teatro: cerca de ocho millones de pesetas en ecus.M¨¹ller trabaja actualmente en una obra, Doppelkopf (Doble cabeza), que en un principio deb¨ªa formar parte del tr¨ªptico que se presenta en Avi?¨®n, pero que todav¨ªa no est¨¢ terminada. Como es costumbre en el autor germano, la obra es una relectura, una lectura actualizada de los mitos cl¨¢sicos. 'Los mitos", dice M¨¹ller, "son una experiencia colectiva que se repite. Pueden barajarse hasta el infinito, al igual que los sue?os. Al reinventarlos, enriquecemos su, problem¨¢tica". Doppelkopf arranca de la visita que el presidente norteamericano Ronald Reagan, acompa?ado del presidente alem¨¢n Helmut Kohl, realiz¨® en 1985 al cementerio militar de Bitburg, donde est¨¢n enterrados algunos SS. M¨¹ller mezcla esa visita con Esquilo (Siete contra Tebas), donde los muertos escapan a la jurisdicci¨®n del Estado, se hallan bajo la protecci¨®n de la ley natural, y con S¨®focles (Ant¨ªgona), en el que el Estado se apodera de los muertos, "que es lo que a partir de entonces ha seguido haciendo el Estado, todos los Estados", dice M¨¹ller.
Pero los proyecto teatrales de M¨¹ller no se limitan a Doppelkopf. Antes de viajar a Avi?¨®n ha dado los ¨²ltimos toques al montaje -adem¨¢s de escribir, ahora dirige; en cuanto a interpretar, no ha hecho otra cosa en su vida, fuera del escenario - de tres de sus obras -Quartett, Mauser y Findling-, que en octubre ocupar¨¢n la cartelera del Deutsches Theater, y a la vez, trabaja en un proyecto que al parecer le excita grandemente: el montaje de Trist¨¢n e Isolda, de Wagner, en Bayreuth, en la temporada 1992-1993. Por si ello fuera poco, se dispone a hacer pr¨®ximamente su aparici¨®n en la Com¨¦die Francaise, del bracete de Bob Wilson. M¨¹ller escribir¨¢ una obra sobre la muerte de Moli¨¦re y Wilson la dirigir¨¢ en la Com¨¦die, con los socios de la maison de Moli¨¦re.
Las academias
Ese hombre no para un solo instante. Hace poco lo han nombrado director de la Academia de las Artes de Berl¨ªn y .su prop¨®sito inmediato es cambiar los estatutos y echar a la calle a un grupo de indeseables. "Todas las academias del mundo poseen su cuota de imb¨¦ciles", dice M¨¹ller. "Se sientan en ellas porque pertenecen a un lobby determinado; en nuestro caso, el lobby m¨¢s influyente era el partido. Fue el precio que hubo que pagar para poder. acoger en ella a gentes como Christa Wolf, Volker Braun y a muchos m¨¢s, yo entre ellos. Ahora se trata de ponerlos de patitas en la calle y, al mismo tiempo, cambiar los estatutos de la Academia para convertirla en un foro internacional cuya principal rinalidad sea la de apadrinar j¨®venes talentos. En tal sentido se ha hecho un manifiesto al que ya han respondido afirmativamente Kurosawa, Godard, Strehler, Boulez, Garc¨ªa M¨¢rquez...".
Heiner M¨¹ller, "el ¨²ltimo escritor alem¨¢n", da una ¨²ltima calada a su cigarro, lo aplasta en el cenicero, se r¨ªe por en¨¦sima vez y se va.
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