El pobrecito cabestro
J. V., La tradicional desencaixonada dels bous reals (desencajonada de los toros de la feria, vamos al decir) tuvo lugar al filo de la madrugada del martes, y los cabestros estaban aterrorizados. No sin motivo. Sal¨ªan de los cajones los toros -hierros Gavira y Concha Navarro- y se tiraban contra ellos para matarlos, s¨®lo que los cabestros les sab¨ªan cuartear la embestida, al estilo de los caballos rejoneadores de Peralta. El m¨¢s aterrorizado era el m¨¢s grand¨®n cornal¨®n, que pretend¨ªa escapar brincando la barrera y, cuando lo intentaba, se le arracimaban sus compa?eros cabestros pues, en el fondo, ten¨ªan las mismas intenciones. El cabestro grand¨®n cornal¨®n debi¨® de tener un aviso premonitorio, pues en una de sus despavoridas galopadas le alcanz¨® un toro, del embite estuvo a punto de rodar por la arena, y sali¨® del espantoso trance con una cornada en el cuarto trasero, que deb¨ªa de tener medio metro de longitud. El pobrecito cabestro se qued¨® con ese nombre, precisamente. "?Pobrecito cabestro!", dec¨ªa la gente, compadecida, al verlo a retaguardia, moh¨ªno, sin ganas ya de huir ni de nada.
Afortunadamente para el pobrecito cabestro y sus hermanos de cabestraje, los restantes toros no saltaron a la arena con af¨¢n combativo. Los de Mar¨ªa Palma, al abandonar el caj¨®n, daban una carrerita corta, tiraban alg¨²n derrotillo para justificar la cornamenta y se iban agrupando ordenadamente en el centro del redondel. La tranquilidad temperamental de estos toros podr¨ªa ser s¨ªntoma de bravura, pero parte del p¨²blico lo entendi¨® al rev¨¦s y les pitaba por mansos.
Se trataba de una corrida pareja, con trap¨ªo aceptable en un coso, como el valenciano, donde para el toro no hay muchas exigencias. O quiz¨¢ sin trap¨ªo -a vista de buenos aficionados- aunque dentro de la discreci¨®n y el decoro. Y tal cual las restantes. Excepto la de Moro hermanos, que lidiar¨¢n Mu?oz- Espartaco- Rinc¨®n el pr¨®ximo viernes, pobre de tipo, sospechosa de pitones y, en definitiva, impresentable. Se o¨ªan voces despectivas en el tendido:
?Vaya novilladaaa!"; e intencionadas: "?A ver qu¨¦ dicen los se?ores veterinariooos!".
La plaza se llen¨® hasta la bandera. A primeras horas de la noche estaban agotadas todas las localidades. La desencajonada es un espect¨¢culo nocturno favorito del p¨²blico valenciano, que disfruta con la estampa del toro, sobre todo con su fiereza, aunque lamenta que lo acabe pagando un pobrecito cabestro, pac¨ªfico y cag¨®n. Desaguisado absolutamente normal cuando los toros han viajado todo el santo d¨ªa metidos en un caj¨®n y los sueltan en la candente, a las tantas y por las bravas.
Babelia
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