Un a?o despu¨¦s
El 2 de agosto de 1990, Sadam Husein invadi¨® s¨²bitamente Kuwait. El precio de] crudo se elev¨® en las semanas siguientes hasta 40 d¨®lares por barril, se mantuvo despu¨¦s en el entorno de los 30 d¨®lares y la noche del 16 de enero, cuando las fuerzas aliadas iniciaron su ofensiva a¨¦rea, el crudo se desplom¨® hasta menos de 20 d¨®lares (Cuadro l).Antes de la invasi¨®n iraqu¨ª las cosas estaban marchando bien para la industria petrolera. La demanda, creciendo al ritmo del 1,5% anual, se estaba aproximando a los niveles de 1978 (los m¨¢ximos hist¨®ricos). La producci¨®n fuera de la OPEP hab¨ªa alcanzado un techo, y los suministros adicionales tendr¨ªan que venir de los pa¨ªses del Golfo y Venezuela, donde la fuerte capacidad de producci¨®n no planteaba ning¨²n problema. La industria del refino, que durante muchos a?os hab¨ªa sido un negocio en p¨¦rdidas, volv¨ªa a ser de nuevo rentable.
La elevaci¨®n de precios originada por la invasi¨®n redujo la demanda de crudo en un 2,4% y los grandes pa¨ªses productores, particularmente Arabia Saud¨ª, incrementaron sus producciones de forma que la p¨¦rdida del crudo kuwait¨ª e iraqu¨ª qued¨® casi inmediatamente compensada. Si los precios se mantuvieron altos, fue por la especulaci¨®n producida por el miedo a las consecuencias que el desenlace de la guerra hab¨ªa podido tener sobre la producci¨®n saud¨ª, que como luego se vio, fue totalmente nula.
Hoy, un a?o despu¨¦s, la paz ha devuelto una notable estabilidad a los mercados (oscilaci¨®n en una banda de 18 a 20 d¨®lares por barril), lo que sugiere una mayor capacidad de control de los precios por parte de la OPEP o m¨¢s precisamente por Arabla Saud¨ª, que, aparentemente secundada por el resto de los productores, est¨¢ equilibrando razonablemente bien los precios del mercado.
En estas circunstancias las estimaciones de precios del crudo que estimo como l¨ªnea de tendencia m¨¢s probable para el periodo 1991-1996 son las siguientes (en d¨®lares corrientes).
Las fuerzas que pueden tender a elevar esta l¨ªnea de tendencia incluyen unas elevadas tasas de utilizaci¨®n de la capacidad productiva de la OPEP en 1991 y principios de 1992, la probabilidad de un lento retorno de la producci¨®n de Irak y Kuwait como consecuencia de los importantes da?os sufridos por la industria petrolera en ambos pa¨ªses, y la reducci¨®n de-la producci¨®n en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En sentido contrario, las fuerzas que pueden presionar a la baja son, b¨¢sicamente, la vuelta a la producci¨®n de Irak y Kuwait en 1992, y el incremento de la capacidad productiva de otros pa¨ªses de la OPEP.
Por encima de estos factores objetivos se encuentra la cuesti¨®n de qu¨¦ precio desean Arabia Saudi y Estados Unidos, que han demostrado poder influenciar significativamente los niveles de precios en caso de que se lo propongan. Todo parece indicar que ambos desean un nivel de precios del crudo del orden de los 20 d¨®lares por barril, que tambi¨¦n es el nivel de precios que desear¨ªa la mayor parte de la industria, ya que se trata de un punto de equilibrio, entre los ingresos necesarios para continuar la b¨²squeda de nuevos yacimientos, y Financiar el desarrollo de las ampliaciones de capacidad previstas, y los costes que van a tener que soportar los pa¨ªses consumidores, sin que ello afecte negativamente a su crecimiento y estabilidad.
Suponiendo que la producci¨®n de Irak y Kuwait no se reanudara durante todo el a?o 1991, el nivel de producci¨®n de la OPEP se situar¨ªa en una tasa de utilizaci¨®n cercana al 95%,). Sin embargo,, desde principios de 1992 en adelante, la capacidad de producci¨®n de la OPEP es probable que crezca r¨¢pidamente, cuando las reparaciones en curso en Irak y Kuwait queden terminadas y cuando se pongan en funcionamiento las nuevas ampliaciones de capacidad en Arabla Saud¨ª, Ir¨¢n y Venezuela. Estos tres pa¨ªses han, acelerado los planes para incrementar su capacidad y est¨¢n empleando las ventas extra que obtuvieron durante la guerra del Golfo para financiar esta expansi¨®n. De esta forma la capacidad total de producci¨®n de la OPEP puede elevarse de 24 millones de barriles / d¨ªa en 1991 hasta 27,5 millones de barriles / d¨ªa en 1992 a, 33 millones de barriles / d¨ªa en 1996. Este es el reflejo de la enorme capacidad de producci¨®n de Arabia Saud¨ª y de algunos otros pa¨ªses, que va a verse incrementada por las fuertes inversiones que se est¨¢n realizando en el incremento de la capacidad productiva.
Tasa de utilizaci¨®n
Por esta raz¨®n, la tasa de utilizaci¨®n de la capacidad de la OPEP puede bajar al 82% en 1992 y al 80% para 1993-96, lo cual obligar¨¢ a la OPEP a realizar esfuerzos importantes para mantener los precios, ya que, hist¨®ricamente, este es el l¨ªmite m¨ªnimo en el que la OPEP ha conseguido mantener el control de los precios, por debajo de ese l¨ªmite nunca ha sido capaz de conseguirlo; entre 1986 y 1988 los precios se vinieron abajo con una sobrecapacidad algo mayor, pero la diferencia con el futuro puede estar en que el hundimiento de los precios fue un proceso demasiado costoso, que van a intentar evitar de nuevo por todos los medios.Un caso aparte y de gran trascendencia en los equilibrios mundiales es la producci¨®n petrolera sovi¨¦tica. ?sta se ha reducido de 12,5 millones de barriles / d¨ªa en 1988 a 12,1 millones en 1989 y a 11,4 millones en 1990. Durante este a?o puede promediar s¨®lo -10,4 millones. Esta ca¨ªda. en la producci¨®n puede tener un impacto sustancial en las exportaciones sovi¨¦ticas, que podr¨ªan contribuir a tensar los equilibrios oferta y demanda a nivel mundial. Sin embargo, la opini¨®n m¨¢s generalizada es que buena parte de esta reducci¨®n de la producci¨®n se ver¨¢ compensada por la contracci¨®n, de la demanda interna en la propia Uni¨®n Sovi¨¦tica, donde la econom¨ªa se encuentra en una situaci¨®n desesperada, y en los propios pa¨ªses del Este, que es probable que reduzcan su consumo al verse obligados a pagar sus aprovisionamientos en monedas fuertes.Por ello, s¨®lo el hundimiento completo de la econom¨ªa y la producci¨®n sovi¨¦ticas (algo improbable pero no imposible), podr¨ªa alterar seriamente el esquema de precios se?alados. Un colapso de las exportaciones sovi¨¦ticas consecuencia de fuertes conflictos internos, eliminar¨ªa 2,5 millones de barriles / d¨ªa del mercado mundial, algo que no podr¨ªa ser absorbido con los niveles actuales de precios, por las producciones de Irak y Kulxait. La crisis del Golfo ha supuesto para la econom¨ªa espa?ola un extracoste de unos 3.000 millones de d¨®lares, respecto a los precios existentes inmediatamente antes de la misma, aunque tal extracoste no afect¨® significativamente a los equilibrios b¨¢sicos de la econom¨ªa. por el buen comportamiento del primer semestre, y la situaci¨®n de la econom¨ªa alemana que incidi¨® positivamente en nuestras exportaciones durante el segundo semestre. Aparte de ello la crisis agudiz¨® las expectativas inflacionistas e increment¨® la incertidumbre respecto al futuro, lo que contribuy¨® a generar una desaceleraci¨®n adicional tanto de la actividad industrial como de la construcci¨®n, lo cual incidi¨® de forma muy negativa sobre la generaci¨®n de empleo, particularmente en los ¨²ltimos meses de 1990 y, primeros de 1991.
Con todo, el mayor problema que, en mi opini¨®n, presenta la economia espa?ola en lo que al sector energ¨¦tico se refiere, es el enorme grado de vulnerabilidad de la misma a los shock en el precio de los suministros. Esta vulnerabilidad se puso claramerite de manifiesto en el ¨²ltimo trimestre de 1990, cuando el aumento de los precios del petr¨®leo, elev¨® signif¨ªcativamente el diferencial de inflaci¨®n de los precios industriales respecto al de los pa¨ªses centrales del SME, que hasta entonces hab¨ªan experimentado un considerable grado de convergencia.
Si el objetivo fundamental de la econom¨ªa espa?ola en los a?os noventa es, sin duda, el de la convergencia con las econom¨ªas de los pa¨ªses centrales de la CE, el de nuestra pol¨ªtica energ¨¦tica no puede ser otro que el acercamiento a las estructuras energ¨¦ticas de estas econom¨ªas, y ello significa al menos tres cosas: diversificar en mayor medida los aprovisionamientos, conseguir unos niveles de intensidad energ¨¦tica (energ¨ªa/PIB) similares al de estos pa¨ªses, y poner en pr¨¢ctica pol¨ªticas estructurales que mejoren la competencia y la productividad en el mismo.
No es probable por lo dicho anteriormente, que se produzca un nuevo shock de precios en los pr¨®ximos cinco o seis a?os, por lo que la convergencia con los pa¨ªses centrales de la CE no es una tarea imposible. Sin embargo, para diversificar los aprovisionamientos o para reducir las elevadas tasas de elasticidad/ renta de la demanda de energ¨ªa, se necesitan tambi¨¦n periodos largos de tiempo. Entretanto, la aplicaci¨®n decidida de pol¨ªticas estructurales de oferta puede contribuir en un relativo corto plazo a mejorar significativamenlle la competitividad del sector, lo que ya por s¨ª solo reducir¨¢ sensiblemente el impacto sobre nuestra econom¨ªa de cualquier alteraci¨®n inesperada de precios.
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