Amarga convalecencia
Kuwait se recupera con lentitud de las heridas de la ocupaci¨®n y la guerra
Hoy, viernes, 2 de agosto de 1991, promete ser s¨®lo otro d¨ªa de descanso en el diminuto pa¨ªs de los Rolls-Royce rotos, tristes cielos sucios y vientos calientes. Si en el ¨²ltimo momento el Gobierno decidi¨® conmemorar puntualmente el primer aniversario de la invasi¨®n iraqu¨ª, el Ministerio de Informaci¨®n no estaba anoche al tanto. Oficialmente, el emirato recordar¨¢ el salvaje zarpazo de Sadam Husein manana, primer d¨ªa laborable de la semana.Fiel al estilo de la bicentenaria monarqu¨ªa de los Al Sabaj, el recordatorio se har¨¢ con un inquietante criterio selectivo: los ciclos de conferencias que, con auspicio del pr¨ªncipe heredero y primer ministro, el jeque Saad al Abdul¨¢ al Sabaj, mantendr¨¢n ocupadas a las autoridades durante tres d¨ªas abarcar¨¢n todo, pero no se anticipa un examen de los defectos y traumas de una de las sociedades m¨¢s ricas del mundo.
El emirato se recupera lenta pero decididamente. Lo que nadie parece saber, sin embargo, es hacia d¨®nde va el convaleciente Kuwait libre. La capital todav¨ªa vive bajo un manto de humo. Pero han resucitado los tel¨¦fonos y cada d¨ªa se reabren m¨¢s negocios. El retorno de obreros indios, paquistan¨ªes, sudaneses y cingaleses significa que los kuwalt¨ªes tendr¨¢n pronto alguien que recoja la basura acumulada en un a?o.Familias enteras que huyeron de la ocupaci¨®n, regresan a diario de Europa y Estados Unidos, y en los mismos hoteles donde durmi¨® la soldadesca de Sadam ahora descansan legiones de empresarlos extranjeros, en su mayor¨ªa norteamericanos. La reparaci¨®n de los servicios p¨²blicos, escuelas, hospitales y carreteras avanza a paso firme. En Kuwalt, lo que menos falta es dinero y cazadores de contratos. Pero, pol¨ªtica y psicol¨®gicamente, este pa¨ªs, donde hasta el a?o pasado casi tres cuartas partes de los m¨¢s de dos millones de habitantes eran extranjeros, sigue en la unidad de cuidados intensivos.
Cierto. La Asamblea legislativa, disuelta en 1986, tendr¨¢ otra vez sede en abril. Pero esto no sig-
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i lea que el emir, el *eque Yaber al Ahmed al Sabaj, est¨¦ pensando adelantar las elecciones que bajo presi¨®n internacional se ha visto obligado a convocar para octubre de 1992. Las posibilidades de un cambio saludable son m¨ªnimas. Que se sepa, ni el m¨¢s fogoso abogado de la causa democr¨¢tica est¨¢ dispuesto 2.1 modificar los privilegios de los kuwalt¨ªes de primera clase, los aproximadamente 65.000 hombres que tienen derecho al voto en el emirato. Se observa una gran decepci¨®n.A la espera de la reparaci¨®nSeg¨²n una fuente diplom¨¢tica occidental, la euforia y las esperanzas en un futuro mejor se han desvanecido. De los aproximadamente 600.000 ciudadanos del emirato, s¨®lo 65.000 est¨¢n en Kuwalt. El resto espera en residencias de lujo en Londres, Nueva York y Marbella a que se repare el pa¨ªs.
En los divvayinat, las tradicionales tertulias en las que los kuwait¨ªes ventilan los temas del d¨ªaconsumiendo interminables tazas de t¨¦ y cigarrillos, no es raro encontrar hombres que tratan de recordar si alguna vez hubo en Kuwalt tanta decepci¨®n. Recostado en una poltrona, un pr¨®spero empresario kuwalt¨ª con buenas conexiones con el clan Al Sabaj coment¨® la otra noche que lo que m¨¢s indignaci¨®n causa en todos los niveles de la sociedad es la indiferencia e incapacidad del Gobierno. Adem¨¢s, la gente est¨¢harta de la corrupci¨®n.
Sin duda, el emir ha hecho poco para granjearse simpat¨ªas durante la crisis. Para comenzar, fue el primero en huir a Arabia Saud¨ª con la mayor parte de su familia. Y cuando Kuwait fue liberado, tard¨® demasiado en regresar. Su majestad el jeque quj, so esperar a que uno de sus palacios quedara adecuadamente equipado antes de abandonar su suite en el balneario saud¨ª de Taef. Uno de 1 -Os oficiales norteamericanos que se encarg¨® del asunto dice que se qued¨® perplejo cuando se le dijo que, para el emir, "adecuadamente equipado" quer¨ªa decir, entre otros detalles, escalinatas de m¨¢rmol, grifos de oro en los cuartos de ba?o y servilletas de lino irland¨¦s en el comedor del palacio.Un pais inseguro y sin fe
"En Kuwalt, la gente ha perdido la fe en el Gobierno, ha perdido fe en el sistema y se siente tremendamente insegura", declar¨® Ahmed Bichara, un miembro de la oposici¨®n. Ahmed Nafisi, dirigente del opositor Frente Nacional Constitucional, escribi¨® no hace mucho en EL PA?S: "La familia Al Sabaj deber¨ªa unirse al pueblo de Kuwait y reconocer que la democracia es nuestro escudo, nuestra mejor defensa despu¨¦s de la guerra".
Seg¨²n el director de un banco local que pidi¨® el anonimato, crece cada d¨ªa m¨¢s la impresi¨®n popular de que "el Gobierno de la derrota" jam¨¢s podr¨¢ responder apropiadamente al gran desaf¨ªo de la reconstrucci¨®n. Para complicar la situaci¨®n de la monarqu¨ªa, Kttwalt est¨¢ hallando serias dificultades en su empe?o de lograr que se queden los soldados norteamericanos a mano.
El problema de imagen de Kuwalt ha empeorado con el elamor internacional que ha suscitado la persecuci¨®n y las deportaciones de palestinos. Hace un a?o hab¨ªa cerca de 400.000 palestinos en Kuwalt; hoy no pasan de 95.000. Es el fin de una relaci¨®n arm¨®nica y beneficiosa: los palestinos que vinieron a Kuwalt tras la creaci¨®n de Israel en 1948 eran la columna vertebral de la banca, el comercio y la mayor parte de los gremios profesionales. Hoy, son acusados de haber colaborado con los iraqu¨ªes.
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