La guerra de Bush
Los norteamericanos se preguntan hoy si mereci¨® la pena hacer la guerra al invasor de Kuwait
?Val¨ªa la pena hacer la guerra?. As¨ª encabeza el semanario Time su ¨²ltimo n¨²mero. Tal es la pregunta que se formulan hoy muchos norteamericanos. Esta actitud dubitativa es m¨¢s bien reciente. Durante largos per¨ªodos, la actitud del presidente Bush el conflicto del Golfo cont¨® con un apoyo casi un¨¢nime de la opini¨®n p¨²blica. En la etapa que sigui¨® a la invasi¨®n, las decisiones de la ONU. decretando sanciones contra el agresor Sadam Husein, y en particular un bloqueo total de sus relaciones econ¨®micas con el exterior, obtuvieron un respaldo ampl¨ªsimo en Estados Unidos. Fue adem¨¢s un fen¨®meno universal: pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses del mundo -unos con m¨¢s entusiasmo que otros- se sumaron a ese bloqueo. Y muchos Estados enviaron barcos para controlar su cumplimiento.
Las cosas se modificaron a finales de 1990, cu¨¢ndo George Bush empez¨® a orientar su estrategia hacia el desencadenamiento de operaciones militares contra Irak. El debate sobre si se deb¨ªa seguir con el boicot m¨¢s tiempo -todos los expertos coincid¨ªan en que s¨®lo ser¨ªa eficaz si se aplicaba durante al menos un a?o- pasar a la guerra, dividi¨® profundamente a la opini¨®n de EE UU. Bush tuvo entonces una oposici¨®n ampl¨ªsima. En el Senado, escas¨ªsimos votos le dieron la mayor¨ªa necesaria para poder ordenar el inicio de la batalla. Es m¨¢s, informaciones que han salido a la luz despu¨¦s de la guerra indican que una parte del estamento militar, incluido el Jefe del Estado Mayor, era partidario de continuar el boicoteo.?Por qu¨¦ ese empe?o de Bush en iniciar los combates, que le llev¨® incluso a presionar fuertemente a sus aliados europeos, POCO ¨ªnclinados a seguirle por ese camino, con- la excepci¨®n quiz¨¢ del Reino Unido?. La raz¨®n oficial -responder a una agres¨ª¨®n aplicando la Carta de la ONU- es puramente propagand¨ªstica. Lo que quer¨ªa la mayor¨ªa del Consejo de Seguridad era aplicar la Carta mediante un boicoteo cuya eficacia era evidente. La presi¨®n ejercida por Bush - con argumentos de todo tipo dej¨® en manos de EE UU -marginando el sistema previsto en la Carta de la ONU- las operaciones militares. No ha sido por ello una guerra de la ONU, si bien se ha llevado a cabo en el marco de las acciones decretadas por ¨¦sta contra el agresor.
?Por qu¨¦, pues, el empe?o de Bush? Diversas explicaciones han circulado, pero la m¨¢s obvia es su deseo de afirmar la hegemon¨ªa de EE UU en Oriente Medio, y en el mundo, en una etapa en que la bipolaridad URSSEE UU y la guerra fr¨ªa desaparecen. Dos razones de pol¨ªtica interior han desempe?ado adem¨¢s un papel esencial: Bush quer¨ªa borrar el complejo de inferioridad causado por la derrota de Vietnam y, sobre todo, demostrar su capacidad de mando, prepar¨¢ndose as¨ª una base firme para su reelecci¨®n en noviembre de 1992.
Tiro al blanco
Y efectivamente, la guerra a¨¦rea entre el 17 de enero y el 24 de febrero, terrestre s¨®lo 4 d¨ªas hasta el alto el fuego del 28 de febrero- levant¨® el orgullo norteamericano y disip¨® las oposiciones. Pr¨¢cticamente no hubo bajas propias, y vista casi como un ejercicio de precisi¨®n de tiro, sin muertes, sufrimientos, destrucciones y todos los componentes tr¨¢gicos que toda guerra supone. En los desfiles de la victoria se desbord¨® el entusiasmo.Pero desde entonces la visi¨®n de la guerra, a trav¨¦s de los efectos que ha tenido en la regi¨®n, ha ido camblando. Sobre los norteamericanos ha ca¨ªdo una cascada de decepciones. Primero en Kuwa1t: La familia reinante de los Sabah, violando las promesas hechas a la oposici¨®n en el curso de la guerra, sigue ejerciendo un poder autocr¨¢tico; ni elecciones, ni Parlamento, ni proyecto siquiera de dar el voto a las mujeres.. En cambio, una represi¨®n salvaje que -con la cobertura de castigar a los "colaboracionistas"- se ha ejercido sobre todo contra los palestinos.
En Irak, Sadam, el Hitler de hoy -Bush dixit- sigue siendo el dictador implacable. A pesar de las impresionantes efectos de los bombardeos, conserva el ej¨¦rcito mejor equipado de la regi¨®n: 2.000 tanques, 400 helic¨®pteros, 200 aviones de combate, seg¨²n la prensa norteamericana. Es m¨¢s: los controladores de la ONU han descubierto que tiene armas qu¨ªmicas y elementos para fabricar el arma nuclear muy superiores a los que hab¨ªa reconocido. Bush amenaz¨® con iniciar nuevos bombardeos si el 25 de Julio Irak no desvelaba todos sus dep¨®sitos. Luego, a pesar de que subsiste la inc¨®gnita sobre las armas secretas de Sadam, Bush se ha echado atr¨¢s ante las reacciones negativas de Egipto y Arabla Saud¨ª.
La gran pregunta para muchos norteamericanos es: ?por qu¨¦ sigue Sadam despu¨¦s de nuestra victoria? ?por qu¨¦ la indiferencia de Bush cuando los kurdos en el Norte, y los chi¨ªes en el Sur, se sublevaron contra Sadam, coloc¨¢ndole en una situaci¨®n dif¨ªcil?. Es cierto que la ONU organiz¨® una operaci¨®n de protecci¨®n y de ayudas humanitarias a las zonas kurdas. Ahora Sadam negocia con los l¨ªderes kurdos un est¨¢tuto de autonom¨ªa para esa regi¨®n. Pero hechos del pasado indican que, con Sadam, tales acuerdos pueden ser violados en cualquier momento. Si Bush despreci¨® a los ch¨ª¨ªes y a los kurdos con la esperanza de que "un generaV desplazar¨ªa a Sadam -conservando as¨ª la unidad del Estado iraqu¨ª- ha sufrido un rev¨¦s grav¨ªsimo. Sadam ha "limpiado" los mandos de su ej¨¦rcito y todos los testimonios coinciden en que est¨¢ tan seguro como hace un a?o.
En el pasado abril, s¨®lo el 15% de los norteamericanos no aceptaba que la guerra del Golfo hab¨ªa sido "una gran victoria de los EE-UU". Seg¨²n el ¨²ltimo sondeo, ese porcentaje ha doblado en tres meses, y alcanza ya el 30%, La rapidez de esta progresi¨®n es el dato m¨¢s llamativo. En esta coyuntura, el argumento m¨¢s fuerte que tiene Bush para contener la ola de decepciones, y demostrar que la guerra del Golfo puede tener efectos positivos, es la convocatoria de la Conferencia sobre Oriente Medio anunciada en Mosc¨² en la cumbre de los presidentes de EE UU y la URSS. Pero a¨²n no hay garant¨ªas de que Israel acepte la propuesta. En todo caso, una cosa es sentarse en la mesa y otra obtener resultados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.