Paisajes familiares
?Es posible llegar a la vig¨¦sima pel¨ªcula realizada sin abandonar ni un ¨¢pice el mundo que las 19 restantes han recreado, y sin embargo cambiarlo superficialmente casi todo? A esta aparente contradicci¨®n parece responder Woody Allen con Alice, nuevo homenaje a su musa desde hace 11 pel¨ªculas -la vers¨¢til y decididamente encantadora Mia Farrow-, y de forma contundentemente afirmativa.El argumento del filme se puede resumir en pocas palabras; est¨¢ perennemente pautado por las sorpresas y narra las historia de Alice, una cat¨®lica de mediana edad que abandon¨® todo proyecto personal para casarse con un apuesto e inteligente millonario -William Hurt, tan desagradable como exige su personaje- .Un d¨ªa cualquiera, Alice se descubre poderosamente atra¨ªda por un hombre al que ve cuando lleva a sus ni?os al colegio. Atra¨ªda pero contrita: la muy cristiana culpabilidad es la otra cara de la moneda de su impulso.
Alice
Direcci¨®n y gui¨®n: Woody Allen.Fotograf¨ªa: Carlo di Palma. Producci¨®n: Robert Greenhut para Orion. Estados Unidos, 1990. Int¨¦rpretes: Mia Farrow, Joe Mantegna, William Hurt, Keye Luke, Judy DavIs, Cibill Shepherd, Alec Baldwin. Estreno en Madrid: Pompeya y Lumiere (V. O.).
Para resolverlo, Allen hace que su protagonista abandone esta vez el sill¨®n del psicoanalista por el cutre decorado de una habitaci¨®n de China Town en la que oficia el doctor Yang, experto en conjuros e hipnotismos. Dicho de otra manera: para el ir¨®nico neoyorquino parece haber llegado la hora de confiar no en Freud y la raz¨®n, sino en lo esot¨¦rico. Yang someter¨¢ a Alice a un tratamiento con extra?as hierbas que permitir¨¢ a la mujer desatar su estrangulante timidez y trocarla en arrolladora seducci¨®n -en una secuencia memorable en la que Farrow se declara a Joe Mantegna-, e incluso, hacerse sencillamente invisible. As¨ª podr¨¢ descubrir que su marido le es infiel y que sus amigas la consideran poco menos que una tonta de capirote.
Discurso familiar
Con tales elementos, decididamente sorprendentes, Allen construye, no obstante, un discurso en todo punto familiar y que comprende sus t¨®picos m¨¢s caracter¨ªsticos: la disecci¨®n ir¨®nica de la burgues¨ªa neoyorquina, con sus fiestas y sus tonter¨ªas sociales; un personaje omnipresente que no es otro que la Alice del t¨ªtulo -es ¨¦sta, tambi¨¦n, una pel¨ªcula sin Woody-; el decorado conocido de una Nueva York invernal y sugestiva; el retrato de una mujer de mediana edad que descubre, un poco por azar y un mucho por insatisfacci¨®n, que no tiene en la vida nada propio con excepci¨®n de su devoci¨®n por Teresa de Calcuta.El terrible juicio moral que impregnaba su anterior obra maestra, Delitos y faltas, se troca aqu¨ª en una trama m¨¢s aparentemente ligera, aunque no exenta de contradicciones: Allen sirve los elementos del filme para obligar al espectador a interrogarse sobre una ir¨®nica sospecha s¨®lo esbozada -y finalmente resuelta, y en un sentido sorprendente- ?No hubiese sido mejor para Alice que la dejasen en su burbuja de cristal, protegida del mundo por su propia ignorancia y por la inocencia desarmante de la que hace gala? Y en todo caso, como cualquier cineasta grande, -y Allen lo es, y mucho-, el neoyorquino se demuestra capaz de integrar con extraordinaria naturalidad el mundo on¨ªrico que propone el relato con una peripecia en la que se mezclan el amor, los celos, las sospechas, la timidez, los desencuentros.
Para muestra un bot¨®n: invitada por el fantasma de su primer amor a visitar un mundo definitivamente perdido, s¨®lo existente en el recuerdo, Alice lo hace con el expeditivo recurso de... echarse a volar. Pero Allen, que sabe c¨®mo concluir magistralmente este tipo de secuencias -recu¨¦rdese La rosa p¨²rpura de El Cairo o su episodio de Historias de Nueva York-, muestra a sus personajes danzando en una oscuridad s¨®lo alumbrada por un foco, mientras el off sonoro dice toda la historia de amor abortada entre los dos, convertidos definitivamente en fantasmas de s¨ª mismos. A veces lecci¨®n de cine, casi siempre construcci¨®n mod¨¦lica, de un gui¨®n que cuenta una historia m¨¢s interesante de lo que se desprende superficialmente de sus im¨¢genes, Alice no es, sin duda, la mejor pel¨ªcula de Woody Allen; pero no desmerece en nada la inspiraci¨®n de los 19 filmes que la han antecedido.
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