Empresa p¨²blica e internacionalizaci¨®n
La pol¨ªtica industrial -y el papel de la empresa p¨²blica dentro de ella- debe responder, a juicio del autor, al objetivo de globalizaci¨®n del mercado, con la m¨¢xima beligerancia, pero respetando escrupulosamente las reglas que la Comunidad Europea est¨¢ acabando de implantar para el mercado ¨²nico.
En la ¨²ltima lista publicada por Fortune, la ¨²nica empresa espa?ola que ocupa el primer lugar mundial en su correspondiente industria es el INI, l¨ªder mundial ?en la industria de la miner¨ªa!, a la que la revista norteamericana le imputa los casi dos billones de pesetas de facturaci¨®n global del grupo Pero incluso subsanando ese error, las dos ¨²nicas empresas espa?oles entre las 100 mayores firmas industriales del mundo son los dos grandes holdings p¨²blicos: el propio grupo INI, que ocupa el lugar n¨²mero 62, y el grupo Repsol, que ocupa el 72.Aunque s¨®lo fuera por eso, habr¨ªa que prestar una atenci¨®n particular a la empresa p¨²blica al analizar la realidad y la pol¨ªtica industrial espa?olas, ya que una de las peculiaridades de nuestra industria es precisamente la escasez de empresas de gran tama?o, que ejerzan una posici¨®n relevante en su correspondiente mercado a escala mundial, y la pr¨¢ctica inexistencia de multinacionales. El aislarniento secular de nuestra econom¨ªa ha conducido a una situaci¨®n relativamente an¨®mala, ya que ese escaso grado de internacionalizaci¨®n no se corresponde con el peso efectivo de nuestra industria en la econom¨ªa mundial, y ello constituye sin duda alguna una faceta vulnerable en el contexto actual de globalizaci¨®n de los mercados, por mucho que los procesos de integraci¨®n econ¨®mica y de liberalizaci¨®n del comercio mundial est¨¦n disminuyendo la importancia de la multinacionalizaci¨®n de las empresas como simple estrategia para superar las incertidumbres y los obst¨¢culos a los
intercambios impuestos por los nacionalismos econ¨®micos, que han sido hasta estos ¨²ltimos a?os el principal factor (el factor N) impulsor del fen¨®meno de implantaci¨®n de las empresas en espacios transnacionales.
Espa?a es un caso paradigm¨¢tico del impacto desincentivador del nacionalismo econ¨®mico sobre la internacionalizaci¨®n de las empresas del pa¨ªs que lo practica, ya que toda nuestra industrializaci¨®n se ha llevado a cabo, hasta las crisis econ¨®micas de los setenta, a trav¨¦s de la denominada v¨ªa nacionalista del capitalismo espa?ol, que supon¨ªa una renuncia aprior¨ªstica a competir en el mercado mundial, como correlato de la reserva del mercado dom¨¦stico para las propias empresas. Se trata de una excepci¨®n entre los 25 pa¨ªses con mayores PIB per c¨¢pita del mundo.
El nacionalismo renunciaba a los beneficios ya derivados de las econom¨ªas de escala y de especializaci¨®n, ya que, aunque se pudiera exigir a las multinacionales instalarse en el pa¨ªs para penetrar en nuestro mercado, su pol¨ªtica econ¨®mica obstaculizaba la expansi¨®n, haciendo inviable la internacionalizaci¨®n de las empresas dom¨¦sticas. De este modo se colocaba el techo a la concentraci¨®n de capital en el tama?o de empresa en que se alcanzaba el monopolio del mercado interior. ?sa es la raz¨®n por la que, siendo Espa?a un pa¨ªs con escasa concentraci¨®n de capital industrial, haya sido tambi¨¦n una econom¨ªa con un considerable grado de monopolio, lo que facilitaba tasas de retorno comparativamente elevadas, y no precisamente por la mayor eficiencia. ?stos son los factores que explican el avance de las empresas multinacionales: por eso su penetraci¨®n actual est¨¢ introduciendo mayor competencia.
Mientras existieron ¨¢reas de actividad en las que se presentaban oportunidades monopolistas no hubo incentivos para la expansi¨®n internacional de las empresas espa?olas. El problema apareci¨® cuando se agotaron tales oportunidades excepcionales y la prosecuci¨®n del crecimiento exig¨ªa proceder a desregular la econom¨ªa, abriendo progresivamente la econom¨ªa a los intercambios internacionales liberalizados, para lo cual hubo que lanzarse a la b¨²squeda de la competitividad.
La reconversi¨®n
Las crisis de los setenta dieron la se?al para cerrar la etapa nacionalista y para proceder a la integraci¨®n progresiva de nuestra industria en el mercado europeo. El fen¨®meno coincidi¨® con la aceleraci¨®n del proceso de internacionalizaci¨®n de las econom¨ªas dotados los pa¨ªses avanzados, lo que produjo la aparici¨®n de excesos de capacidad econ¨®micamente rentable en la pr¨¢ctica totalidad de las industrias maduras, pero especialmente en aquellas que, como consecuencia de imperativos nacionalistas, se encontraban por debajo de su tama?o m¨ªnimo eficiente o en los sectores m¨¢s capaces de generar econom¨ªas de escala y en aquellas otras que soportaban desventajas competitivas cobijadas bajo fuertes aranceles.
Ia respuesta a ese conjunto de problemas fueron las pol¨ªticas de reconversi¨®n industrial, que supusieron la ruptura con el periodo de planificaci¨®n econ¨®mica practicada anteriormente. El signo de la nueva ¨¦poca fue, por un lado, su car¨¢cter transitorio, y por otro, la sustituci¨®n de los modelos de crecimiento equilibrado en favor de otros en los que el factor discriminante del crecimiento industriales la ventaja competitiva y en los que cualquier idea de equilibrio se tiene que referir al mercado internacional, en el que la planificaci¨®n no tiene sentido, excepto en ¨¢reas de infraestructura, de abastecimiento energ¨¦tico y de servicios p¨²blicos, que son las ¨²nicas ¨¢reas cuyos mercados contin¨²an estructur¨¢ndose b¨¢sicamente a escala nacional.
Como consecuencia del papel que se le atribuy¨® en anteriores etapas de la politica industrial, el INI ten¨ªa concentrada buena parte de sus activos en las industrias afectadas por la aparici¨®n de fuertes excesos de capacidad, por lo que el papel del holding p¨²blico y las prioridades de su actuaci¨®n industrial se vieron violentamente trastocados durante los ¨²ltimos 15 a?os; de la m¨ªstica del crecimiento se pas¨® por la imperiosa necesidad de reconvertir y disminuir capacidad, bajo la supervisi¨®n, en algunos casos, de !as autoridades europeas, que han debido coordinar el proceso para tratar de que el ajuste se llevase a cabo sin practicar pol¨ªticas de empobrecimiento del vecino.
Pero la reestructuraci¨®n fue por definici¨®n una etapa transitoria para facilitar la adaptaci¨®n de las industrias nacidas y estructuradas para competir en contextos de econom¨ªas nacionales al nuevo marco de progresiva globalizaci¨®n. En el futuro, las empresas reconvertidas -p¨²blicas o privadas- han de buscar su adaptaci¨®n competitiva al nuevo contexto, para lo cual el INI, que es nuestro principal grupo industrial, ocupa una posici¨®n id¨®nea por su capacidad de interlocuci¨®n con los grandes grupos europeos y multinacionales. Para hacer esto posible hay que dotarlo de la estructura jur¨ªdica y patrimonial adecuada, desvincul¨¢ndolo de los presupuestos del Estado.
Lo arcaico del nacionalismo econ¨®mico no es ¨®bice para que se defienda al m¨¢ximo la presencia de la industria espa?ola en la formaci¨®n de los nuevos grupos multinacionales que el gran mercado interior va a impulsar. Se trata de llevar a cabo, en las condiciones m¨¢s favorables para nuestra industria, la transici¨®n entre una econom¨ªa dominada por el factor N a otra caracterizada por el factor F europeo, como paso previo a la plena globalizaci¨®n de nuestras actividades industriales. La pol¨ªtica industrial -y el papel de la empresa p¨²blica dentro de ella- debe responder a ese objetivo de globalizaci¨®n, con la m¨¢xima beligerancia, pero respetando escrupulosamente las reglas que la Comunidad Europea est¨¢ acabando de implantar para el mercado ¨²nico.
?ste es un condicionante que a veces se olvida cuando se discute sobre pol¨ªtica industrial. Es cierto que durante la etapa de transici¨®n los Gobiernos mantienen todav¨ªa comportamientos nacionalistas residuales, pero la actitud a adoptar respecto a ellos debe basarse en la reciprocidad defensiva y en la defensa de las reglas de juego limpio competitivo, ya que no se puede construir una pol¨ªtica industrial a base de generalizar comportamientos irregulares. ?sta debe ser la pauta de conducta espa?ola, tanto por convicci¨®n como por conveniencia, ya que la escasez relativa de recursos p¨²blicos disponibles no bastar¨ªa para garantizar ventajas competitivas a nuestra industria, aun en el caso de que ¨¦sa fuera la v¨ªa m¨¢s eficiente, que no lo es. El derecho es la mejor defensa de los menos fuertes.
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