Los Doce intentan superar su divisi¨®n sobre la Europa a dos velocidades
El paso a la tercera fase de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria ser¨¢ debatido hoy en el Consejo informa? de ministros de Econom¨ªa y Finanzas de la CE que se celebra en Apeldoorn (Holanda). El objetivo es superar la divisi¨®n provocada por la propuesta holandesa de una Europa monetaria a dos velocidades, inevitable de hecho, pero jur¨ªdicamente inaceptable. Espa?a plantea que se pueda alargar hasta 1999 el proceso de ajuste que se llevar¨¢ a cabo durante la segunda etapa preparatoria que comenzar¨¢ el 1 de enero de 1994. Holanda est¨¢ dispuesta a reformar su propuesta
La discriminaci¨®n que representa un mercado sin barreras para todos, pero una moneda ¨²nica reservada en principio s¨®lo a las econom¨ªas m¨¢s estables y saneadas, suscit¨® el pasado 9 de septiembre la firme oposici¨®n de la Comisi¨®n y el Parlamento europeos, igual que el rechazo de Francia, Italia, Portugal y Grecia a la propuesta de Holanda.Wim Kok, el ministro de Finanzas de Holanda -pa¨ªs que ostenta la presidencia de turno de la CE-, est¨¢ dispuesto a reformar su proyecto de dos velocidades para evitar el freno a una reforma que tiene que ser aprobada en la cumbre de Maastrich el pr¨®ximo 10 de diciembre. Las diferencias entre los Doce se extienden a las condiciones de convergencia y al contenido y duraci¨®n de la etapa de preparaci¨®n de la moneda ¨²nica y del banco central europeo.
Seis pa¨ªses
Seg¨²n la primitiva propuesta holandesa, s¨®lo los pa¨ªses m¨¢s estables (en principio seis) crear¨ªan en 1997 la uni¨®n econ¨®mica y monetaria y el resto, ingresar¨ªan en el club de privilegiados cuando as¨ª lo decidiera el n¨²cleo duro. Las condiciones para entrar de los primeros suponen una tasa de inflaci¨®n no superior en 1,5 puntos a la del pa¨ªs que la tenga m¨¢s baja, que la diferencia de los tipos de inter¨¦s no sea superior a un punto, que el d¨¦ficit p¨²blico global no supere el 3% y la deuda p¨²blica en circulaci¨®n no exceda el 60% del producto interior bruto.
B¨¦lgica y Espa?a han ofrecido f¨®rmulas de compromiso, de car¨¢cter jur¨ªdico, para evitar una divisi¨®n contraria a la filosof¨ªa de una Europa unida. En lugar de dos velocidades, habr¨¢ periodos extra de adaptaci¨®n para los pa¨ªses inadaptados o para los que voluntariamente, como ser¨¢ previsiblemente el caso del Reino Unido, as¨ª lo elijan. La oportunidad de decidir la uni¨®n monetaria por unanimidad se extender¨ªa, seg¨²n la propuesta espa?ola, hasta 1999. Si entonces no hay acuerdo bastar¨ªa con que ocho pa¨ªses la crearan y se incorporaran luego a ella quien as¨ª lo decidiera o fuera adapt¨¢ndose a las condiciones finalmente impuestas.
El ministro espa?ol Carlos Solchaga afirm¨® entonces que "Espa?a estar¨¢ preparada para entrar en el grupo de cabeza". Las condiciones para acceder a la moneda ¨²nica justificaban un ajuste duro rechazado por los sindicatos en la oferta de pacto social de progreso. La econom¨ªa espa?ola necesita, sobre todo, reducir dr¨¢sticamente la inflaci¨®n y bajar los tipos de inter¨¦s.
La opini¨®n generalizada es que es necesario imponer condiciones para el ingreso y fijar una fecha "si se quiere el tren de la uni¨®n monetaria eche un d¨ªa a andar". Solchaga, de quien parti¨® la iniciativa de retrasar un a?o el inicio de la segunda fase, defiende ahora que este per¨ªodo intermedio se alargue para que los pa¨ªses que lo necesiten dispongan de m¨¢s tiempo en el proceso de convergencia econ¨®mica.
Seg¨²n la propuesta espa?ola, los pa¨ªses inicialmente marginados por inadaptados, en lugar de quedar en lista de espera supeditados a que el club de adelantados decidiera acogerlos en su seno, podr¨¢n ejercer su voto para defender su candidatura al ingreso.
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