El gran secreto de la diplomacia espa?ola

Madrid - 19 oct 1991 - 00:00CET

Pasadas las doce de la noche del jueves, reci��n regresado de Teher��n, el ministro espa?ol de Exteriores, Francisco Fern��ndez Ord��?ez, recibi�� una llamada telef��nica de su hom��logo norteamericano, James Baker, desde Jerusal��n: "Hemos decidido que Madrid sea la sede de la conferencia de paz sobre Oriente Pr��ximo". El responsable de la diplomacia espa?ola sinti�� "una inmensa alegr��a". "Tiene un alcance hist��rico", coment��. Sin llegar a hacer una campa?a activa, Espa?a dej�� caer su candidatura cuando, despu��s del verano, qued�� claro que Washington y Mosc�� estaban decididos a llevar adelante el proceso de paz.

La propuesta fue discutida en los pasillos de la Asamblea General de la ONU a finales de septiembre, y a mediados de octubre, don Juan Carlos la evoc�� con George Bush cuando el presidente norteamericano le recibi�� en su residencia de Camp David. En el seno de la Administraci��n espa?ola, las pretensiones de Madrid eran, sin embargo, el secreto mejor guardado. "Cuando Ord��?ez se acost�� el jueves, reci��n llegado de Teher��n, s��lo tres espa?oles conoc��an la buena nueva: el propio ministro de Exteriores, Felipe Gonz��lez y el Rey", asegura uno de los colaboradores de Fern��ndez Ord��?ez.

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Su sede ser��, casi con certeza, el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, uno de los cuatro recintos existentes en Espa?a que puede acoger a tal cantidad de personas.Ese conjunto arquitect��nico ya acogi�� en en 1982 a la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci��n en Europa y en 1989 al Consejo Europeo con el que concluy�� la presidencia espa?ola de la CE.

Las otras ciudades que compitieron para acoger la conferencia eran Nueva York y Ginebra (descartadas por ser sedes de Naciones Unidas), La Haya (vista con reticencias por los ��rabes por ser la capital de un pa��s proisrael��), Atenas (descartada por Israel a causa de su inseguridad y de las simpat��as pro��rabes de su Gobierno), Lausana (que carec��a de las infrastructuras necesarias) y varias aglomeraciones urbanas italianas,

Los altos funcionarios que en Exteriores y Moncloa siguen de cerca el conflicto ��rabe-israel�� son esc��pticos sobre los resultados que puede generar el proceso negociador. Algunos incluso se preguntan hasta que punto Estados Unidos est�� comprometido con el desarrollo de la conferencia y no s��lo con su convocatoria.

"Sospecho", comentaba un alto cargo que pidi�� permanecer en el anonimato, "que desean que se inicie para demostrar al mundo ��rabe que no hay dos varas de medir diferentes para Sadam Husein e Isaac Shamir".

"De ah�� a empe?arse a fondo para lograr desenmara?ar Oriente Pr��ximo hay un margen...".

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