?Prosinecki? Bah, es un individualista
Dicen que Robert Prosinecki es muy individualista. Y tienen raz¨®n: ya era muy individualista con dieciocho a?os, cuando fue seleccionado para participar en el mundial juvenil de Chile y cuando finalmente recogi¨® dos copas: la de Campe¨®n y la de Mejor Jugador. Ya era muy individualista cuando recibi¨® el mando del Estrella Roja en 1990; cuando marc¨® al Radnicki los dos mejores goles de la temporada con un margen de tres minutos; cuando consigui¨® que su equipo se proclamase campe¨®n de Liga con 11 puntos de ventaja y cuando gan¨® la Copa de Europa tras golear al Dinamo de Dresde y al Glasgow Rangers, y vencer al Bayern de M¨²nich en el estadio Ol¨ªmpico por primera vez en la historia de las competiciones europeas, y de resistir al Marsella en un partido p¨¦simamente planteado por su jefe supremo. Fue muy individualista en septiembre, cuando, con s¨®lo 22 a?os, recogi¨® el Trofeo Bravo al mejor futbolista joven de Europa en competencia con Baggio, Boban y con toda la corte de j¨®venes l¨ªderes de la llamada Liga de las estrellas. La clasificaci¨®n final muy llamativa: en unos casos duplic¨® y en otros triplic¨® la puntuaci¨®n de sus 'adversarios.Los t¨¦cnicos m¨¢s prestigiosos se pronunciaron de forma un¨¢nime sobre ¨¦l: en Argentina dijeron que hab¨ªa descubierto el f¨²tbol musical; en Alemania que su juego era tan germ¨¢nico como su origen, y en Italia, que ah¨ª van diez millones de d¨®lares. Un tipo llamado Arrigo Sacchi, poco dado a las efusiones individualistas, sentenci¨®: "En su juego se expresa con toda exactitud lo que es el talento natural, esa inexplicable sencillez para realizar las cosas m¨¢s dif¨ªciles. Juega al f¨²tbol con la misma facilidad con que Mozart compon¨ªa".
Analizarle por elementos resulta abrumador. Es muy r¨¢pido, tiene un cambio de ritmo fulminante" hace un despliegue f¨ªsico excepcional, su regate de suela es tal vez el m¨¢s original, tira maravillosamente y pasa la pelota con mando a distancia: sus toques con freno ponen a prueba el famoso efecto Magnus, uno de los gui?os de la din¨¢mica de fluidos. Ahora bien, es muy individualista.
En s¨®lo unas semanas, su vida ha cambiado radicalmente: ha seguido con ansiedad el endurecimiento de la guerra en su pa¨ªs, ha sufrido dos lesiones musculares, ha pillado la gripe y ha perdido la muela del juicio. Pero nadie le juzga con atenuantes. Cuando se pregunta por ¨¦l, todos se limitan a leer la etiqueta que lleva colgada de su oreja de murci¨¦lago deste?ido: "Bah, un individualista". En caso de que alguien pregunte si es muy malo en un jugador de sus cualidades y su historial, todos se limitan a leer en voz alta la etiqueta que lleva colgada de su nariz de lechuza insomne: "En el Madrid actual, mal¨ªsimo". Ah¨ª deber¨ªa aparecer Woody Allen para decir con una cabriola: "Amigo, acaba usted de proclamar que ni Maradona ni Pel¨¦ ni Cruyff habr¨ªan tenido un puesto en-el-Madr¨ªd-actual. O, con otras palabras acaba usted de cargarse treinta a?os de f¨²tbol.
En verdad, tampoco hay que asombrarse demasiado ante el popular juego de prestidigitaci¨®n que reduce al mejor futbolista joven de Europa, y quiz¨¢ del mundo, a "bah, un individualista". Al fin y al cabo, los entrenadores suelen favorecer esas operaciones aparentemente destinadas a entregar el f¨²tbol a los picapedreros. ?Qu¨¦ hace el entrenador medio cuando rec¨ªbe a un jugador excepcional? Lo mismo que aquel paleto que lleg¨® a la ciudad y comprob¨® que en su hotel no hac¨ªa falta ir al pil¨®n para conseguir agua: ?bastaba acercarse a cierto artilugio llamado grifo y dar media vuelta a la llave! Antes de volver a casa, el paleto pas¨® por una fontaner¨ªa y pidi¨® uno con hilo musical y pomo de oro.
Cuando lleg¨® a1pueblo, lo atornill¨® a la pared de su dormitorio, dio media vuelta a la llave y comprob¨® que de all¨ª no sal¨ªa nada. Entonces exclam¨® muy corrido: "Bah, me han enga?ado: este grifo es muy individualista".
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