Del Artico al Mediterr¨¢neo
El t¨¦rmino espacio econ¨®mico europeo se remonta a 1984 y fue mencionado por representantes de la CE y la EFTA durante un encuentro conjunto de los dos mayores bloques econ¨®micos de la Europa Occidental. Cinco a?os despu¨¦s, Jacques Derlors, presidente de la Comisi¨®n Europea, propuso al segundo una forma de asociaci¨®n que no entorpeciera el propio proceso de integraci¨®n comunitario.Los encuentros informales y las discusiones protagonizadas desde entonces por los 19 pa¨ªses se saldaron el pasado lunes con un acuerdo que llega poco antes de la entrada en vigor del mercado ¨²nico europeo. Este marco incluir¨¢ tambi¨¦n a los reci¨¦n llegados, dibujando as¨ª la mayor zona de libre cambio del mundo.
Para participar en esta empresa, la EFTA ha debido hacer varias concesiones. Por un lado, no participar¨¢ en el sistema de subsidios establecidos por la Comunidad para sus 12 miembros. Tampoco tendr¨¢ poder de decisi¨®n en la redacci¨®n de normas comunitarias aunque es posible que permanezca en calidad de observador. S¨ª deber¨¢ asumir por el contrario la legislaci¨®n comunitaria relativa a las cuatro libertades propias del mercado ¨²nico. Su contribuci¨®n econ¨®mica, adem¨¢s, engrosar¨¢ el cap¨ªtulo de fondos estructurales de la CE y favorecer¨¢ a sus cuatro pa¨ªses m¨¢s pobres (Grecia, Portugal, Irlanda y Espa?a).
El otro plato de la balanza presenta un saldo m¨¢s favorable para la EFTA. Cuando ¨¦sta fue creada en 1959, el Reino Unido y Portugal se contaban entre sus miembros. Desde entonces ha perdido tambi¨¦n a Dinamarca y Espa?a y ganado a Finlandia. Con el tiempo, el experimento europeo protagonizado al principio por seis pa¨ªses (Benelux, Francia, Italia y Alemania) ha doblado su n¨²mero. Para la EFTA el acuerdo del lunes suponer adaptarse a las normas de la CE pero tambi¨¦n participar en la ampliaci¨®n de un mercado frente al que quiso ser alternativa y se ha convertido en interlocutor. En 1989 el 59,5% de las importaciones y el 56,6% de las exportaciones de la EFTA proced¨ªan o llegaban a la CE. Ese mismo a?o ¨¦sta enviaba a la EFTA el 26,3% de sus exportaciones y recib¨ªa el 22,9% de sus productos.
Si las intenciones de Jacques Delors eran ciertas, sus deseos no se han hecho realidad por lo menos en el caso de Austria y Suecia. Las dos han solicitado formalmente su entrada en la CE y las conversaciones con los suecos pueden comenzar el a?o pr¨®ximo. En los ¨²ltimos d¨ªas incluso Suiza ha reconocido que antes o despu¨¦s pedir¨¢ tambi¨¦n la adhesi¨®n. Noruega, por el contrario, mantiene abierta la herida del refer¨¦ndum de los a?os setenta.
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