La abundancia de buenas pel¨ªculas dificulta al jurado la selecci¨®n de los premios
Lo acostumbrado es que, al final de los festivales de cine, el jurado encuentre dificultades para cubrir todos los premios previstos con t¨ªtulos de pel¨ªculas y nombres de cineastas que se los merecen. Pero el jurado de la Seminci 91, como hace unos meses le ocurri¨® al de Cannes, va a encontrarse hoy ante una situaci¨®n de signo contrario: dificultad no por defecto, sino por exceso de buenas pel¨ªculas. Esta abundancia obligar¨¢ a descartar trabajos que merecen ser premiados. La proyecci¨®n ayer del filme chino La linterna roja a?adi¨® m¨¢s candidatos junto a los muchos vistos en d¨ªas precedentes.
Est¨¢ dirigida La linterna roja por Zhang Yimou, que tiene tras- de ¨¦l dos obras de la envergadura de Sorgo rojo y, sobre todo, Semilla de crisantemo, pel¨ªcula extraordinaria, perfecta, que pas¨® desapercibida, a causa de los politiqueos, en el Festival de Cannes de 1990 y que ahora, teniendo su ¨¦xito en Espa?a como plataforma de lanzamiento, se est¨¢ abriendo paso en todo el mundo, salvo en China, donde sigue, como esta Linterna roja, amordazada a causa de su poes¨ªa corrosiva y de su fuerza transgresora. La linterna roja es, como Semilla de crisantemo, un filme que representa los mecanismos del poder familiar, en cuanto par¨¢bola del poder pol¨ªtico, dentro de la China prerrevolucionaria. Lo terrible y hermoso del filme es que el fondo de esta nueva indagaci¨®n de Y¨ªmou en el pasado feudal y desp¨®tico de la sociedad china tiene hoy una desazonadora vigencia. De nuevo la belleza y expresividad de la extraordinaria actriz Gong Li le sirven a Yimou como foco perturbador del viciado silencio que, ayer como hoy, cubre como una losa a la China libre y profunda.
Censores chinos
Algo se mueve y remueve en estas profundidades calladas, pero se intuye que explosivas, de aquel continente sojuzgado y aparentemente quieto. Gong Li, su belleza elegante y ¨¢spera, secretamente violenta, son de una elocuencia fuera de lo com¨²n, que, en manos de Zhang Yimou, se convierte en una elocuencia abiertamente subversiva. No es casual, por ello, que este filme se exhiba en todo el mundo salvo en su pa¨ªs. Los censores chinos, al servicio del orden que orden¨® disparar a la multitud en Tiananmen, saben lo que hacen. A La linterna roja, que cerr¨® la competici¨®n de esta Seminci, precedi¨® en la programaci¨®n el filme espa?ol Catorce estaciones, dirigido por Antonio Gim¨¦nez-Rico, escrito por Enrique Larreta e interpretado, junto a algunos actores franceses poco conocidos, por los espa?oles Juan Luis Galiardo, Santiago Ramos, M¨®nica Randall y Joaqu¨ªn Hinojosa. Es una pel¨ªcula ambiciosa pero fallida. Comienza bien y crea unas expectativas que m¨¢s tarde no cumple, a causa del estancamiento e inmovilidad interior a que el cors¨¦ de los di¨¢logos somete a los personajes, que no evolucionan ni crean sensaci¨®n de mutaci¨®n, y por lo que al final son exactamente lo que eran al principio.
Mal asunto, sobre todo si se tiene en cuenta que la pel¨ªcula pretende representar un viaje, un desplazamiento fisico, que nunca se refleja en un paralelo desplazamiento ps¨ªquico y dram¨¢tico. El viaje se queda quieto a la media hora de proyecci¨®n y ni la solvencia de los actores, ni la correcci¨®n del trabajo de realizaci¨®n de Gim¨¦nez-Rico logran hacerle avanzar en la hora siguiente.
El mal procede de la base: de la composici¨®n del gui¨®n, que es puramente mec¨¢nica. Y el pato lo pagan los int¨¦rpretes, que se esfuerzan in¨²tilmente por dar vida a unos personajes de cart¨®n, sin duraci¨®n an¨ªmica, nacidos muertos y pr¨¢cticamente irrepresentables. De ah¨ª que esta segunda pel¨ªcula espa?ola en competici¨®n se quede en un discreto intento de cine comercial de calidad, pero que poco tiene que hacer en un concurso de pel¨ªculas tan elevado, variado y abundante como el de esta memorable edici¨®n de la Seminci.
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