El final de la escapada
El Presupuesto aflora parte de deudas ocultas del Estado pero no afronta su soluci¨®n
Se acabaron las ilusiones. En 1991, la econom¨ªa espa?ola ha vuelto a su realidad. Despu¨¦s del trepidante crecimiento del trienio 1988-1990, que ha permitido la espectacular creaci¨®n de 1.126.000 empleos -258.000 m¨¢s de los previstos-, el ritmo de la actividad econ¨®mica ha ido perdiendo gas y en el horizonte han vuelto a aparecer las incertidumbres de anta?o: tipos de inter¨¦s elevados, inflaci¨®n sostenida, d¨¦ficit p¨²blico irreductible y. d¨¦ficit exterior creciente. Pero ahora todo junto y con lo realmente preocupante de que la capacidad para seguir creando puestos de trabajo est¨¢ muy agotada.
La alarma de esta cr¨ªtica situaci¨®n econ¨®mica se dispar¨® al trascender la existencia de un importante agujero en las cuentas p¨²blicas de casi un bill¨®n de pesetas -generado por deudas ocultas y ca¨ªda de la recaudaci¨®n fiscal- lo que forz¨® al Gobierno a aplicar un dr¨¢stico recorte del gasto de unos 309.000 millones de pesetas.Los Presupuestos de 1992 han tenido el m¨¦rito de reconocer una parte i portante de estos desajustes, lo que ha exigido un fuerte crecimiento del gasto p¨²blico para cubrir las deudas ocultas y poner en claro las necesidades reales del sector p¨²blico espa?ol. Pero no se han abordado los problemas de fondo: ?Cu¨¢les son las causas de estos desajustes?; ?Son suficientes los ingresos fiscales actuales?; ?Qu¨¦ nivel de d¨¦ficit publico se est¨¢ dispuesto a aceptar?; ?Cu¨¢les son los gastos p¨²blicos prioritarios?: Cu¨¢ntos recursos se deben destinar a gastos sociales, (pensiones, desempleo); inversiones (carreteras, tren de alta velocidad) o subvenciones a empresas p¨²blicas (Hunosa, Renfe). Preguntas sin respuesta que el Gobierno ha preferido aplazar y cuya respuesta tampoco quiere ofrecer. la oposici¨®n.
En definitiva se ha perdido un a?o, porque las causas que provocan estos desajustes entre los ingresos y gastos p¨²blicos reales y sus previsiones iniciales permanecen sin ser atacadas.
El agujero descubierto en las cuentas p¨²blicas a mediados de 1991, que forz¨® al Gobierno a un dr¨¢stico recorte, del gasto fue una ocasi¨®n privilegiada para examinar a fondo la pol¨ªtica econ¨®mica. El agujero de un bill¨®n de pesetas no es una cuesti¨®n coyuntural que se gener¨® de la noche a la ma?ana. Muchas de las deudas ocultas que ahora se han reconocido no se generaron en 1991, sino que se han ido embalsando en los ¨²ltimos a?os. Un ejemplo de. estos retrasos son las deudas por expropiaciones que llegaron a alcanzar a principios de a?o los 30.000 millones de pesetas, algunas de la caules se contrajeron hace m¨¢s de tres a?os. Otro caso fue el de las pensiones no contributivas. Se hizo una previsi¨®n de gasto de unos 150.000 millones de pesetas, pero s¨®lo se presupuestaron unos 7.000 millones.
Ilusi¨®n recaudatoria
El origen del agujero conocido fue doble: Por un lado, una ca¨ªda de la recaudaci¨®n tributaria en unos 290.000 millones de pesetas y, por otro, un disparo de los gastos en m¨¢s de 750.000 millones de pesetas. La ca¨ªda de la recaudaci¨®n fiscal, un hecho sin precedentes en los ¨²ltimos a?os, es un s¨ªntoma revelador de que se trata de un sistema agotado. En los ¨²ltimos a?os se fueron adoptando una serie de medidas que fueron apurando al m¨¢ximo la capacidad recaudadora, tales como el aumento del ingreso a cuenta del 30% al 55% del impuesto de sociedades en 1989, el aumento de las retenciones a cuenta del capital, mobiliario del 20% al 25% o el anticipo de pagos fraccionados. En realidad se ha creado la la ilusi¨®n de un aumento de la recaudaci¨®n cuando en muchos casos lo ¨²nico que ha habi¨¢o es una serie de sucesivos anticipos de los ingresos fiscales.
Todo ello con independecia, de que la presi¨®n fiscal que soportan los asalariados espa?oles de rentas medias y altas sea de las m¨¢s altas de los pa¨ªses occidentales, superior a la de EE UU,. Francia, Gran Breta?a o Alemania. A modo de ejemplo, en Francia, un matrimonio sin hijos con unos ingresos de 15 millones de pesetas llega al tipo marginal del 56,8%, pero su tipo medio efectivo es del 31,6 %. En Espa?a, con el r¨¦gimen vigente se llega al tipo m¨¢ximo del 56% y a un tipo medio efectivo similar con la mitad de estos ingresos (8.560.000 pesetas).
Reforma fiscal
Esta situaci¨®n tan gravosa para los asalariados espa?oles ha sido una de las razones que impuls¨® la reforma fiscal que entrar¨¢ en vigor el pr¨®ximo a?o y que supondr¨¢ una importante rebaja de tipos impostivos de tres a cuatro puntos y una ca¨ªda de la recaudaci¨®n de unos 400.000 millones de pesetas para el Estado. En resumen, el actual sistema fiscal deja muy poco margen de maniobra para aumentar los ingresos como no sea por la v¨ªa de intensificar el fraude.
En cuanto al gasto, las principales desv¨ªos descubiertos en 1991 se producen en los subsidios al desempleo (200.000 millones de pesetas) los costes sanitarios (250.000 millones) y los intereses de la deuda p¨²blica (300.000 millones de pesetas). Desequilibrios que al no corregirse se reproducir¨¢n en buena parte el pr¨®ximo a?o.
Sin duda, el ministro de Econom¨ªa, Carlos Solchaga, ha sido el primero en conocer cuales eran las dificultades para aumentar los ingresos p¨²blicos y contener los gastos, de la misma forma que conoc¨ªa mejor que nadie el estrecho margen que le quedaba en la pol¨ªtica monetaria desde la entrada en el sistema monetario europeo. Por esta raz¨®n busc¨® un acuerdo con los sindicatos en el pacto de Progreso para reconducir la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola. Pero lo que es dif¨ªcil de entender, es que tras el fracaso del pacto, se elaboraran unos nue vos presupuestos que s¨®lo conducen a agravar m¨¢s la si tuaci¨®n.
Pero este escenario de dificultades aparece precisamente tras tres a?os de un importante crecimiento econ¨®mico. Da la sensaci¨®n de que la economia espa?ola no ha sabido digerir bien estos a?os de bonanza.
En el caso del empleo se ha ido por delante de las propias previsiones del Gobierno establecidas en Los Escenarios Macroecon¨®micos y Presupuestuarias 1998-1992. (V¨¦ase cuadro). Esta mejora del empleo se ha visto oscurecida por la fuerte desacelaracion registrada este a?o. Durante el trienio 1989-1990 se crearon 1.126.000 puestos de trabajo. Es decir, 258.000 m¨¢s de los previstos. Este excedente permitir¨¢ alcanzar sobradamente los objetivos de 1991, que supon¨ªan la creaci¨®n de otros 308.000 nuevos puestos de trabajo. Pero todo parece indicar que se est¨¢ agotando esta capacidad para generar empleo. La creaci¨®n de otros 341.000 empleos inicialmente previstos para 1092 ya ha sido descartada por el Gobierno que sit¨²a sus previsiones en 200.000.
El crecimiento de los gastos sociales
En relaci¨®n con el gasto social -pensiones, desempleo, sanidad, educaci¨®n y vivienda-, el. avance ha sido significativo, a excepcion de los gastos por desempleo, si se compara con las previsiones. As¨ª, en 1992, las pensiones representar¨¢n- el 9,1% del PIB (frente al 8,9% previsto); la sanidad el 4 2% (4,1% previsto); y la educaci¨®n e investigaci¨®n 2,1% (2,5% previsto).A excepci¨®n de las dotaciones del subsidio de desempleo que representan el 4,9% del PIB, frente al 4,2% previsto, no se puede decir que el gasto social se haya desmadrado. En su conjunto, se ha mantenido bastante estable desde 1984, en que representaba el 19,3% del PIB al 19,7% en 1991. El salto significativo se ha producido en 1992, a?o en que este porcentaje se elevar¨¢ al 20,5% del PIB, crecimiento debido por el aumento de las subvenciones al desempleo.
Con todo, el fuerte,aumento del PIB en los ¨²ltimos a?os (25% entre 1986-1990, frente a un 16,5% de la CE) han permitido a Espa?a efectuar un importante avance en los gastos sociales por habitante. Tomando como referencia un reciente estudio de la CE en el que se mide la evoluci¨®n de los recursos destinados a pensiones, subsidio por desempleo, sanidad y subsidios familiares, los gastos de protecci¨®n social por habitante entre 1980 y 1990 han crecido un 24%.
En Espa?a el crecimiento ha sido fuerte, del orden del 37%, pero inferior al de Italia (52%), Portugal (55%). y Grecia (86%). Pero est¨¢ lejos de los casi 600.000 pesetas de gasto social por habitante que destina Dinamarca, las 542.000 de Alemania, las 500.000 de Francia, los espa?oles deben conformarse con 154.368 pesetas, todav¨ªa menos de la mitad de la media europea de 380.000 pesetas por habitante,
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