Kelley: provocaci¨®n no edificante
La acelerada propulsi¨®n de estrellas ef¨ªmeras que ha lanzado el mercado de vanguardia americano en los ¨²ltimos 10 a?os ha sido realmente agotadora para quien haya seguido de cerca este curso de los acontecimientos, como nos ha ocurrido a nosotros y sin necesidad de movernos de Madrid.Haciendo un mero recuento de las muestras colectivas vistas aqu¨ª recordemos American painting: the eighties (1981), Tendencias en Nueva York (1983), Psyco-pueblo (1985), Paradise lost Paradise regained. american visions of the new decade (1985), El arte y su doble (1987) y El jard¨ªn salvaje (1991).
Seis exposiciones conteniendo sendas propuestas antag¨®nicas, atrav¨¦s de m¨¢s de un centenar de artistas diferentes, de los que tan s¨®lo apenas si media docena han dado se?ales de permanecer, nos puede dar una idea aproximada de la situaci¨®n.
Mike Kelley
Galer¨ªa Juana de Aizpuru. Barquillo, 44. Madrid. Del 5 de noviembre al 12 de diciembre de 1991.
Mike Kelley (Detroit, 1954), a pesar de haber realizado su primera muestra individual en 1981, no estuvo en ninguna de las anteriores panor¨¢micas, pero ello s¨®lo compromete el juicio de lo realizado estos tres ¨²ltimos a?os, en los que este artista ha sido un aut¨¦ntico rompedor en el citado mercado americano, actualmente propulsi¨®n mercantil made in USA y de esos otros pesares de emplear los mismos gui?os estil¨ªsticos de la mayor parte de sus compatriotas generacionales recientemente puestos de moda, como la libertina combinaci¨®n del pop y el conceptual en funci¨®n de un lenguaje pol¨ªtico de denuncia bastante poco cre¨ªble, tiene algo que me interesa y que, a mi modo de ver le aparta del aburrido moralismo convencional de sus colega contestatarios y sus viejas pr¨¦dicas de rancio izquierdismo todas ellas hoy suscritas por los diarios liberales de gran tirada y las buenas universidades de la Costa Este, en cuyas facultades, de arte se han graduado ade m¨¢s la mayor¨ªa.
Antianglosaj¨®n
Eso que intuyo como interesante en Mike Kelley es lo siguiente: un chapucero descuido voluntario de las formas, un tono burlesco decididamente brutal y el gusto por lo que jam¨¢s ha soportado la sensibilidad an glosajona: la escatolog¨ªa y el sexo.Vamos, algo as¨ª como un Alfred Jarry que, sin dejar de ver la televisi¨®n, se paseara imaginariamente por las ham burgueser¨ªas, los almacenes, los cines y las concentraciones sociales edificantes, sin renunciar por ello en ning¨²n sitio a dejar una huella grosera con rotulador.
El resultado no es otro que un E. T. con cola de lombriz desplegable o dibujos negros donde, si no se percibe de inmediato lo crapuloso, una inscripci¨®n escrita ayuda a poner en claro la bofetada. ?Es mucho? ?Es poco? A juzgar por lo que tantas veces estos a?os hemos visto a trav¨¦s de salvajes de pega, me parece suficiente. Porque, para que el discurso ¨¦ticoart¨ªstico sea cat¨¢rtico, como dijo Arist¨®teles, se precisa el m¨ªnimo de la verosimilitud.
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