Lo que hay que ver...
Los condones, los vibradores y las bolas chinas, objetos m¨¢s vendidos en los 'sex-shows'
Los ciegos van a los sex-shows y entran en las cabinas donde las chicas se desnudan. Los matrimonios, los deportistas -varios jugadores del Estudiantes-, los cantantes -Gurruchaga- y alg¨²n pol¨ªtico, tambi¨¦n. Detr¨¢s del cristal se mueven muchachas, extranjeras en su mayor¨ªa, de nombres ex¨®ticos. Desde 500 pesetas, cristal mediante, charlan dos minutos en unas cabinas de la calle de Atocha donde el sexo de ellas queda a la altura, de la cabeza del cliente.
Har¨¢n lo que ellos digan mientras sigan dando dinero: gemidos, posturas insinuantes, simulaciones de felaciones y expresiones escatol¨®gicas. Todo, menos tocar.Por 1.000 pesetas, desde las diez de la ma?ana, la chica se desnudar¨¢ y tocar¨¢ voluptuosamente las tetas. Por 3.000, coger¨¢ un masturbador de su peque?o bolso y se lo introducir¨¢ en la vagina (todo ello en menos de cuatro minutos) mientras adopta una expresi¨®n de goce insoportable. ?Te gusta ... ? Pues tienes que darme 500 pesetas si quieres que siga mansturb¨¢ndome. Al cabo de varias monedas, si ella es buena actriz, habr¨¢ torcido los labios como si llegara el orgasmo de su vida.
Servilletas para el cliente
La chicas les dar¨¢n servilletas cuando las precisen, y al rato puede pasar un chico con fregona para limpiar el habit¨¢culo. "Cada vez que paso", dice el chico, "digo: 'Ya he recogido otro ni?o".
Dos a?os despu¨¦s de su aparici¨®n, los sex-shows suman 15 en la capital, y han desbancado definitivamente a las peque?as tiendas de objetos del sexo. Las han desbancado porque ofrecen mayor variedad de objetos, de pel¨ªculas y, sobre todo, la materia prima, aunque vaya in vitro.
"?Usted cree que es agradable ver c¨®mo un t¨ªo se masturba ah¨ª, delante de ti? Da asco". Devorah es una canaria que apenas roza los 20 a?os, con pelo lacio y cara de ni?a mimada. "Me molesta tambi¨¦n cuando entra un chico con su novia y ella siempre se queda retra¨ªda, cortada, y es ¨¦l quien lleva siempre la voz cantante".
Devorah pasa despu¨¦s a otras cabinas m¨²ltiples y circulares donde los clientes pueden verla bailar desnuda por 200 pesetas. Ahora baila una brasile?a alta, de movimientos torpes y zafios. Cuando entra Devorah, se mueve con un erotismo que envidiar¨ªa Kim Basinger, y las caras de ellos, visibles en todo momento, agradecen el cambio.-?Qu¨¦ es lo que preguntan todos cuando entran?
-Quieren fijar una cita para despu¨¦s, pero nosotras le hablamos de las tarifas. ?Cu¨¢ndo va a salir esto?, pregunta Devorah.
-El domingo. ?Por qu¨¦?
-Porque me hace ilusi¨®n que salga mi nombre en un peri¨®dico.
-?Devorah?
-S¨ª.
-?Y el verdadero?
-Ese no, que me mata mi madre si se entera.
No obstante, ella es una excepci¨®n. Son las brasile?as, hispanoamericanas y escandinavas las due?as de la pista. Unas 300.000 pesetas al mes, 30 d¨ªas de trabajo, cuatro mesesy si te he visto no me acuerdo. Esas son las bases del contrato. Volver¨¢n con su visado de turistas a las mismas cabinas, despu¨¦s de darse alg¨²n garbeo por la calle roja de Amsterdam. o por el barrio parisiense de Pigalle.
Las piezas m¨¢s cotizadas en las tiendas del sexo son los condones, los vibradores y las bolitas chinas, artefacto, este ¨²ltimo, que, introducido en la vagina, proporciona plactr con el mero movimiento que las piernas producen al andar. Javier posee negocios del espect¨¢culo desde hace 20 a?os y un peque?o sex-show en la calle del Desenga?o desde hace tres.
Afirma que se sorprende ante las preguntas de los clientes. "Es que me tratan como si yo fuera un m¨¦dico. Me preguntan qu¨¦ aparatos les vendr¨ªan mejor a sus mujeres y qu¨¦ afrodiasiacos son mejores para ellos, y me veo negro para contener la risa muchas veces. Un hombre vino con su mujer un vez y, al ver los vibradores peque?itos para adolescentes, me dijo que prefer¨ªa regalarle uno de ¨¦sos a su hija antes de que la dejara embarazada cualquier golfo de los de hoy".
Las mu?ecas tambi¨¦n copan un buen puesto en las listas de venta, especialinente en los meses de verano, que es cuando suele haber m¨¢s despedidas de solteros."Las hay desde 3.000 pesetas hasta 70.000, que son las que traen un pelo casi natural y pilas para que se le calienten las tetas. Entre las pel¨ªculas, las de zoofilia, las de travestidos y las de lucha femenina son las que copan la preferencia de los clientes asiduos.
Javier asegura que su negocio es el m¨¢s limpio. "Una de las dos chicas que tengo trabajando es una se?ora de Fuenlabrada. M¨¢s limpia y m¨¢s formal no puede ser. Aqu¨ª entra la gente y no se oye una voz mas alta que otra. "Completamente cierto", ratifica un inspector de polic¨ªa del distrito de Centro. "Son los negocios menos problem¨¢ticos de la noche", a?ade el agente.
Entre los clientes del sex-show de Atocha sobresalen los ciegos. Con ellos, los propietarios hacen una excepci¨®n y permiten que entre m¨¢s de un hombre por cabina. "Lo menos ocho veces ha venido un grupo de ciegos acompa?ado de otros que ven algo y que les cuentan lo que las chicas hacen", apunta un camarero.
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