"Que no digan que venimos a lucir las joyas"
La aristocracia recauda en El Rastrillo 100 mill¨®nes de pesetas para los ni?os pobres
La ir¨®nica arist¨®crata de largas piernas comenta: "Si siguen as¨ª las cosas, le habr¨¢s despreciado un merengue al futuro zar de Rusia". Es Gueorgui, el hijo de Vlad¨ªmir: un ni?o gordito que se aleja ofreciendo los tres ¨²ltimos dulces de su bandeja a una copiosa clientela -s¨®lo el ¨²ltimo s¨¢bado, 14.000 visitantes- que llena el aparcamiento del centro comercial La Vaguada y se disputa todo tipo de artilugios, puestos en venta por la asociaci¨®n Nuevo Futuro para obtener fondos con destino a los ni?os sin hogar. En su edici¨®n de este a?o se habr¨¢n recaudado unos 100 millones.
Antig¨¹edades, ropa, bisuter¨ªa, recuerdos de familia, tipismos de embajadas, caf¨¦ de Colombia, buffet servido por Eurobuilding, vino fino y jam¨®n de Osborne -que hasta aporta a Saturnino, un jubilado, que es quien mejor lo corta-, flamencos y personajes de la pluma y la imagen que firman en Los Famosos, un puesto que lleva el embajador Manuel Garc¨ªa Miranda, todos se vuelcan en esta feria. Que tiene, por un lado, los ingredientes de la alta sociedad: esa sensaci¨®n de que viven en otro mundo, la complacencia en el gueto.Claro que unos son los que organizan y se dejan ah¨ª el f¨ªsico echando horas, y otros los que pasean, compran, cuchichean y siguen muy contentos de haberse conocido y de encontrarse aqu¨ª.
"Pues s¨ª, esto se parece m¨¢s bien a una ONG, una organizaci¨®n no gubernamental, que a una historia cl¨¢sica de caridad o beneficencia", admite la arist¨®crata, que prefiere el anonimato m¨¢s por saberse demasiado c¨¢ustica que por modesta. "Desde luego que de caridad, nada".
Como en todas las sociedades endog¨¢micas, los arist¨®cratas se conocen bien: de ah¨ª que estas mujeres pr¨¢cticas, que en el a?o 1968 formaron la asociaci¨®n -Carmen Herrero Garralda es la presidenta ejecutiva-, sepan ya qui¨¦nes son las que a?o tras a?o arriman el hombro y qui¨¦nes las que prometen mucho y, a la hora de ayudar, se excusan porque les coincide con la hora del gimnasio y de la sauna.
A estas casi todas rubias mujeres, bien cuidadas -algunas mayores y locuelas, bastante marchosas, divertidas-, les fastidia que se diga que vienen con las joyas a ponerse el delantal.
El delantal, por cierto, sobra. Ellas, m¨¢s que nada, y en plan sencillo, van de bisuter¨ªa de marca, ¨¦sa que las elegantes se ponen s¨®lo cuando la avalan Chanel o cualquier otro sant¨®n de la alta costura, pasado, por necesidades de mercado, a las cosas de la vida.
Apellidos por un tubo
Lo que s¨ª hay son apellidos: por un tubo. Fulanita de tantos y cuantos, condesa de esto y de lo otro. La encantadora Charo, marquesa de Rocamora, que lleva las relaciones con la prensa de la exitosa Venta del Toro, iba, como todas las de su puesto, con traje de flamenca y aretes de pl¨¢stico rosa. Y debajo de las faldas, el billetero metido en una bolsa de tela cosida a la enagua, y zapatillas como las de las enfermeras.Una jornada laboral de 12 a 18 horas han tenido estas mujeres a lo largo de los 10 d¨ªas, aproximadamente, que ha durado El Rastrillo. Sudorosas, de un lado a otro sin parar, han servido comidas y han vendido de todo.
En el Caser¨ªo Bilbao, extenuadas, las mujeres -que trabajan utilizando unas cocinas industriales que hace dos a?os les regal¨® el Banco de Bilbao- acaban de comer a las seis y media de la tarde. "Hoy hemos servido 32 kilos de merluza frita". Hay vascas, gallegas, catalanas, andaluzas y hasta una peruana casada con un espa?ol.
Est¨¢n en los postres cuando un simp¨¢tico caballero llega y pasa el platillo: es Jaime G¨®mezAcebo. En la barra est¨¢ sirviendo Beltr¨¢n, hijo de la duquesa de Badajoz, que tambi¨¦n se ha puesto el delantal estos d¨ªas. Dicen que a la madre del Rey, do?a Mar¨ªa de las Mercedes, le privan las lentejas. "Pero eso no lo pongas".
Nuevo Futuro
Con apellidos o con joyas, como quiera que sea, en los 23 a?os que lleva funcionando Nuevo Futuro se han creado 93 hogares, en los que alrededor de 800 ni?os abandonados han recibido una educaci¨®n regular -se les manda a la escuela del barrio-, un techo y lo m¨¢s parecido a una familia; y han podido salir adelante, y recibir un seguimiento hasta tenerlos a todos bien colocados. No est¨¢n las cosas como para despreciar esa labor."Y no est¨¢ mal vista esa teor¨ªa de usted", dice mi ir¨®nica arist¨®crata, "de que esto es algo creado por un grupo de se?oras bien que quieren exprimir a la jet". Es cierto que la jet paseante estaba encantaaada -pron¨²nciese gangoso- yendo de un puesto a otro, tomando copas en la Venta del Toro, en La Parrala o en Plaza Mayor.
Sobre todo por la noche, cuando se dan el gustazo de ver a Tita Cervera, tambi¨¦n con su delantal, trabaj¨¢ndose muy bien la cigala, al otro lado del mostrador".
"Parece que no haya hecho otra cosa en su vida", coment¨®, con intenci¨®n, una de las damas locuelas antes " de ponerse al volante y llevar a la periodista a casa, a un barrio de Madrid que llevaba a?os sin visitar.
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