?A qui¨¦n le interesa la paz?
Tras la inmensa atenci¨®n suscitada por la Conferencia de Madrid sobre la paz en Oriente Pr¨®ximo, el inter¨¦s parece hoy haber deca¨ªdo, como si los actores que protagonizaban la paz no hubieran existido sino en las prisas del director norteamericano por forzar el curso de los acontecimientos. De hecho, si bien es cierto que los dos bandos presentes en la capital espa?ola tomaron la palabra frente a su adversario -aunque fuera para lanzarse invectivas-, es en el seno de cada una de estas sociedades, la ¨¢rabe y la israel¨ª, donde se juega el futuro del proceso iniciado en Madrid.Ahora bien, no a todo el mundo le interesa la paz, al menos esta paz en concreto, en la medida que viene a cuajar una relaci¨®n de fuerzas que algunos juzgan demasiado desfavorable para sus intereses. La Conferencia de Madrid ha ocultado estas contradicciones internas durante unos d¨ªas, pero ser¨ªa de ingenuos creer que las negociaciones bilaterales tendr¨¢n la menor oportunidad de ¨¦xito si permanecen en punto muerto demasiado tiempo.
En cuanto a los ¨¢rabes, todos los observadores se han sorprendido del contraste entre la intransigencia y el m¨¢ximalismo de Siria (que ha dictado la actitud de su vasallo liban¨¦s) y la posici¨®n infinitamente m¨¢s flexible de la delegaci¨®n palestina, deseosa, por su parte, de negociar de verdad. Para el r¨¦gimen de Hafez el Asad, la paz est¨¢ llena de peligros: la movilizaci¨®n militarizada de la sociedad siria en la guerra contra Israel ha hecho posible una dictadura de m¨¢s de 20 a?os, un "Estado de barbarie", en palabras de Michel Seurat, que ha basado su poder en una represi¨®n terrible, pero obteniendo a la vez cierta legitimidad de su papel en la l¨ªnea de combate. Con el cese de la beligerancia, el r¨¦gimen se ver¨ªa obligado a recurrir a un aumento de la coerci¨®n para mantenerse firme frente a una sociedad cada vez menos dispuesta a soportar el miedo y el silencio. Adem¨¢s, en el terreno regional, y como jefe de filas del frente de rechazo, Siria apadrinaba numerosos grupos terroristas, a los que pod¨ªa manipular con objeto de ejercer presiones o chantaje a sus adversarios, sin perjuicio de usar su influencia con mano dura para hacer liberar un reh¨¦n occidental en Beirut o evitar un atentado in extremis. Participando en el proceso de paz, Siria corre el riesgo de privarse de estas bazas, bazas de las que su poder¨ªo est¨¢ menguando habida cuenta de que otro Estado, Ir¨¢n, est¨¢ dispuesto a quedarse con las mismas cartas. Si, con todo, Siria fue a Madrid, es porque en el plano internacional, desde el abandono de la URSS, necesita encontrar un modus vivendi con Estados Unidos; la condici¨®n es que se siente a hablar con Israel: nada menos, pero -para la propia permanencia del r¨¦gimen sirio- nada m¨¢s.
Ir¨¢n; aunque no sea un pa¨ªs ¨¢rabe y est¨¦ lejos del campo de batalla, se ha apresurado a desempenar el cometido al que Sir¨ªa parec¨ªa renunciar y a erigirse en jefe de filas del frente de rechazo. La conferencia de apoyo a la Palestina isl¨¢rnica, celebrada en Teher¨¢n del 19 al 22 de octubre, reuni¨® al Gotha islamista radical y a los palestinos que se oponen a la l¨ªnea de Arafat. A los gritos de: "?Muera EE UU! ?Muerte a los jud¨ªos!", se ha reafirmado una vez m¨¢s que no hay sitio para el Estado hebreo en tierras palestinas, isl¨¢micas para siempre. La conferencia era inaugurada por el presidente Rafsanyani, al que a menudo se ha considerado un moderado, un pragm¨¢tico que se opone a los radicales que reivindican la integralidad de, la filiaci¨®n jomeinista. El asesinato este verano en Par¨ªs de Chapur Bajtiar por hombres del r¨¦gimen iran¨ª hab¨ªa mostrado que, en todo caso, ese moderado ten¨ªa que acomodarse al radicalismo. La conferencia de Teher¨¢n manifiesta por s¨ª misma que los muy pragm¨¢ticos intereses de Estado de Ir¨¢n siguen apostando por el fracaso del proceso iniciado en Madrid, y situ¨¢ndose como defensor y portavoz de los desencantados de los pa¨ªses que se considerar¨¢n burlados por una paz americana si de ¨¦sta no consigue obtener alguna forma de Estado palestino.
La delegaci¨®n palestina en Madrid ha logrado restaurar la imagen de la OLP a ojos de Occidente, borrar -o atenuar- el efecto destructor de su apoyo ¨¢ Sadam Husein en ocasi¨®n de la guerra del Golfo (para no mencionar el apoyo a los golpistas de Mosc¨² en agosto). Para la generaci¨®n palestina que participaba en las negociaciones, estas ¨¦lites secularizadas, cuarentonas o m¨¢s, bastante representativas de los partidarios de Yasir Arafat, la apuesta por una negociaci¨®n de verdad era doble. Para empezar, tener una existencia pol¨ªtica concreta, es decir, la consecuci¨®n de un reconocimiento internacional consensuado como condici¨®n previa a la creaci¨®n de un Estado. Pero tambi¨¦n encarnar una vez m¨¢s la esperanza, el liderazgo, gravemente contestado estos ¨²ltimos anos por el avance de los movimientos integristas, especialmente en la desesperada juventud de la Intifada (v¨¦ase Les voix du soulevement palestinien, de Jean-Fran?ois Legrain, ediciones del CEDEJ, El Cairo, 1991, que estudia los comunicados y declaraciones de las diversas tendencias de la Intifada).
Al comprometerse en la negociaci¨®n, esta generaci¨®n se juega el todo por el todo: si obtiene de Israel concesiones importantes, aunque s¨®lo sea alguna forma de autonom¨ªa para Cisjordania y Gaza, se habr¨¢ legitimadp para mucho tiempo a la cabeza de la sociedad palestina. Si, por el contrario, no encaja m¨¢s que negativas y la sensaci¨®n de haber pisado un campo de minas, habr¨¢ perdido lo esencial de su credibilidad en beneficio de las contra¨¦lites fundamentalistas, que pertenecen a las generaciones m¨¢s j¨®venes y cuya visi¨®n del mundo es totalmente distinta.
Hasta el momento, la din¨¢mica de Madrid se ha traducido en una disminuci¨®n de la influencia de los movimientos fundamentalistas en beneficio de la OLP, incluso en la banda de Gaza, basti¨®n de la reislamizaci¨®n, pero de donde procede tambi¨¦n el jefe de la delegaci¨®n palestina en Madrid, Haidar Abu Chafi. Dicha evoluci¨®n, sin duda, ser¨¢ extremadamente sensible al ¨¦xito o al fracaso de las negociaciones bilaterales. Nunca se insistir¨¢ demasiado
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en lo mucho que la futura sociedad palestina pone ahora en juego, sociedad que en Madrid ha sido encarnada, para los fot¨®grafos al menos, por la se?ora Hanan Ashraui, que ha aparecido, entre otros, como s¨ªmbolo de la antimilitancia velada de la reislamizaci¨®n.
Otra imagen espectacular de Madrid: el apret¨®n de manos entre los delegados palestino e israel¨ª. Este ¨²ltimo luc¨ªa una kipa bien visible, simb¨®lico recordatorio del peso de la religi¨®n en la declaraci¨®n del Estado hebreo y de los l¨ªmites, claramente expuestos as¨ª por adelantado, que algunos no desear¨ªan traspasar. Es sabido, efectivamente, que el devenir de los territorios ocupados constituye la prueba de fuego de las negociaciones. Ahora bien, para los movimientos del juda¨ªsmo ortodoxo en su mayor¨ªa, dichos territorios carecen de otra identidad que la de Judea y la Samaria b¨ªblicas, que Dios ha dado al pueblo jud¨ªo a perpetuidad.
Los palestinos no llegan all¨ª m¨¢s que por un accidente hist¨®rico (razonamiento paralelo, pero inverso, al de los participantes en la conferencia de Teher¨¢n). Y los establecimientos de jud¨ªos en esos territorios tienen como abanderados a los militantes del Gush Emunim, para quienes la tierra de Israel no se concibe si no incluye Judea y Samaria. Bien implantados, muy radicalizados y hostiles a toda, forma de autonom¨ªa para los territorios, pueden evolucionar hacia algo que recordar¨ªa a la OAS en Argelia. ?Puede pensarse en Isaac Shamir como en un De Gaulle para esa nueva OAS? En las presentes circunstancias, cualquier duda est¨¢ permitida.
Sin embargo, para la sociedad israel¨ª actual, la elecci¨®n est¨¢ entre una paz civil con la OLP como interlocutor o una pol¨ªtica del desencanto en la cual los principales protagonistas acabar¨ªan siendo los extremistas religiosos. Y las consecuencias de dicha elecci¨®n tendr¨¢n repercusiones importantes, m¨¢s all¨¢ de Oriente Pr¨®ximo, en el mundo de ma?ana.
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