De unidad de muerte a trinidad de vida
En las palabras de los l¨ªderes del Likud se repite el argumento pol¨ªtico, construido como una especie de conclusi¨®n l¨®gica, de que al existir un consenso nacional muy amplio sobre la cuesti¨®n de la unidad e integridad de Jerusal¨¦n bajo la soberan¨ªa de Israel, y dado que los palestinos no aceptar¨¢n de ninguna manera renunciar a la soberan¨ªa sobre la parte oriental de la ciudad, resulta de por s¨ª imposible alcanzar alg¨²n acuerdo de paz con ellos, y el statu quo existente es, de hecho, el ¨²nico factible. Frente a este argumento l¨®gico, los l¨ªderes conservadores m¨¢s optimistas intentan evadirse con frases como: "Si en la conferencia de paz alcanzamos un acuerdo con los palestinos en todos los dem¨¢s temas, el problema de Jerusal¨¦n, que quedar¨¢ para el final, no constituir¨¢ un obst¨¢culo", sin explicar c¨®mo se eliminar¨ªa. Otros, por su parte, intentan reprimir el problema, sabiendo que acabar¨¢ teniendo lugar un reparto de la soberan¨ªa, pero que resulta preferible no hablar de ello en estos d¨ªas plagados de nacionalismo.En cualquier caso, los gritos hist¨¦ricos de Arafat en la conferencia de Argelia -"?No renunciaremos a Al-Quds, la Santa!"- y los insistentes pronunciamientos de todos los portavoces israel¨ªes, incluyendo las palomas, sobre su lealtad total a la integridad de Jerusal¨¦n, presentan ante el observador objetivo un dilema insoluble. Como un veredicto del destino. A causa de Jerusal¨¦n, Ciudad de la Paz y la Eternidad (supuesta paz, ya que esta ciudad ha conocido m¨¢s guerras, conflictos y destrucciones que la mayor¨ªa de las ciudades de la Tierra), habr¨¢ guerra eternamente.
En el transcurso de los a?os, personajes amantes de la paz y el compromiso han sugerido diversos modelos para alcanzar una soluci¨®n; pero todos esos modelos intentaban eludir la demanda palestina por la soberan¨ªa sobre Jerusal¨¦n este, y, por tanto, eran de hecho inaceptables, mientras que el argumento l¨®gico de los hombres del Likud sigue siendo v¨¢lido y n¨ªtido: ?qu¨¦ suceder¨¢ con Jerusal¨¦n?
Un buen sistema para resolver problemas dif¨ªciles consiste en dividirlos en varias partes, asignando a cada una de ellas una soluci¨®n diferente. Propongo el modelo de divisi¨®n en tres como modelo eficaz para la resoluci¨®n de algunos de los problemas centrales, que acechan como poderosos obst¨¢culos y amenazan con el fracaso de las negociaciones.
Por ejemplo, el problema de los Altos del Gol¨¢n puede resolverse ofreciendo tres soluciones: la devoluci¨®n a Siria de la mitad oriental de la meseta y la desmilitarizaci¨®n de esta zona; la desmilitarizaci¨®n de otros territorios en Siria, al este de la l¨ªnea divisoria actual (hasta aproximadamente treinta kil¨®metros al este de Damasco), y el mantenimiento de la mitad occidental restante en manos de Israel.
El problema de los asentamientos y los habitantes jud¨ªos de la orilla occidental del Jord¨¢n y la franja de Gaza tambi¨¦n puede resolverse dividi¨¦ndolo en tres categor¨ªas separadas. Parte de las poblaciones (como Kiryat Arba, Gush Etzion, etc¨¦tera) quedar¨ªa dentro de los l¨ªmites del Estado palestino-jordano, de forma similar a las poblaciones ¨¢rabes dentro de los l¨ªmites del Estado de Israel. Parte de los poblados se cambiar¨ªan por poblados ¨¢rabes dentro de los l¨ªmites del Estado de Israel anteriores a 1967 (por ejemplo, Ariel y sus alrededores ser¨ªan anexionados al Estado de Israel, mientras que Um-el Fajem y las poblaciones vecinas, densamente pobladas, ser¨ªan anexionadas al Estado palestino-jordano). El resto de los asentamientos, especialmente las colonias ficticias y provocadoras, ser¨ªan desalojadas. A fin de cuentas, posiblemente s¨®lo el 20% de los colonos jud¨ªos que permanecen actualmente en Judea, Samaria y la franja de Gaza deber¨ªa abandonar sus casas, y eso convierte la amenaza de la evacuaci¨®n y su consecuente tragedia en una historia de diferente magnitud.
En relaci¨®n a Jerusal¨¦n, es necesario aclarar con precisi¨®n a qu¨¦ Jerusal¨¦n se refiere cada una de las partes, y si los nombres de Jerusal¨¦n y Al-Quds definen la misma parcela, hechos que revisten la m¨¢xima trascendencia. Jerusal¨¦n completa o unificada est¨¢ compuesta, de hecho, por tres partes claramente diferenciadas:
1. La Jerusal¨¦n jud¨ªa occidental anterior a la Guerra de los Seis D¨ªas, ciudad en poder de Israel durante 19 a?os, y en la que se concentraron todas las instituciones y centros nacionales importantes: Monte HerzI, el museo del Holocausto Yad Vashem, el Knesset (Parlamento) y, por supuesto, los ministerios y la residencia presidencial. A esta Jerusal¨¦n se pueden a?adir todos los barrios construidos sobre los montes o en sus alrededores, que fueron conquistados durante la Guerra de los Seis D¨ªas.
2. Jerusal¨¦n este. Incluye todas las zonas ¨¢rabes fuera de las murallas. En ella viven en la actualidad cerca de 130.000 palestinos.
3. La Ciudad Vieja, entre murallas. En ella viven en la actualidad cerca de 25.000 habitantes, 5.000 jud¨ªos y 20.000 ¨¢rabes. Est¨¢ dividida en cuatro barrios seg¨²n religiones: jud¨ªos, musulmanes, armenios y cristianos.
La soluci¨®n propuesta para el problema de Jerusal¨¦n para aquellos que desean verdaderamente una terminaci¨®n del conflicto israelo-palestino puede materializarse seg¨²n el modelo siguiente:
- Jerusal¨¦n oeste, jud¨ªa y anterior a la Guerra de los Seis D¨ªas, junto a los barrios vecinos habitados por jud¨ªos y anexionados a la Gran Jerusal¨¦n, ser¨¢ la capital del Estado de Israel, como ha venido si¨¦ndolo desde la fundaci¨®n del Estado.
- Jerusal¨¦n ¨¢rabe, fuera de las murallas, ser¨¢ la capital del Estado palestino o la capital del distrito palestino, si se constituyese una federaci¨®n jordanopalestina.
- La Ciudad Vieja, el coraz¨®n de la Jerusal¨¦n hist¨®rica, ser¨¢ expropiada de toda soberan¨ªa nacional y sometida a la soberan¨ªa religiosa de los jud¨ªos, en la que participar¨¢n tambi¨¦n las dos religiones monote¨ªstas nacidas de la religi¨®n jud¨ªa, el cristianismo y el islam.
La idea es convertir la ciudad amurallada, con sus cuatro barrios (su ¨¢rea total es de aproximadamente 100 hect¨¢reas), en una zona similar al Vaticano, que podr¨ªa denominarse, si as¨ª lo desean, zona del Relicano o Anticuano, y que tendr¨ªa un car¨¢cter supranacional especial. Las tres grandes confesiones invertir¨ªan en ella enormes recursos para convertirla en la magn¨ªfica manifestaci¨®n religiosa de la cuna y centro del monote¨ªsmo. Esta zona escapar¨ªa de esta manera a las disputas nacionales y recibir¨ªa el status de centro espiritual, y, a pesar de que seguir¨ªan viviendo en ella habitantes de ambos pueblos desarrollando una vida normal, su principal funci¨®n ser¨ªa servir y glorificar los Santos Lugares para las tres grandes religiones.
Queda sobreentendido que toda esta ¨¢rea se convertir¨ªa en zona tur¨ªstica de alt¨ªsimo inter¨¦s, que atraer¨ªa innumerables visitantes y peregrinos. Esta zona estar¨ªa administrada por un consejo aut¨®nomo especial, encabezado por representantes de la fe jud¨ªa (no todos necesariamente israel¨ªes), con la participaci¨®n de representantes cristianos y musulmanes (no todos necesariamente palestinos). Esta autoridad dispondr¨ªa de polic¨ªa y juzgados propios, y una constituci¨®n especial para sus ciudadanos.
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En lugar de blandir banderas nacionales y argumentos nacionalistas en los Lugares Santos, cosa que sucede a diario tanto en la explanada del Muro de las Lamentaciones como en la explanada de la mezquita de Al-Aqsa, y, por supuesto, en las cercan¨ªas del Santo Sepulcro y otras iglesias, podemos extirp¨¢r el nacionalismo de la zona y, en su lugar, inliaurar la religi¨®n y la fe, encabezadas por el juda¨ªsmo, madre de las religiones monote¨ªstas, y a su lado, sus dos grandes hijas, que deber¨¢n respetar la antigua casa materna, la casa de su peque?a pero no menos en¨¦rgica y obstinada progenitora.
Uno de los problemas para convertir la Jerusal¨¦n amurallada en una especie de centro de fe para las tres grandes confesiones es la falta de un lugar centralizado y santo para el juda¨ªsmo que pueda compararse en valor arquitect¨®nico con las mezquitas sobre el Monte del Templo o la bas¨ªlica del Santo Sepulcro (que, dicho sea de paso, tambi¨¦n necesita ser restaurada y renovada).
En mi art¨ªculo El Muro y el Monte ya se?al¨¦ los problemas del Muro de las Lamentaciones como s¨ªmbolo nacional y religioso, problemas originados tanto por su pobreza arquitect¨®nica -ya que es un resto marginal de una construcci¨®n antiqu¨ªsima, construida hace 2.000 a?os- como por su absurda colindancia con el Monte del Templo, al que perteneci¨® en el pasado y que en la actualidad se ha convertido en algo opuesto y contradictorio, sobre todo desde la ¨®ptica nacional.
Los fieles del Monte del Templo constituyen, probablemente, un grupo marginal desde el punto de vista pol¨ªtico en la sociedad israel¨ª, pero expresan algo profundo y verdadero del sentimiento de frustraci¨®n y parcialidad que percibimos los israel¨ªes. Hemos regresado a nuestra patria y renovado en ella nuestra soberan¨ªa, pero el propio lugar con el que identificamos el coraz¨®n mismo de nuestra experiencia hist¨®rica nacional contiene un elemento que la contradice.
De esta forma, tarde o temprano, en un momento de crisis nacional, aparecer¨¢n los dementes que intenten destruir las mezquitas sobre el Monte del Templo y recuperar as¨ª el esplendor perdido, aun al precio de una guerra terrible contra todo el mundo musulm¨¢n. Por ello resulta tan importante crear un tecinto que neutralice y separe la exclusividad religiosa de la esencia catastr¨®fica que simboliza el Muro de las Lamentaciones. Un recinto que sirva de alternativa temporal-permanente al Templo (que no se reconstruir¨¢, como es sabido-, hasta la llegada del Mes¨ªas), un santuario religioso y espiritual que concentre en su interior, adem¨¢s de un centro de oraci¨®n, una actividad rica y positiva, cultural y religiosa, y erigido como complemento espiritual y creativo a la postura incierta, pesimista y r¨ªgida de los jud¨ªos frente al desnudo y adusto muro de piedras. Esta construcci¨®n nueva y especial podr¨ªa servir como santo lugar jud¨ªo (incluso albergar arquitect¨®nicamente al Muro de las Lamentacionesy y equilibrar con ¨¦xito el complejo formado por las mezquitas del Monte del Templo y la bas¨ªlica del Santo Sepulcro como primero entre iguales.
El sitio natural para la construcci¨®n de este recinto podr¨ªa estar en las inmediaciones del emplazamiento original del Templo, la Ciudadela de David. Sin da?ar el impresionante tesoro arqueol¨®gico descubierto all¨ª, es posible edificar sobre ella un hermoso recinto que enlace antig¨¹edad con modernismo y simbolice el car¨¢cter espiritual y monote¨ªsta de la fe jud¨ªa. En lugar de intentar cada par de semanas irrumpir en la explanada de las mezquitas y enfrentarse con la polic¨ªa israel¨ª, los fieles del Monte del Templo y todos aquellos que a?oran y sufren por la inexistencia del Templo podr¨¢n encontrar consuelo, aunque s¨®lo sea parcialmente, en este recinto, erigido a escasos metros del Templo original y al que reemplazar¨¢ sin ofrendas sacrales de corderos, pero con la actividad confesional y cultural creativas, propias de la mejor tradici¨®n jud¨ªa posterior a la destrucci¨®n del Templo.
Para esto hacen falta una gran voluntad, esp¨ªritu de compromiso y tolerancia y una imaginaci¨®n creativa. Por el momento, toda la imaginaci¨®n creativa de ambas partes se Concentra, por un lado, en encontrar la mejor forma de ocultar un pu?al que ser¨¢ clavado en el coraz¨®n de alg¨²n caminante jud¨ªo en las estrechas callejuelas, de la Ciudad Vieja, y por otro, en encontrar la f¨®rmula para despojar a una familia ¨¢rabe de su casa y convertirla en un centro de estudios religiosos para jud¨ªos arrepentidos.
Una soluci¨®n honorable y apropiada sobre la cuesti¨®n de la soberan¨ªa de la Ciudad Vieja podr¨ªa consistir en la sustituci¨®n de la soberan¨ªa nacional por un fideicomiso religioso que neutralizar¨ªa el obst¨¢culo m¨¢s peligroso y problem¨¢tico del conflicto israelo-palestino y permitir¨ªa que ambas partes considerasen el problema de la ciudad de Jerusal¨¦n fuera de las murallas m¨¢s sencillo de resolver. Posiblemente entonces la l¨®gica fatalista y categ¨®rica de los hombres del Likud no resulte tan l¨®gica.
A. B. Yehosh¨²a es escritor israel¨ª.
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