Una retrospectiva en Par¨ªs consagra la eternidad del arte de Giacometti
El Museo de Arte Moderno expone 300 obras
Jean-Paul Sartre s¨®lo ten¨ªa una obra de arte en su oficina del n¨²mero 42 de la Rue Bonaparte: un peque?o busto realizado por Alberto Giacometti. Y es que Giacometti fue y sigue siendo un escultor adorado por los escritores. Sartre, Jean Genet, Michel Leiris, Tahar Ben Jefloun e Yves Bonnefoy han escrito hermosas p¨¢ginas sobre su vida y su obra. Como si con sus textos dieran carne a los filiformes personajes del escultor.
Giacometti muri¨® el 11 de enero de 1966, a los 65 a?os de edad. No era un desconocido, pero su celebridad y su cotizaci¨®n. estaban muy por debajo de los niveles alcanzados en la actualidad. Pese a la admiraci¨®n por Giacometti de muchos de los grandes escritores de la ¨¦poca, buena parte de la cr¨ªtica art¨ªstica sosten¨ªa con criterios supuestamente vanguardistas que el arte s¨®lo pod¨ªa ser abstracto. Para esos cr¨ªticos, las esculturas de Giacometti, entre realistas y existencialistas, eran anacr¨®nicas.La voluntad de estar a la ¨²ltima a cualquier precio siempre ha conducido a decir tonter¨ªas. Desde esta semana y hasta el pr¨®ximo 15 de enero, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Par¨ªs consagra una gran retrospectiva en la que se exhiben 300 obras representativas de cada uno de los ricos per¨ªodos art¨ªsticos de Giacometti.
El genio del artista que luch¨® por expresar todo el drama de la condici¨®n humana brilla con un fulgor m¨¢s doloroso que nunca a trav¨¦s de los 300 dibujos, pinturas y esculturas que ahora se pueden contemplar en Par¨ªs.
"La belleza", escribi¨® Genet en 1958, "no tiene otro origen que la herida, escondida o visible, que todo ser humano lleva en s¨ª. El arte de Giacometti parece querer descubrir esta herida con el objetivo de extraer de ella una iluminaci¨®n".
Encuentro con la muerte
Hijo del pintor Giovanni Giacometti y ahijado del tambi¨¦n pintor Cuno Amiet, Alberto Giacometti naci¨® el 10 de octubre de 1901 en una aldea de la regi¨®n suiza de Grisons. Giacometti ten¨ªa 20 a?os de edad, cuando ocurri¨® el suceso que marcar¨ªa el resto de su vida. El joven viajaba por el Tirol cuando decidi¨® aceptar la compa?¨ªa de un hombre entrado en a?os. Juntos llegaron a un albergue. All¨ª su compa?ero de ruta enferm¨® de repente y en cuesti¨®n de pocas, horas muri¨® ante sus ojos. Giacometti escribir¨ªa despu¨¦s: "Hacia el final de la tarde tuve la impresi¨®n de que su nariz se alargaba. Respiraba mal. Sus mejillas se ahondaron. Tuve mucho miedo".As¨ª descubri¨® Giacometti, el grotesco espanto de la muerte. El impacto de lo vivido fue tal que ya nunca pudo dormir sin dejar una luz encendida, y, seg¨²n explicaba a sus amigos, el dram¨¢tico suceso del Tirol fue tambi¨¦n la causa por la cual vivi¨® hasta el fin de sus d¨ªas en la mayor provisionalidad. Entendi¨® muy pronto la inutilidad de organizarse y creer que pod¨ªa planificar el tiempo como si fuera algo suyo. A¨²n m¨¢s, ese suceso fue una de las grandes fuentes que inspir¨® su peculiar forma de esculpir. De hecho, arrancaba la piel y excavaba en busca del hombre en huesos mondos y lirondos.
Como ha escrito Genevi¨¨ve Breerette en Le Monde, su escultura es la de "un ciego que reconoce bajo sus dedos lo que hace que un hombre sea parecido a otro hombre".
Par¨ªs, la ciudad donde Giacometti se form¨® en el seno del m ovimiento surrealista y donde realiz¨® la mayor parte de su obra, rinde ahora homenaje al creador suizo-italiano que encontr¨® su parentela espiritual en el antiguo Egipto, la Am¨¦rica precolombina y el ?frica negra. Sus enigm¨¢ticas figuras se yerguen como totems.
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