Sigue el coro funeral
La Orquesta Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n Espa?ola, dirigida por su titular, Sergiu Comissiona, ha dado esta semana "su" R¨¦quiem de Mozart, adhiri¨¦ndose as¨ª al coro funeral que, en el mundo entero, ha llorado la muerte de Mozart hace dos siglos. Pero el maestro rumano gusta siempre de a?adir alguna pimienta a sus programas y nos dio parte del Divertimento para Mozart que compusieran, en 1956, para celebrar el bicentenario del nacimiento del m¨²sico salzburgu¨¦s, 12 autores entonces treinta?eros: los alemanes Erbse, Werner Henze y Klebe; los suizos Von Einem y Wildberger; los franceses Jarre y Le Roux; el italiano Berio, el ingl¨¦s Fricker, el dan¨¦s Bentzon, el polaco Haubenstock-Ramatti y el austr¨ªaco Wimberger.El punto de partida era el c¨¦lebre temilla de Papageno en su aria del acto segundo de la Flauta m¨¢gica y Comissiona nos ofreci¨® las transfiguraciones o divertimentos de Wimberger, Berio, Fricker y Henze: y, a decir verdad, la que tiene m¨¢s gracia es la del vien¨¦s Gerhard Wimberger (1923), aunque quiz¨¢ la m¨¢s sabia de todas sea la de Hans Werner Henze (Westfalia, 1926).
Orquesta Sinf¨®nica y Coro de Radiotelevisi¨®n Espa?ola
Director: Sergiu Comissiona. Director coro: Mariano Alfonso. Solistas: M. Or¨¢n, G. Dragusin, M. Cid y H. Stamm. Obras de Wimberger, Berio, Fricker y Werner Henze.Teatro Monumental, Madrid, 5 y 6 de diciembre.
Despu¨¦s, la Misa de R¨¦quiem en una versi¨®n plena de vida que, a veces, resulta preferible al af¨¢n de perfecci¨®n, tan dificil de conseguir. Coro y orquesta cumplieron bien, pues sirvieron las intenciones del maestro con prontitud aunque a veces las voces no prestaron la misma fidelidad al diapas¨®n.
Fuertes valores
El cuarteto solista ten¨ªa valores muy fuertes en la soprano Mar¨ªa Or¨¢n, el tenor Manuel Cid y el bajo Harald Stamm, a los que sum¨® la belleza de su color la mezzo rumana Gabriela Dragusin. Mar¨ªa Or¨¢n est¨¢ hecha toda una maestra y a la hora de cantar Mozart entiende que no valen excesos de comedimiento. Si alg¨²n m¨²sico ha cantado en la historia de su siglo, es Wolfgang Amadeus desde su vocalidad l¨ªrica y dram¨¢tica que en el R¨¦quiem, como es l¨®gico, acent¨²a el segundo matiz. Flexible y polifac¨¦tico es Manuel Cid, una de esas piezas indispensables para la vida musical de un pa¨ªs aunque no siempre, como en el caso de la Or¨¢n, podamos contar con ellos dadas sus largas actividades m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras. Hubo lleno en el Monumental y respuesta entusiasta con particulares ovaciones para Mozart cuando los solistas depositaron flores sobre la partitura del R¨¦quiem. De pronto, record¨¦ un concierto de un gran pianista en mis a?os de adolescencia. Tras unas sonatas de Mozart, en el primer intermedio, escuch¨¦ a un cr¨ªtico veterano y respetado el siguiente comentario: "Muy bien en estas cositas de Mozart, ya le veremos en Liszt". Los tiempos han cambiado. Por fortuna.
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