Divididos por el muro de la cultura
La celebraci¨®n del s¨ªnodo ha puesto de relieve por vez primera la fractura que existe entre una Iglesia del este europeo que vivi¨® el concilio en la forzosa clandestinidad y otra en el oeste en di¨¢logo con la cultura. "Mientras Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir defend¨ªan el mao¨ªsmo en la Sorbona parisiense, nosotros viv¨ªamos la persecuci¨®n", recordaba cr¨ªticamente Josef Zicinsky, uno de los obispos polacos asistentes al s¨ªnodo.En cambio, un prelado belga, Paul van den Berghe, ped¨ªa dentro del aula de sesiones episcopales un gesto de reconciliaci¨®n con el amplio movimiento de izquierdas "que tambi¨¦n ha dado m¨¢rtires". Estas dos manifestaciones expresan distintas visiones de un fen¨®meno similar. El recelo de Oriente a Occidente quedaba ayer de manifiesto con una afirmaci¨®n del arzobispo de Praga, Miroslav VIk, quien dijo que los procedentes de los pa¨ªses ex comunistas siempre hab¨ªan visto a los te¨®logos de la Europa occidental -se supone que por su grado cr¨ªtico- con precauci¨®n.
El s¨ªnodo, seg¨²n dijeron todos, ha servido para poner en contacto a unos con otros y para limar asperezas. Pero es evidente que la evangelizaci¨®n querida por Juan Pablo II, desde el Atl¨¢ntico hasta los Urales, topa con un muro cultural mucho m¨¢s consistente que el de Berl¨ªn. Mientras los pa¨ªses del ¨¢rea comunitaria viven en la llamada posmodernidad y en el consumo, en los antiguos pa¨ªses comunistas resurge el romanticismo nacionalista y se combate por la subsistencia cotidiana.
El proyecto evangelizador se ha visto, forzosamente, salpicado por las observaciones. Prueba de ello han sido los centenares de enmiendas que han llovido sobre un proyecto de borrador final, parad¨®jicamente redactado antes de que comenzaran las sesiones, que se ha visto, no obstante, poco modificado.
El cardenal arzobispo de Bruselas, Godfried Danneels, aseguraba el viernes que el texto inicial era ya dif¨ªcilmente reformable. Sin embargo, sus palabras pon¨ªan de manifiesto que, aunque la idea civil de democracia no tenga cabida en la organizaci¨®n de la Iglesia, algunas formas excesivamente dirigistas no gustan a los obispos.
Danneels recogi¨® tambi¨¦n en sus manifestaciones esa divisi¨®n entre el Este y el Oeste, afirmando que las sesiones del s¨ªnodo "llegan tarde si se han hecho como un gesto por la liberaci¨®n de los pa¨ªses del Este, y pronto si es para su evangelizaci¨®n".
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