Secretos de la cumbre de Maastricht
Elorza, el 'mensajero' de la cohesi¨®n, romp¨ªa el protocolo para asesorar a Gonz¨¢lez
El presidente Felipe Gonz¨¢lez ech¨® toda la carne en el asador para lograr que la cumbre de Maastricht aprobara el compromiso de cohesi¨®n que reclamaba Espa?a. Gonz¨¢lez logr¨® convencer a Kohl e inclin¨® la balanza a su favor. En un momento cr¨ªtico de la reuni¨®n del Consejo Europeo, Javier Elorza, el secretario general para la CE, rompiendo el protocolo, entr¨® en la sala de cuclillas y se qued¨® agachado tras la silla del presidente para asesorarle.
El primer d¨ªa de la cumbre, el pasado lunes 9, en la reuni¨®n de los Doce no se produjo ning¨²n avance porque cada jefe de Estado y de Gobierno se mantuvo en sus casillas. El presidente del Gobierno insisti¨® en que "la cohesi¨®n es un pilar de la construcci¨®n europea". "Hay que escuchar lo que dice Gonz¨¢lez sobre solidaridad, pero sin que cueste dinero", replic¨® el canciller Helmut Kohl.Y ese lunes primer d¨ªa de la cumbre, en paralelo a la reuni¨®n de los l¨ªderes, se celebr¨® una reuni¨®n con expertos alemanes y el jefe de Gabinete de Jacques Delors, Pascal Lamy. Por parte espa?ola asistieron Jos¨¦ Pons, director de Relaciones Internacionales del presidente del Gobierno; Manuel Conthe, director general del Tesoro, y Javier Elorza, secretario general para la CE.
A los alemanes les gust¨® la l¨®gica del fondo de cohesi¨®n que propon¨ªa Espa?a, destinado a los pa¨ªses con menos del 90% de la riqueza media de la CE. "Nosotros tenemos el 78%, y por encima est¨¢n Holanda y B¨¦lgica con el 103%; en el medio no hab¨ªa nada", afirma Elorza. Les convenci¨® la l¨®gica del premio al esfuerzo, que el dinero del fondo se conceder¨¢ en funci¨®n de los avances en convergencia econ¨®mica. "Entonces, la delegaci¨®n alemana dijo: 'Vale el fondo y ya hay acuerdo", comenta otro de los asistentes.
'Las siete y media'
La respuesta espa?ola fue: "Queremos tambi¨¦n ingresos". A las seis de la ma?ana del martes, la presidencia holandesa hab¨ªa hecho una propuesta con un art¨ªculo en el tratado para el fondo y una declaraci¨®n, no vinculante, para el tema de contribuir a la CE en funci¨®n de. la prosperidad relativa.
Esa ma?ana Pons manifest¨® que hab¨ªa una duda sobre la t¨¢ctica negociadora. "Esto es como las siete y media y no sabemos si plantamos o pedir otra carta". Felipe Gonz¨¢lez decidi¨® jug¨¢rsela y le sali¨® el protocolo vinculante. El problema final fue superar las reservas danesa y brit¨¢nica.
En un momento de la cumbre, Elorza permanec¨ªa arrodillado con su voluminosa humanidad detr¨¢s de las sillas de Felipe Gonz¨¢lez y Carlos Westendorp. Les soplaba datos. Nadie protest¨® porque el protocolo de la cumbre, a aquellas alturas del debate, estaba siendo incumplido por todos. La sala de la cumbre est¨¢ reservada exclusivamente a los jefes de Estado y de Gobierno y a los ministros de Asuntos Exteriores. Tan s¨®lo dos personas por delegaci¨®n est¨¢n habilitadas a entrar el tiempo justo para entregar un papel. Pero fueron los brit¨¢nicos los que rompieron primero esa norma sagrada. Cuando se calde¨® el tema del dinero, el ministro Douglas Hurd sali¨® y le dej¨® el puesto a su colega de Finanzas, Norman Lamont. Hasta tres consejeros brit¨¢nicos circulaban a gatas. Fue entonces cuando Westendorp mand¨® a Elorza que pasara. Detr¨¢s de los l¨ªderes hab¨ªa una nube de asesores arrodillados, para disimular. Espa?a lleg¨® a la cumbre sin cohesi¨®n en los apoyos. S¨®lo con el respaldo firme del presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Delors, el de los otros tres pa¨ªses beneficiarios (Portugal, Grecia e Irlanda) y un s¨ª a flor de labios de B¨¦lgica e Italia. Hubo que convencer a Alemania, para que Francia y Holanda aceptaran y, por fin, Dinamarca y el Reino Unido, renunciaran a bloquear en minor¨ªa.
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