El golpe de agosto, una pr¨®rroga de cuatro meses"
El ex presidente sovi¨¦tico se siente profundamente humillado por Yeltsin
Con la voladura del PCUS, autentico vertebrador de la pol¨ªtica sovi¨¦tica durante 70 a?os, y la pr¨¢ctica autodisoluci¨®n del gran Parlamento sovi¨¦tico la semana que sigui¨® al golpe, Gorbachov se qued¨® sin los brazos con que los l¨ªderes sovi¨¦ticos hab¨ªan podido llevar a cabo su pol¨ªtica y sin la C¨¢mara que le hab¨ªa elegido a ¨¦l mismo presidente, que le legitimaba. El l¨ªder sovi¨¦tico qued¨® as¨ª suspendido en el vac¨ªo, mientras las rep¨²blicas de la Uni¨®n, con Rusia al frente, aceleraron el proceso de asunci¨®n de poderes con vistas a hacer valerosas reclamaciones de independencia.Durante estos cuatro meses, buena parte de los dirigentes republicanos han dudado entre mantener un Estado ¨²nico capaz de dirigir la pol¨ªtica exterior, la defensa y la econom¨ªa, o bien cuartear la ex URSS en los 12 Estados que la compon¨ªan -las rep¨²blicas b¨¢lticas obtuvieron la independencia inmediatamente despu¨¦s del golpe-, manteniendo simplemente el v¨ªnculo a que obliga la posesi¨®n de una fuerza b¨¦lica descomunal, dotada de 27.000 cabezas nucleares.
Durante los tres primeros meses : que siguieron al golpe, los dirigentes de Rusia, la rep¨²blica que re¨²ne la mitad de la poblaci¨®n y el 60% de la riqueza, apostaron aparentemente por la soluci¨®n de mantener el Estado unitario, aunque sin descuidar la consolidaci¨®n de sus propias estructuras de poder. Cuando el 25 de noviembre, apenas una semana antes del decisivo refer¨¦ndum de la independencia de Ucrania, Bor¨ªs Yeltsin hizo saber que estaba decididamente a favor de la segunda opci¨®n, se inici¨® el r¨¢pido proceso que ha desalojado a Gorbachov del Kremlin despu¨¦s de convertir a Rusia en la heredera de la URSS en el mundo.
Sin partido y con un nuevo Gobierno formado por hombres que le dict¨® Yeltsin desde la Casa Blanca, la permanencia de Gorbachov en el Kremlin cabe atribuirla al inter¨¦s del l¨ªder ruso por dar una imagen de continuidad de la legalidad -que los golpistas hab¨ªan tratado de subvertiry por no perder los beneficios que el mantenimiento de una figura prestigiosa pudiera reportar. El director de Nezavisimaya Gazeta (Diario Independiente), Vitafl Tretiakov, consideraba en un art¨ªculo publicado el pasado d¨ªa 5 que el poder real de Gorbachov en las semanas que siguieron al golpe resid¨ªa en tres funciones espec¨ªficas: la de ¨¢rbitro entre las rep¨²blicas; la de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y, por tanto, poseedor del malet¨ªn con las claves de control de un ataque nuclear, y la de principal representante de la URSS a los ojos del mundo. Esta funci¨®n, cabr¨ªa a?adir, era valiosa si se tiene en cuenta que el pa¨ªs necesita much¨ªsimo apoyo exterior para afrontar la crisis econ¨®mica.
Durante el mes de noviembre, esas funciones se vieron ya claramente mermadas, al tiempo que Bor¨ªs Yeltsin avanzaba decididamente en el fortalecimiento de su poder en Rusia: obtuvo poderes para gobernar por decreto; form¨® un nuevo Gobierno compuesto mayoritariamente por j¨®venes poco comprometidos con el pasado comunista, que defienden el capitalismo sin complejos; y, lo que es m¨¢s importante, asumi¨® la pr¨¢ctica totalidad del poder econ¨®mico, a costa de la URSS.
La prensa internacional, y desde luego, los Gobiernos de todo el mundo empezaron el mes de noviembre pregunt¨¢ndose qu¨¦ papel pod¨ªan seguir teniendo la URSS y su presidente despu¨¦s de la lastimosa impresi¨®n que una y otro dieron en Madrid con motivo de la inauguraci¨®n de la Conferencia sobre la Paz en Oriente Pr¨®ximo. El mes acab¨® con una precisa informaci¨®n de The New York Times sobre el cambio de posici¨®n de la Administraci¨®n de Estados Unidos con relaci¨®n a la independencia de Ucrania: tras el refer¨¦ndum que iba a celebrar la rep¨²blica el 1 de diciembre iba a iniciarse un proceso que deber¨ªa llevar con cierta rapidez al reconocimiento diplom¨¢tico de ese pa¨ªs. Las rep¨²blicas, y no el centro, empezaban a ser vistos como los aut¨¦nticos interlocutores por la primera potencia mundial. Gorbachov perd¨ªa as¨ª una de sus tres funciones.
A los ojos de Estados Unidos y de los dem¨¢s pa¨ªses occidentales, adem¨¢s, Yeltsin estaba ganando puntos en un ¨¢mbito que jam¨¢s hab¨ªa sido el fuerte de Gorbachov: la econom¨ªa. El l¨ªder que ha dirigido la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica durante seis a?os y nueve meses nunca fue capaz de lanzar una decidida reforma econ¨®mica que llevara el pa¨ªs hacia el capitalismo y, eventualmente, hacia el desarrollo. Despu¨¦s de tres a?os de debatir un programa econ¨®mico tras otro, ni la reforma agraria ni la privatizaci¨®n de las empresas se han llevado a cabo.
Yeltsin, por su parte, no s¨®lo entr¨® en el mes de noviembre con un programa de reforma radical en la mano, sino que prosigui¨® con una serie de medidas de acaparamiento del poder econ¨®mico que pusieron en evidencia que realmente est¨¢ dispuesto a hacer realidad ese programa. En la segunda mitad del mes, Rusia se hizo con el control del petr¨®leo, el oro y los metales preciosos; cre¨® el Banco de Rusia con la clara finalidad de sustituir al Banco Estatal sovi¨¦tico (Gosbank), y asumi¨® plenamente las competencias sobre la pol¨ªtica monetaria y crediticia. El mes acab¨® con una reuni¨®n en la que Yeltsin se hizo con el control de las cuentas de la URSS al imponerle a Gorbachov el presupuesto extraordinario que ha permitido pagar hasta fin de a?o a los funcionarios sovi¨¦ticos.
Es dif¨ªcil precisar cu¨¢ndo, pero parece que Yeltsin lleg¨® a ese convencimiento el lunes 25 de noviembre, durante la reuni¨®n de presidentes de siete rep¨²blicas con el presidente sovi¨¦tico en la que estaba previsto rubricar el nuevo Tratado de la Uni¨®n. El l¨ªder ruso dinamit¨® ese d¨ªa la Uni¨®n al anunciar que no iba a firmar el documento, que preve¨ªa la creaci¨®n de un Estado confederal en el que el centro conservaba ciertos poderes, porque lo que ¨¦l pretend¨ªa era una confederaci¨®n de Estados. En este segundo caso, el propio concepto de centro desaparec¨ªa. A esas alturas pod¨ªa empezar a vislumbrarse que la idea del n¨²mero dos ruso, Guennadi B¨²rbulis, de que Rusia deb¨ªa simplemente convertirse en la leg¨ªtima heredera de la URSS era algo m¨¢s que un globo sonda.
El lunes 2 de diciembre, apenas unas horas despu¨¦s de que se conociera que una aplastante mayor¨ªa de ucranios apoyaban la independencia de su pa¨ªs, el l¨ªder ruso reconoci¨® mediante una comunicaci¨®n escrita la independencia de Ucrania y abog¨® por el establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas y el mantenimiento de las tradicionales relaciones de amistad. A esas alturas, Gorbachov ya se hallaba inmerso en una aut¨¦ntica cruzada en favor del mantenimiento de un ¨²nico Estado, en la que su principal argumento era que la ruptura de la Uni¨®n en varios Estados iba a acarrear graves conflictos ¨¦tnicos, En alguna ocasi¨®n incluso sac¨® a colaci¨®n el fantasma del golpe de Estado, aunque siempre tuvo buen cuidado en subrayar que una intentona golpista no ten¨ªa ninguna posibilidad de triunfar, como se hab¨ªa visto en agosto.
El golpe definitivo se produjo el domingo siguiente, 8 de diciembre: los l¨ªderes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia dieron por desaparecida la Uni¨®n Sovi¨¦tica y crearon la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Tambi¨¦n acordaron que las leyes de la Uni¨®n dejaran de tener vigencia en sus rep¨²blicas y establecieron que los organismos de la URSS dejaban de funcionar de inmediato. El planteamiento que subyace en este pacto es que los Estados firmantes se ponen de acuerdo no tanto para seguir toda la vida unidos como para efectuar una separaci¨®n amistosa.
Radicalmente contrario a la idea de separaci¨®n definitiva, Gorbachov trat¨® en un primer momento de oponer resistencia y trat¨® de forzar una fusi¨®n del proyecto de la CEI con su Tratado de la Uni¨®n.
Pero a Yeltsin le bast¨® menos de una semana para acabar con los recursos de su oponente: la posici¨®n de fuerza derivada de su puesto de comandante en jefe del Ej¨¦rcito, una organizaci¨®n por naturaleza poco proclive a que la patria se desintegre, la perdi¨® el mi¨¦rcoles 11, cuando la c¨²pula militar dio su aquiescencia a la nueva Comunidad en una reuni¨®n con Yeltsin; la funci¨®n de mediador entre los partidarios de la confederaci¨®n de Estados y los del Estado confederal la perdi¨® cuando las rep¨²blicas asi¨¢ticas, con Kazajst¨¢n al frente, anunciaron el viernes 13 que apoyaban a la CEI y pidieron integrarse en ella como miembros cofundadores.
Gorbachov se qued¨® ya sin recursos. Los d¨ªas transcurridos desde entonces ya no han podido mermar m¨¢s su poder, porque carec¨ªa totalmente de ¨¦l, aunque s¨ª han servido para hacer m¨¢s y m¨¢s patente su indefensi¨®n. El cap¨ªtulo m¨¢s espectacular y humillante se produjo cuando Yeltsin le comunic¨® el martes 17 que a fin de a?o ya no iba a quedar ni rastro de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, incluida su presidencia, y al d¨ªa siguiente firm¨® decretos que transfer¨ªan a Rusia el Ministerio de Asuntos Exteriores, el Ministerio del Interior, los servicios de espionaje y seguridad e incluso los bienes de la Presidencia de la Uni¨®n, incluidos los del Kremlin.
Al l¨ªder sovi¨¦tico que logr¨® en 1989 el Premio Nobel de la Paz s¨®lo le quedaba la palabra que no ha dejado de usar ni un solo d¨ªa- y el malet¨ªn con las claves nucleares, que sus oponentes no le pod¨ªan arrebatar hasta hablar del tema con Estados Unidos y ponerse de acuerdo entre ellos sobre qui¨¦n o qui¨¦nes se iban a quedar con ¨¦l. James Baker se reuni¨® con los dirigentes rusos el lunes 15, y el s¨¢bado siguiente, d¨ªa, 2 1, los presidentes de 11 rep¨²blicas otorgaron a Yeltsin el bot¨®n nuclear.
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