Un viaje dif¨ªcil
EL VIAJE del presidente Bush a cuatro pa¨ªses del Pac¨ªfico -Australia, Singapur, Corea del Sur y Jap¨®n- se produce en un momento de serias dificultades para la econom¨ªa norteamericana, que, no logra salir de una etapa depresiva. Cuando se inicia la campana electoral con vistas a las presidenciales de noviembre, la popularidad de Bush est¨¢ en baja. Es significativo que al presentar los objetivos de su viaje Bush ponga en primer t¨¦rmino no temas internacionales, sino la necesidad de lograr una mayor apertura de los mercados asi¨¢ticos para los productos de EE UU.No obstante, el Pac¨ªfico no puede permanecer indiferente a los cambios que el mundo ha vivido en 1991. La desaparici¨®n de la amenaza representada ayer por la URSS reduce fuertemente la necesidad para EE UU de mantener grandes bases militares en esa regi¨®n. De ah¨ª que Washington haya aceptado sin resistencia la demanda de Filipinas de que retire sus bases de Clark y Subic. Tambi¨¦n en Corea del Sur est¨¢ en marcha una disminuci¨®n de las tropas norteamericanas.
Sin duda, Bush repetir¨¢ en su visita a Tokio las declaraciones tradicionales sobre la firmeza de los lazos de seguridad que unen a EE UU y Jap¨®n. Pero detr¨¢s de la fachada, lo que hoy interesa a Washington es que Jap¨®n le ayude a salir del bache econ¨®mico. Y esta debilidad relativa de EE UU causa inquietud en otros pa¨ªses asi¨¢ticos, siempre fieles a la alianza norteamericana, pero temerosos hoy de que la "retirada norteamericana" se traduzca en una mayor presencia japonesa, y no s¨®lo en el terreno econ¨®mico y comercial.
Frente a esos temores, EE UU tiene necesidad de promover una nueva pol¨ªtica de seguridad asi¨¢tica, adaptada al fin de la guerra fr¨ªa. Pero no parece que ello entre en los planes del actual viaje de Bush.
?Obtendr¨¢ por lo menos resultados en el terreno econ¨®mico? El Gobierno japon¨¦s ha preparado algunas concesiones que puedan dar la impresi¨®n de que la visita ha sido fruct¨ªfera. Pero son muy limitadas y no responden a lo que esperan los empresarios de EE UU. Concretamente, en la industria automovil¨ªstica -en la que General Motors ha anunciado el despido de 70.000 obreros- los japoneses no parecen dispuestos a disminuir sus exportaciones a EE UU.
De lo tensas que est¨¢n las cosas da idea la declaraci¨®n del presidente de Chrysler seg¨²n la cual la supervivencia de su empresa depende de las restricciones que se impongan a los fabricantes de autos nipones.
Para Bush es decisivo, lograr medidas que frenen el enorme d¨¦ficit que EE UU tiene en su comercio con Jap¨®n. No obstante, el clima en Tokio no es optimista a este respecto y existe el temor de que la conflictividad comercial se agudice, a pesar del proamericanismo del primer ministro, Miyazawa.
En todo caso, el actual viaje asi¨¢tico de Bush, determinado en gran parte por la coyuntura econ¨®mica, esclarece hasta qu¨¦ punto la situaci¨®n interior de EE UU es un obst¨¢culo para que ¨¦ste pueda cumplir plenamente un papel de polo ¨²nico de la pol¨ªtica mundial.
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