El dilema argelino
LA MANIFESTACI?N realizada el pasado jueves por el argelino Frente de Fuerzas Socialistas (FFS), y que convoc¨® a m¨¢s de 200.000 personas, plantea claramente el grave dilema que vive Argelia tras los resultados de la primera vuelta electoral. Seg¨²n los resultados provisionales, el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) consigui¨® 188 de los 430 esca?os que tiene el Parlamento, a s¨®lo 28 puestos de la mayor¨ªa absoluta, que puede lograr c¨®modamente en las 144 circunscripciones en las que los integristas se presentan como favoritos para la segunda vuelta del 16 de enero. La demostraci¨®n de fuerza que supone toda manifestaci¨®n callejera no parece, con todo, el mejor camino para decidir el futuro de un pa¨ªs que acaba de vivir un proceso electoral en el que las irregularidades han sido denunciadas y para cuya resoluci¨®n el Consejo Constitucional tiene un plazo de ocho d¨ªas.El veredicto de las urnas adquiere su gravedad real ante la hip¨®tesis nada improbable de que el poder isl¨¢mico del FIS consiga una mayor¨ªa de dos tercios en la Asamblea Popular Nacional, lo que le permitir¨ªa recuperar legalmente desde la C¨¢mara algunas de las prerrogativas que la Constituci¨®n de 1989 entreg¨® al presidente de la Rep¨²blica, Chadli Benyedid, como es el derecho de veto sobre las leyes. En esta tesitura, un Parlamento dominado en sus dos tercios por el FIS podr¨ªa ara?ar otras prerrogativas que se encuentran en manos del presidente de la Rep¨²blica, como son el mando del Ej¨¦rcito y el control de la pol¨ªtica exterior.
El FIS no ha ocultado en ning¨²n momento su deseo de reformar la Constituci¨®n argelina para erradicar los h¨¢bitos occidentales e implantar una concepci¨®n totalitaria del Cor¨¢n. Un triunfo electoral que le permita monopolizar el poder pol¨ªtico en Argelia y transformar, por tanto, las reglas de juego en detrimento de la propia democracia remite -salvadas todas las distancias hist¨®ricas- a un precedente como fue el del acceso al poder de los nazis por medios democr¨¢ticos en la Alemania de 1933. Eso explica en parte el ¨¦xito de la convocatoria popular de los socialistas: el temor a un cambio irreversible en detrimento de las libertades y derechos ciudadanos argelinos, y todo ello utilizando -con lealtad o irregularmente, eso lo decidir¨¢ el citado Consejo Constitucional- los, mecanismos de un sistema que pretenden destruir.
Las ofertas de aparente di¨¢logo y de comunicaci¨®n ofrecidas por el portavoz oficial del FIS a la presidencia de la Rep¨²blica son el fruto de una estrategia y de una t¨¢ctica perfectamente -estudiadas. El objetivo de los militantes del FIS es claro: convertir Argelia en una rep¨²blica isl¨¢mica, es decir, un sistema antidemocr¨¢tico. Su discurso ha sido durante los tres ¨²ltimos a?os lo suficientemente di¨¢fano como para no enga?ar a nadie. Por otra parte, la cohabitaci¨®n con el islamismo radical es imposible. La pr¨¢ctica lo ha demostrado ya en la propia Argelia durante los 18 meses en que el poder central, en manos del FLN, y el poder comunal, en manos del frente integrista, han estado permanentemente enfrentados, provocando frecuentes y dolorosos incidentes. Quiz¨¢ sea esa dualidad en el poder la que explique, de una parte, el lamentable papel electoral de un FLN que lo ha usufructuado desde la independencia nacional con una rentabilidad popular que le sit¨²a en tercer lugar de las preferencias de voto -por detr¨¢s incluso del reci¨¦n creado frente socialista-, y de otra, el elevado n¨²mero de irregularidades electorales producidas en un sistema en el que el control local, inmediato, corresponde mayoritariamente a los integristas.
El problema, y aqu¨ª surgen las discrepancias en las formaciones pol¨ªticas, es c¨®mo impedir el triunfo de quienes aspiran a dinamitar el sistema sin vulnerar las reglas de la democracia. El FLN, los socialistas, el Gobierno y un sector del Ej¨¦rcito optan por la v¨ªa constitucional, es decir, la que permitir¨¢ aclarar las irregularidades denunciadas. Otras organizaciones m¨¢s radicales u oportunistas -el comunista PAGS y el bereber RCD- pretenden suspender las elecciones, aplazar la segunda vuelta de las legislativas y abrir as¨ª un par¨¦ntesis en la vida pol¨ªtica del pa¨ªs, que permitir¨ªa anular el integrismo con m¨¦todos policiales y dar tiempo a los partidos democr¨¢ticos para que se consoliden y puedan continuar despu¨¦s el camino de las urnas.
Desde un punto de vista estrictamente legal, todas las iniciativas posibles -impugnaciones, recursos, terceras vueltas electorales...- deber¨ªan surgir desde el respeto a las normas establecidas y, por tanto, ser prioritarias. La calle o la tentaci¨®n represiva s¨®lo permitir¨ªan parchear una situaci¨®n grave y, sin duda, radicalizarla a¨²n m¨¢s. El problema est¨¢ en que la fuerza mayoritaria aspira, precisamente, a impedir para siempre jam¨¢s las elecciones democr¨¢ticas.
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