Fonseca
El p¨²blico vallisoletano dio el domingo por cierto que al futbolista Fonseca un defensa le hab¨ªa derribado dentro del ¨¢rea, y pues esa falta grav¨ªsima no fue castigada con la pena capital, le arm¨® al ¨¢rbitro una bronca ¨¦pica. Pero Fonseca es un caballero y, concluida la contienda, declar¨® que no hab¨ªa existido penalti; que sencillamente perdi¨® el equilibrio, y eso era todo.La mayor¨ªa de los aficionados no se habr¨¢n sorprendido demasiado de que no hubiera falta, pues las ca¨ªdas de los futbolistas sin que nadie les empuje son frecuentes en las canchas. M¨¢s habr¨¢ extra?ado la declaraci¨®n de Fonseca, que supone romper con unos h¨¢bitos generalmente admitidos. En la repetici¨®n de jugadas que ofrecen las moviolas no se investiga si el defensa le peg¨® al delantero un hachazo en todo el carn¨¦ de identidad (cosa que ya no ocurre), sino si hubo contacto. Suele haber contacto, en efecto, porque disputando el bal¨®n es inevitable, y acaso consista en una mano que toca el n¨²mero o una bota que peina los vellos de la canilla, lo cual no explica que el jugador rozado salte por los aires dando volteretas como si le hubiera cogido un miura.
Si los contactos produjeran las traum¨¢ticas consecuencias que teatralizan los jugadores, cada vez que a un ciudadano corriente le dieran una palmadita en la espalda, se caer¨ªa muerto. Sin embargo, los p¨²blicos las aceptan sin reservas y consideran l¨®gico que el simple contacto en una jugada genere m¨¢s sangre que el crimen de la calle de los Bordadores.
Por eso un futbolista que se cae y en lugar de Fingir que le han tirado desde la azotea del Palace va y dice que se cay¨® solito rompe sus esquemas. La declaraci¨®n de Fonseca es un rasgo de hidalgu¨ªa que le honra, pero tambi¨¦n una actitud subversiva dif¨ªcil de entender. A lo mejor no se lo perdonan, qui¨¦n sabe.
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