Amanecida bajo una lluvia de huevos
Los trabajadores de la Empresa Municipal de Transportes, lejos de estar inactivos en los d¨ªas de huelga, cumplen una particular jornada. El primer turno de ayer, todav¨ªa de noche, entre las cinco y las ocho de la madrugada, hizo guardia en las cocheras, recorri¨® Madrid de una punta a otra y termin¨® dando una bienvenida a los inspectores que acuden a trabajar digna de los holligans m¨¢s voraces.La Plataforma Sindical cambi¨® ayer su estrategia de los tres primeros d¨ªas de huelga. "?Que el problema son los servicios m¨ªnimos?", arengaba el mi¨¦rcoles Pablo Rodr¨ªgez, l¨ªder de la Plataforma Sindical, a los trabajadores, "pues aqu¨ª tienen los nuestros". Tapados hasta las orejas, antes de las cinco de la madrugada, un centenar de hombres se apostaron en las cocheras de La Elipa y de Fuencarral.
Un miembro del sindicato mayoritario en la EMT afirmaba: "Nosotros lo hemos intentado, pero la empresa no ha querido que hoy haya autobuses en Madrid". Acto seguido, ofrec¨ªa una lista de los itinerarios y el n¨²mero de autobuses que ayer habr¨ªan circulado por Madrid.
"?V¨¢monos para Alc¨¢ntara!" -la sede de las oficinas de la EMT, en el barrio de Salamanca- Segunda tarea de la jornada: medio millar de hombres, algunos embozados y cargados de cartones de huevos y alguna piedra, hacen un encierro, pero de hombres. Es la hora m¨¢s fr¨ªa, la del relente previo a la amanecida.
En la plaza de Manuel Becerra, alrededor de 130 administrativos e inspectores de la EMT se re¨²nen, protegidos por antidisturbios del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, para recorrer la Estafeta -l¨¦ase la calle de Ayala- hasta el n¨²mero 24 de la calle Alc¨¢ntara.
Un inspector de la EMT explica que se sienten muy violentos por esta forma de entrar a trabajar, pero se mantienen firmes en la decisi¨®n de no apoyar la huelga. Primero, porque "no es por un convenio, sino por unos despidos". Y segundo, por el mal trato: "Despu¨¦s de llamarnos cerdos esquiroles e hijos de puta, tu me dir¨¢s".
Hacia las 7.30 de la ma?ana empieza el desfile. Los antidisturbios encabezan la comitiva, filas de hombres cabizbajos, "humillados", seg¨²n dice uno de ellos. Los insultos adjetivan a la palabra esquirol. La tormenta de huevos y alguna moneda arrecia sobre sus cabezas. Aprietan las filas, se agazapan tras los escudos y entran al edificio.
"?Aqu¨ª todo ha terminado, volvemos a nuestras cocheras!", gritan los organizadores. El sol aparece, por fin, detr¨¢s del parque de la Elipa.
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