"Un hombre agraviado cruelmente"
William Styron, novelista norteamericano (La decisi¨®n de Sophie), escribe una carta a Salman Rushdie en la que considera que hay pocos motivos de optimismo sobre el integrismo. A punto de cumplirse los tres a?os de la condena a muerte decretada por Ir¨¢n, el autor de Los versos sat¨¢nicos declar¨® el domingo a la televisi¨®n holandesa: "Rechazo seguir encerrado en una caja. Saldr¨¦ cada vez m¨¢s, aunque sin arriesgarme de forma innecesaria".
Seg¨²n se aproxima el tercer aniversario de la sentencia de Salman Rushdie, se nota una sensaci¨®n de frustraci¨®n e impotencia y uno se ve incapaz de hacer algo m¨¢s que expresar su firme y continua solidaridad con este hombre agraviado cruelmente, junto con la esperanza desesperada de que de alguna forma se ver¨¢ libre del edicto que le ha causado tan incomparable sufrimiento. Se puede ver que hay pocos motivos para sentirse optimista en los recientes acontecimientos de Egipto, donde el novelista Alaa Hamed fue condenado por un tribunal de seguridad a ocho a?os de prisi¨®n por escribir una novela considerada blasfema.Dado que Egipto es un pa¨ªs liberal seg¨²n los est¨¢ndares isl¨¢micos, el mensaje resulta a¨²n m¨¢s siniestro: podr¨ªa parecer que se ha establecido como orden del d¨ªa menor tolerancia con los escritores, especialmente en temas religiosos. Si esta manifestaci¨®n de ortodoxia fundamentalista se limitara s¨®lo al islam, ya resultar¨ªa bastante alarmante, pero tal fanatismo se est¨¢ haciendo sentir en lugares que parecen inveros¨ªmiles, como por ejemplo el basti¨®n de los derechos humanos, Estados Unidos de Am¨¦rica. Los cristianos pueden tener tanta tendencia a las miras estrechas como los musulmanes. Podr¨ªa parecer que cuando se trata de libros sagrados, sean isl¨¢micos o cristianos, los fundamentalistas estrictos son almas gemelas. Si tal intolerancia hace que uno celebre que EE UU no se convirtiera en una teocracia cristiana, tal como Ir¨¢n en una isl¨¢mica, tambi¨¦n supone un recordatorio de que el fanatismo religioso sigue siendo una fuerza poderosa en la vida americana.
Extremistas
Este fanatismo no afecta todav¨ªa a los escritores, al menos a nivel oficial; EE UU sigue siendo quiz¨¢ la naci¨®n m¨¢s libre de la tierra en lo que respecta a escritores y expresiones escritas. Pero los extremistas religiosos ya est¨¢n realizando incursiones desastrosas contra los derechos humanos, y el tema m¨¢s conflictivo es el aborto.
Aunque pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses avanzados han manejado este tema con ¨¦xito, permitiendo el aborto -y esto incluye a pa¨ªses cat¨®licos como Francia e Italia-, en Estados Unidos el tema se ha convertido en un conflicto lleno de odio. El fracaso en resolverlo ha forzado, si no permitido, nuestras leyes y nuestro proceso pol¨ªtico y ha desgarrado la estructura de la sociedad en la que todos los sondeos han indicado que una abrumadora mayor¨ªa de la gente est¨¢ a favor del derecho de la mujer a conseguir un aborto si lo desea. Los obst¨¢culos a tales derechos los han planteado de la forma m¨¢s eficaz no aqu¨¦llos que se oponen al aborto por motivos filos¨®ficos o personales razonables -pero que consideran que el Estado no debe interferir en la decisi¨®n de una mujer-, sino por las fuerzas del fanatismo religioso.
Se podr¨ªan superponer las caras hist¨¦ricas de la gente en las recientes manifestaciones antiabortistas de Wichita, Kansas, sobre las caras de los verdaderos creyentes de Bradford, Inglaterra, que hace varios a?os clamaban por la sangre de Rushdie. Tanto los extremistas isl¨¢micos como los fan¨¢ticos antiabortistas americanos (denominados ir¨®nicamente "pro-vida"), principalmente protestantes fundamentalistas y cat¨®licos de extrema derecha, intentan destruir la vida de un hombre y el derecho de una mujer a dar a luz. Cada grupo reivindicar¨ªa suprimir las libertades -un objetivo fascista-, y no se horrorizar¨ªa ante una violencia intolerable a la sociedad civilizada. Tal fanatismo es ecum¨¦nico, no s¨®lo oriental, y amenaza tambi¨¦n a Occidente.
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