El hombre mejor del barrio

Ha muerto el padre Llanos, el hombre mejor del barrio. La primera vez que fui a verle discurr¨ªa el a?o 1959 y le ped¨ª que escribiera un art¨ªculo para una revista que unos cuantos estudiantes pretend¨ªamos publicar. ?ramos tan clandestinos que la titulamos Aletheia (Verdad), con la esperanza de que la Brigada Pol¨ªtico-Social no supiese griego y no pudiese establecer la sofist¨ªcada y delictiva relaci¨®n de significados. Desde luego los de la social no conoc¨ªan la lengua de Homero, pero s¨ª algo m¨¢s sencillo: que la letra impresa, no controlada, como la de Llanos, era un peligro para el tirano.Luego, cuando los grises un d¨ªa nos dispersaron y nos refugiamos en el Pozo, la tierra m¨¢s libre de aquel Madrid, nos volvimos a encontrar y tratar con asiduidad. Llanos, desde su fe por encima de todo esquema, nos dio cobijo, permitiendo que en la escuela del com¨²n las incipientes cocos asentaran su cuartel general. Escuela entonces de barrio m¨ªsero, que no miserable, en la que una noche helada de la Navidad de 1966, cuando los de la inter de CC OO termin¨¢bamos de conspirar a la luz de unas velas, apareci¨® el bueno de Jos¨¦ Mar¨ªa con una bandeja llena de unos vasos peque?os repletos de cofl¨¢ y una bolsa de mazapanes. "Para que mat¨¦is el fr¨ªo", nos dijo. Pero yo -e imagino que otros tambi¨¦n- comprend¨ª que en el fondo quer¨ªa comulgar con nosotros, aun a sabiendas que la mayor¨ªa de los all¨ª reunidos ¨¦ramos ateos o agn¨®sticos. Pero qu¨¦ m¨¢s daba para comulgar juntos. Y as¨ª lo hicimos en silencio, y esta comuni¨®n ha perdurado hasta su muerte.

M¨¢s tarde, todav¨ªa con la dictadura a cuestas, manifest¨® su deseo de integrarse en CC OO, pues quer¨ªa participar como los dem¨¢s y, "como yo escribo de vez en cuando, quiz¨¢ lo m¨¢s adecuado sea ¨¦sa en la que t¨² est¨¢s, la de Papel, Prensa y Artes Gr¨¢ficas". Y as¨ª es como empez¨® a acudir a nuestras reuniones por diferentes parroquias de Madrid. Llanos no sab¨ªa mucho de cofivenios ni de reglas clandestinas. Pero aportaba algo mucho m¨¢s s¨®lido: daba testimonio cuando tantos se ocultaban; se solidarizaba con los solitarios; estaba, simplemente, con aquellos con los que casi nadie quer¨ªa estar. Cuando lleg¨® la democracia cogi¨® uno de los primeros carn¨¦s de CC OO y el del PCE, al que siempre fue leal a pesar de las angustias. Llanos fue, sin duda, otras muchas cosas m¨¢s, quiz¨¢ mucho m¨¢s importantes, y hasta el final sigui¨® enviando sus cartas, sus tarjetas, que siempre llegaban en el momento preciso, el del desfallecimiento.

Hoy he vuelto al Pozo, a la iglesia, para despedirme del amigo y recordar juntos tantas cosas que han ocurrido en el mundo, en Espa?a y en este barrio entra?able que para muchos de nosotros ser¨¢ siempre el barrio del t¨ªo Llanos, el mejor hombre del barrio.