La emoci¨®n de una d¨¦cada se desvanece en Arco
La desmesura del nuevo ferial de Madrid disminuye la intensidad de la obra de arte
Arco 92 es el fin de todos los diez Arco anteriores. Con ¨¦l se abre desmesuradamente el espacio del nuevo ferial de Madrid y se desvanece buena parte de la emoci¨®n de una d¨¦cada. No se trata s¨®lo del fin del alza en las cotizaciones de cuadros, sino de la confirmaci¨®n de la p¨¦rdida del acontecimiento dentro del recinto. Los tres pabellones, comunicados y di¨¢fanos, que sirven de contenedores a las galer¨ªas funcionan como un hangar donde la atm¨®sfera huele ins¨ªpidamente a f¨¢brica de pasteurizados o a surtido de regalos para empresas. Por fin, Ifema ha logrado, tras unos a?os de mezclar zapatos con restaurantes, juvenalias con moda textil, ordenadores con ibertures, conducir el arte a su realidad actual.
Fr¨ªo, as¨¦ptico, indiferenciado e intercambiable, la oferta de Arco se discurre con la estolidez de una historia sin acontecimiento. Una eterna e incons¨²til moqueta gris de precio bajo transmite su tonalidad desde la planta de los pies a la, mirada. Una exposici¨®n de arte -no importa que se trate de un acontecimiento comercial, o precisamente por eso- deber¨ªa despertar emoci¨®n y curiosidad, promover diversi¨®n, suscitar alg¨²n trastorno, ofrecer al fin una informaci¨®n a trav¨¦s de la experiencia de todo ello. Pr¨¢cticamente nada de esta sustancia se distingue ahora.No todos los pabellones ofrecen el mismo producto, ni son de la misma materia -incluso la galer¨ªa ACA da dos muertos-, pero en el conjunto la obra pict¨®rica o la escultura act¨²an como si lo fueran. Se contemplan unas a otras con la misma ausencia con que anulan la expectativa del visitante. No se trata quiz¨¢ de un problema de calidad en lo expuesto, sino de la tediosa acci¨®n del montaje y la impotencia interior para la sorpresa. El arte ha terminado por conmutarse con el dise?o, y cuando su golpe aparece se encuentra parad¨®jicamente en la sala marginal del V¨ªdeo-Arco, donde, efectivamente, entre manotazos, se est¨¢ produciendo el ¨²nico suceso. Ignoro hasta qu¨¦ punto esta impresi¨®n representa un mensaje sobre la enfermedad de las ¨²ltimas creaciones o es un efecto de los mismos medios. Arco 92 se constituye en todo caso como una muestra del cansancio de las convenciones y de las anticonvenciones, del esfuerzo del autor y del receptor a un tiempo. Pero, de otra parte, trat¨¢ndose de la arquitectura de residencia de una muestra est¨¦tica, ahora, ?qu¨¦ hay de nuevo en la nueva imitaci¨®n de S¨¢enz de O¨ªza con su pabell¨®n circular, sus reminiscencias fosterianas, sus colores posmodernos? ?O qu¨¦ hay de nuevo en los voladizos y largas columnas met¨¢licas de Junquera y P¨¦rez Pita reiterando la f¨®rmula de edificios municipales (?vernaculares?) y su recurso a esa maldita construcci¨®n de ladrillos, ladrillada que inmediatamente se mancha de babas calc¨¢reas en las fachadas?
Lo mejor de todo lo que queda en este Arco son todav¨ªa las regentes de las galer¨ªas. Ese tipo de mujer elegante que se trata el cutis con el mismo cari?o con que cuelga el lienzo, y combina su ropa y su pintura con paralela inteligencia. Ni siquiera han podido con ellas ese grupo de esbirros que, a las azafatas, las han vestido de teresianas en las cajas y de monosabias en informaci¨®n y en las casetas. No cabe juzgar c¨®mo ser¨¢ a su t¨¦rmino el Parque de las Naciones. Probablemente en servicios t¨¦cnicos lleve el camino de convertirse en el primero del mundo. Pero igualmente lleva camino de afirmarse como los de peor gusto. Arco es una prueba que se resiente de ello. Ciertamente, con tanta obra construida ser¨ªa interminable descender a pormenores. Pero rijense sin m¨¢s en el mobiliario con que ha dotado O¨ªza su, otra vez m¨¢s, redondo pabell¨®n pancesco. Y fijense, ya que les coge a mano, en el estilo chocarrero con que los reponsables de Ifema han montado Iberjoya. Una mano mal dotada para tratar con la belleza e incapaz de entender la amenidad puede estar sembrando -y las moquetas jaspeadas son un indicio- un grave porvenir para el bienestar de los sentidos.
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