El terremoto Le Pen
El ultraderechista Frente Nacional franc¨¦s cumple 20 a?os m¨¢s fuerte que nunca
Entrevistado por la cadena de televisi¨®n TF-1, Woody Allen dijo hace unos d¨ªas: "Por supuesto que he o¨ªdo hablar de Le Pen. Ese se?or es una verg¨¹enza para Francia". El pasado a?o, interrogado sobre el renacimiento del nacionalismo alem¨¢n, Helmut Kohl respondi¨®: "Es curioso que ustedes pregunten eso. Seg¨²n tengo entendido, Francia cuenta con la extrema derecha m¨¢s poderosa de la Comunidad Europea". Kohl alud¨ªa al Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen, que este a?o cumple su 20? aniversario.
Si se except¨²an los ecologistas, el FN es la ¨²nica fuerza pol¨ªtica francesa que mejorar¨¢ sus resultados en las elecciones regionales del 22 de marzo. Las primeras encuestas le otorgan un m¨ªnimo del 15% de los votos a escala nacional, y porcentajes mucho m¨¢s altos en numerosos departamentos meridionales. El FN se consolidar¨¢ as¨ª como la tercera fuerza pol¨ªtica de un pa¨ªs de 60 millones de habitantes, que es adem¨¢s uno de los siete m¨¢s ricos del mundo, una potencia nuclear y uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.El FN ha superado el estadio de grup¨²sculo de extrema derecha. En los ¨²ltimos a?os, el partido de Le Pen se ha convertido en un movimiento de 75.000 militantes y 10 esca?os en el Parlamento Europeo, capaz de presentar candidaturas propias en m¨¢s de 400 localidades francesas.
Las gentes de Le Pen son fuertes en todo el pa¨ªs. En la ciudad dormitorio parisiense de Clichysous-Bois son la segunda fuerza local, con el 30% de los votos expresados en la elecci¨®n municipal de marzo de 1990. Entre Niza y Marsella son tan populares que Le Pen aspira a convertirse el pr¨®ximo marzo en el presidente de la regi¨®n Provenza-Alpes-Costa de Azul.
Cuando en 1983 el FN consigui¨® una espectacular victoria en las elecciones municipales de Dreux, los analistas franceses apostaron por el car¨¢cter pasajero del fen¨®meno. Hoy han revisado sus opiniones. "El nacional-populismo no es una novedad en Francia", dice Pascal Perrineau, director del Centro de Estudios de la Vida Pol¨ªtica Francesa.
Este pa¨ªs, recuerda, ha conocido diversas subidas de fiebre nacionalista: el boulaugismo del siglo XIX, las ligas fascistas de los a?os treinta, el petainismo de la II Guerra Mundial, el poujadismo de los cincuenta o la candidatura presidencial en 1965 de Tixier-Vignancourt. Pero la gran novedad representada por el FN estriba, seg¨²n Perrineau, en el hecho de que desde 1983 "esta subida de fiebre no ha descendido, sino todo lo contrario".
Obreros y comerciantes
El FN ha logrado implantarse en la sociedad francesa, ha conseguido unir en un mismo movimiento a la tradicional burgues¨ªa ultraderechista con sectores populares en abierta rebeli¨®n contra el sistema. Es lo que Perrineau llama "la alianza del mundo del comercio y el mundo del taller". Las ¨²ltimas encuestas muestran que los electores de Le Pen suelen ser j¨®venes -entre 18 y 34 a?os- y se reclutan por igual en todos los sectores sociales. El FN es ya el primer partido entre los obreros franceses, delante del socialista y el comunista.El profundo sentimiento de rechazo a la clase pol¨ªtica tradicional expresado en la frase "de derechas o de izquierdas, todos igualmente podridos", es uno de los viveros de Le Pen. En Chaspinhac, una aldea del Alto Loira, una cuarta parte de los electores vota al FN y, sin embargo, el pueblo no cuenta con un solo inmigrante. Investigando ese misterio, el semanario L'Express se encontr¨® con que la gente dec¨ªa que Le Pen les cae simp¨¢tico porque "los politicastros hablan mal de ¨¦l". Al presentarlo en un reciente programa como "el hombre que molesta", TF-1 regal¨® a Le Pen la consigna que andaba buscando.
Como los comunistas de anta?o, los militantes del FN son verdaderos activistas. Pegan carteles, van a todos los m¨ªtines y manifestaciones, defienden con pasi¨®n sus ideas en los despachos y en los caf¨¦s y son capaces de liarse a bofetadas con una compa?¨ªa de fuerzas antidisturbios. El soci¨®logo Alain Touraine piensa que en estos tiempos de "p¨¦rdida de valores-refugio como la Iglesia, la familia o la clase social", la militancia en el FN permite "f¨®rmar parte de un colectivo que da seguridad".
El Frente Nacional es el partido del miedo: miedo a la presencia masiva de extranjeros, a la p¨¦rdida de los valores tradicionales, a la decadencia de Francia como gran potencia, a Alemania, a la construcci¨®n europea, a las incertidumbres de una sociedad liberal y cosmopolita, al sida, a la delincuencia. Le Pen resume todos estos temores en la denuncia de una presencia invasora de inmigrantes ¨¢rabes y africanos en suelo franc¨¦s.
Como acaba de recordar Alain Rollat en Le Monde, fue un franc¨¦s, el conde de Gobineau, el que teoriz¨® en 1853 el racismo. Su libro Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas proclamaba, mucho antes del nacimiento de Adolfo Hitler, la superioridad de la raza blanca. La xenofobia expresada por Le Pen en su panfleto Los franceses, primero, no se nutre de las ideas de Hitler y Mussolini, sino de la tradici¨®n francesa de Charles Maurras o Maurice Barr¨¦s.
El pasado noviembre, el FN se dot¨® de su primer programa concreto sobre la inmigraci¨®n: unas 50 medidas que propugnan una expulsi¨®n masiva de extranjeros y la concesi¨®n a los restantes del estatuto de ciudadanos de segunda categor¨ªa. Lo grave es que este discurso ha contaminado al conjunto de la clase pol¨ªtica francesa. El neogaullista Jacques Chirac habla de los "ruidos y olores insoportables" de los inmigrantes, el centrista Val¨¦ry Giscard d'Estaing propone restablecer el "derecho de sangre", la socialista Edith Cresson sugiere la posibilidad de expulsar a los extranjeros en situaci¨®n ilegal mediante vuelos charters y el tambi¨¦n socialista Phillippe Marchand planea crear campos de internamiento para albergar a los que piden asilo pol¨ªtico.
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