Solventes espect¨¢culos de masas
Una gran exposici¨®n internacional de arte es como una producci¨®n oper¨ªstica o teatral de primera fila, un concierto de superestrellas pop o un gran premio de f¨®rmula 1. Nada puede ser dejado al azar, los costes y riesgos son elevad¨ªsimos y el ¨¦xito de p¨²blico es tan imprescindible como la calidad del espect¨¢culo.Exposiciones como la antol¨®gica de Jos¨¦ de Ribera a punto de abrirse en N¨¢poles y que viajar¨¢ m¨¢s tarde al Prado de Madrid y, en parte, al Metropolitan de Nueva York; la gran retrospectiva de Rembrandt presentada en Berl¨ªn, Amsterdam y Londres o la de Andrea Mantegna que exhibe actual mente la Royal Acaderny of Arts de la capital brit¨¢nica y que mostrar¨¢ tambi¨¦n el Metropolitan neoyorquino son pa rangonables a los espect¨¢culos antes mencionados por el he cho de que cada vez es m¨¢s difi cil que una sola instituci¨®n mu se¨ªstica pueda costearlas o pre pararlas.
Tareas tit¨¢nicas
Localizar cuadros dispersos por el mundo, vencer las reticencias de museos y coleccio nistas para que cedan sus pie zas m¨¢s preciadas (o lograr como en el caso de Mantegna que una obra como Los triunfos de C¨¦sar, perteneciente a la corona brit¨¢nica, salga de su ubicaci¨®n habitual en Hampton Court Palace para ser exhibida por vez primera desde 1659), organizar la complicada e incluso peligrosa log¨ªstica del traslado de las obras -algunas, como la mencionada de Mantegna, son demasiado fr¨¢giles para atravesar el Atl¨¢ntico-, llevar a t¨¦rmino las delicadas restauraciones que suelen requerir algunos cuadros (el Rijksmuseum de Arnsterdam ha restaurado en dos a?os seis piezas capitales de Rembrandt) y financiar las elevad¨ªsimas primas de los seguros son tareas casi tit¨¢nicas. Se imponen la coproducci¨®n, el reparto de riesgos y, cada vez m¨¢s, la b¨²squeda de patrocinadores. Para ¨¦stos (American Express en la exposici¨®n de Rembrandt; Olivetti en la de Mantegna) se trata de una inversi¨®n publicitaria con la ventaja adicional de que ¨¦sta adquiere perfiles de mecenazgo: no es ya reclamo mercantil, sino sutil asociaci¨®n con los halos de obras y genios de prestigio secular.
El espectador, con todo, es el principal beneficiario. Pese a ciertas cr¨ªticas a la masificaci¨®n que implican tales exposiciones, no cabe menospreciar su potencial educativo ni la capacidad de revelaci¨®n, de m¨¢gica iniciaci¨®n al arte que tienen para muchas personas.
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