Guerra en el Golfo
La crisis que estall¨® hace un a?o en el Golfo P¨¦rsico puso seriamente a prueba, por primera vez, las nuevas relaciones que hab¨ªan mantenido en los ¨²ltimos tiempos la URSS y Estados Unidos. Este conflicto plante¨® dos cuestiones fundamentales: ?seremos capaces de resolver las crisis de otra manera, de manera diferente a como se hac¨ªa antes, cuando todo se resolv¨ªa por la fuerza? ?Podr¨ªa nuestra corta amistad superar esta dificil prueba? La cuesti¨®n era el cruel r¨¦gimen de Sadam Husein, quien, sin dudarlo, se hab¨ªa atrevido a invadir Kuwalt, un pa¨ªs ¨¢rabe casi desarmado.El Consejo de Seguridad de la ONU y la opini¨®n p¨²blica de los diferentes pa¨ªses llegaron sin necesidad de largas discusiones a una conclusi¨®n un¨¢nime acerca de esta agresi¨®n. Anteriormente en nuestro pa¨ªs pod¨ªan escucharse voces que dec¨ªan: "Irak es nuestro amigo", y esto tambi¨¦n tenemos que tenerlo en cuenta.
En un principio, los norteamericanos tuvieron la intenci¨®n de responder a la llamada de auxilio de Arabla Saud¨ª, que estaba en peligro. La resoluci¨®n 52 del estatuto de la ONU les otorgaba el derecho a intervenir sin necesidad de pedir autorizaci¨®n al Consejo de Seguridad.
No obstante, los norteamericanos decidieron actuar seg¨²n las reglas de las Naciones Unidas, sometiendo sus movimientos al acuerdo del Consejo de Seguridad. Esto fue un acontecimiento de gran importancia, que nos demostr¨® que hab¨ªa empezado una nueva era y que la colaboraci¨®n era posible incluso en situaciones de crisis. A pesar de las afirmaciones contradictorias de algunas personas de nuestro pa¨ªs, declaramos que est¨¢bamos preparados para colaborar en esta cuesti¨®n con otras naciones, pero desde un principio excluimos la intervenci¨®n de nuestro ej¨¦rcito.
Si no hubi¨¦ramos reaccionado frente a esta agresi¨®n, si no le hubi¨¦ramos prestado la atenci¨®n que requer¨ªa y si hubi¨¦ramos seguido a la espera del desarrollo de los acontecimientos, si no hubi¨¦ramos organizado un frente com¨²n, se habr¨ªa sentado un precedente muy peligroso: una vez m¨¢s, el m¨¢s fuerte podr¨ªa imponer impunemente su voluntad al m¨¢s d¨¦bil. Pero todo el mundo -salvo Libia y la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP)- conden¨® la invasi¨®n de Kuwait. Y ¨¦sa fue la respuesta de la coalici¨®n internacional.
Nuestra posici¨®n fue siempre la de tomar iniciativas y la utilizamos para dar una oportunidad al r¨¦gimen iraqu¨ª de retirarse, liberar Kuwait y, de este modo, resolver el problema sin m¨¢s v¨ªctimas humanas.
Pero el arrogante Sadam Husein pens¨® que el mundo no se atrever¨ªa a emprender acciones decisivas contra ¨¦l y que Irak podr¨ªa salirse con la suya. Fue el propio Sadam quien eligi¨® su destino en este conflicto. La ¨²ltima noche, dos horas antes del comienzo del ataque, de las fuerzas aliadas, mantuve una conversaci¨®n telef¨®nica con el presidente Bush. En ese momento no era: posible detener la m¨¢quina que ya se hab¨ªa puesto en marcha. A pesar de ello, me puse otra vez en contacto con el Gobierno de Irak y exig¨ª una retirada inmediata. No lo consegu¨ª.
Nuestra postura era muy clara: la acci¨®n armada ten¨ªa que llevarse a cabo de acuerdo con las reglas del Consejo de Seguridad y no deb¨ªa convertirse en una guerra total contra Irak y su pueblo. Conseguirlo no fue f¨¢cil. Se dice que dimos este paso llevados por las circunstancias internas de nuestro pa¨ªs. Por supuesto, el Gobierno no puede ignorar a la opini¨®n p¨²blica. Pero en este caso concreto nos gui¨® sobre todo la aspiraci¨®n de resolver el conflicto por medios pol¨ªticos pac¨ªficos.
Posteriormente, algunos reprocharon a Bush que no utilizara toda su potencia militar y que no lograra destruir a Sadam Husein. Tengo que defender al presidente norteamericano. El objetivo del Consejo de Seguridad era la liberaci¨®n de Kuwalt, no la destrucci¨®n de Irak. Esa destrucci¨®n habr¨ªa tenido consecuencias imprevisibles. El presidente Bush era de la misma opini¨®n y, a pesar de todas las presiones, consigui¨® defender su posici¨®n. La decisi¨®n de las Naciones Unidas en este conflicto sienta un precedente extraordinario. Es evidente que en el futuro pueden surgir nuevos conflictos. Pero si el mundo puede reaccionar con la misma firmeza que demostr¨® en el Golfo P¨¦rsico, teniendo en cuenta los intereses de todos los pa¨ªses y de todas las regiones, ser¨¢ posible evitar las causas mismas del conflicto y, progresivamente, el uso de la fuerza armada. Estoy convencido de que hoy ya es posible.
Copyright Derechos mundiales: La Stampa, 1992.
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