La irresistible Mirella Freni
Mirella FreniReal Fundaci¨®n de M¨²sica de C¨¢mara. Concierto oper¨ªstico por Mirella Freni y la Sinf¨®nica de Madrid. Director: M. Galduf. Obras de Verdi, Puccini, Boito, Cilea y Mascagni. Auditorio Nacional. Madrid, 25 de febrero.
Este Madrid de nuestros pecados es bien chocante, como dec¨ªa siempre ?scar Espl¨¢. Pero acaso en m¨²sica lo es todav¨ªa m¨¢s. Vivimos en medio de una verdadera ebullici¨®n de conciertos organizados con arreglo a planes previamente trazados: la ONE, la -RTVE, Iberm¨²sica, C¨¢mara y Polifon¨ªa, universidades, Caja de Madrid, Teatro de la Zarzuela, Madrid Cultural, Ayuntamiento, Comunidad y algunas entidades e instituciones m¨¢s no cesan en su oferta musical a los madrile?os. Sin embargo, de vez en cuando los escopetazos se elevan cual puntos culminantes.
Hace unos d¨ªas fue La nariz, de Shostakovich, en una soberbia versi¨®n, que pas¨® de largo por la capital pero se detuvo en El Escorial y Alcal¨¢ de Henares. Ahora, sin mayor lujo de propaganda, volvi¨® a cantar Mirella Freni, una voz singular y escasamente prodigada en Espa?a.
Se trataba de un concierto -el nombre de recital es inadecuado en una actuaci¨®n con orquesta sinf¨®nica- promovido por la Real Fundaci¨®n de M¨²sica de C¨¢mara -nueva inadecuaci¨®n-, a cargo de la legendaria soprano de M¨¦dena y con la colaboraci¨®n de la Sinf¨®nica de Madrid, dirigida por el titular de la de Valencia, Manuel Galduf, un adicto a las ense?anzas de Markevich. y basta analizar sus gestos para comprobarlo.
Mirella Freni, que debe acercarse, m¨¢s o menos, a los 60 a?os, est¨¢ como siempre estuvo. Su voz fresca, luminosa, de una emotividad fuera de serie, sirve a un arte limpio y alto, a trav¨¦s de una expresividad tan humana que destruye cualquier mitificaci¨®n. La Freni no es una divina, ni una diosa. Es mucho m¨¢s: simplemente, una mujer extraordinaria y una artista de las que entran pocas en el siglo. Ha renovado los supuestos imperantes antes y, con frecuencia, despu¨¦s de ella, en el bel canto, en ese cantar con belleza inusitada y hacerlo, en apariencia, como quien dice buenos d¨ªas.
Entusiasmo sucesivo
De ah¨ª el entusiasmo sucesivo de los grandes ante ella: Beniamino Gigli, que la escuch¨® cuando era poco m¨¢s que una ni?a; Herbert von Karajan, art¨ªfice con Freni de la hist¨®rica Boh¨¨me de 1963, montada por Zefirelli; Carlo Maria Giulini, al que escuch¨¦, con Freni y Berganza, un inolvidable Stabat Mater de Pergolesi; Claudio Abbado, batuta para Sim¨®n Bocanegra; Colin Davis, en Las bodas de F¨ªgaro; Michel Plasson, Fausto, y otra vez Karajan con Carmen, Otelo, Butterfly, Don Carlos y el R¨¦quiem de Verdi. Junto a ellos, juicios tan exigentes como el del premio Nobel Eugenio Montale, quien, con raz¨®n, escribi¨® sobre la voz "bell¨ªsima, firme, segura, que se extiende hasta un resonante do sin dar la impresi¨®n de esfuerzo y cuyos acentos le permiten superar tanto las notas filadas como el juego de la agilidad".
Todas las preferencias y juicios quedaron demostrados en la actuaci¨®n de la Freni, materialmente envuelta en aclamaciones, bien se tratara de Manon Lescaut, bien de Aida o de Mefist¨®feles. Y en La Boh¨¦me, la Butterfly o la afortunada aria de Adriana Lecouvreur, de Cilea.
Devolver los m¨¢ximos matices de pureza a estos pentagramas teatrales, imbuidos por las pasiones l¨ªricas y dram¨¢ticas sin restarles ni un ¨¢pice de emoci¨®n, constituye el triunfo grande de Mirella Freni, siempre la misma y siempre diversa, igual en todos los registros vocales y en todos los estratos del encantamiento. Con Mirella Freni no hay posibilidad de resistencia, y el p¨²blico, en masa e individualmente, queda atrapado por algo que penetra en lo inexplicable, exactamente de lo inefable. Manuel Galduf colabor¨® muy bien -con algo de morosidad- y se hizo aplaudir en media docena de p¨¢ginas oper¨ªsticas orquestales.
Babelia
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