De la boina al turbante
Espa?a, con cuatro emigrantes por cada 100 ciudadanos, fijar¨¢ cupos de inmigrantes en 1993
Pepe ya no va a Alemania. Mohamed viene a Espa?a. ?sta ya no es una tierra de emigrantes, aunque cuatro de cada 100 espa?oles -1.688.524- sigan residiendo fuera. En cambio, la inmigraci¨®n sube como la espuma -525.000 residentes extranjeros-. A partir del a?o que viene, el Gobierno regular¨¢ la llegada de trabajadores extracomunitarios mediante cupos. Sindicatos y partidos apoyan un cierto control y claman por la integraci¨®n. De no aprobarse esta asignatura, el racismo puede acentuarse y servir como bander¨ªn de enganche para movimientos de ultraderecha.
Las calles ya no son s¨®lo blancas y cada vez lo ser¨¢n menos: la inmigraci¨®n -sobre todo magreb¨ª y africana- crece. El proceso de regularizaci¨®n de los extranjeros ilegales est¨¢ a punto de acabar -110.000 han conseguido legalizarse hasta ahora-, pero las entradas clandestinas contin¨²an. "Hay que esperar un gran aumento de inmigrantes, aunque s¨®lo sea por reagrupamiento familiar. La cifra puede multiplicarse por dos o tres en cinco a?os" prev¨¦ el director general de Migraciones, Raimundo Arag¨®n Bomb¨ªn.Aun a sabiendas de que es imposible erradicar la llegada de clandestinos, el Gobierno dise?a medidas nuevas para intentar regular la llegada de mano de obra extracomunitaria. Se trata de evitar flujos masivos y que no puedan ser absorbidos por el mercado laboral. "Estamos trabajando para poner en marcha un sistema de contingentes en 1993. Se negociar¨¢ con los sindicatos y los empresarios", afirma Arag¨®n.
El objetivo es definir una oferta de puestos de trabajo, que los espa?oles no ocupan, en las ¨¢reas de servicio dom¨¦stico, hosteler¨ªa, construcci¨®n y agricultura. En cuanto a la procedencia de quienes vayan a pedir plaza, Arag¨®n matiza: "No se puede discriminar a los inmigrantes por su nacionalidad".
Los partidos nacionales -PSOE, PP, IU y CDS- consideran necesario regular de alguna forma las llegadas, seg¨²n manifestaron a EL PA?S los encargados del tema.- "Si no, ser¨¢ una hecatombe", tercia el secretario de Migraciones de CC OO, Francisco Soriano. "Los trabajadores espa?oles no tienen miedo de los inmigrantes, que ocupan los empleos m¨¢s bajos", a?ade. Con ¨¦l coincide, desde el ¨¢rea de acci¨®n social de UGT, Inmaculada Sim¨®n: "No hay recelos".
Emigrantes sin memoria
Los sindicatos tambi¨¦n apuestan por regular las llegadas y, como los partidos, ven imprescindible favorecer la integraci¨®n social de los inmigrantes. Es la mejor receta para evitar el racismo y la xenofobia, lacras de las que tanto saben los espa?oles de la emigraci¨®n. "Si utiliz¨¢ramos nuestra memoria hist¨®rica como pueblo de emigrantes y exiliados, las cosas ser¨ªan m¨¢s f¨¢ciles" opina el director de programas para inmigrantes de C¨¢ritas Espa?ola, Manuel Herrera.La estampa del espa?ol con boina y maleta de madera rumbo a Europa o dispuesto a hacer las Am¨¦ricas se ha borrado. S¨®lo 6.000 espa?oles -t¨¦cnicos de alta cualificaci¨®n, marineros y familiares- emigran cada a?o con car¨¢cter permanente. Los temporeros se reducen a buen ritmo: 18.000 vendimiadores a Francia en 1991, un 20% menos que el a?o anterior, y 11.000 trabajadores de hosteler¨ªa a Suiza, seg¨²n la Direcci¨®n General de Migraciones.
Mucho han cambiado las cosas en veinte a?os. En 1970, resid¨ªan en Europa 1.193.359 espa?oles, se?alan los datos oficiales. En 1990, se hab¨ªan reducido a 765.147. En Am¨¦rica, se pas¨® de 833.995 residentes a 898.468. El descenso en el sur del continente se pali¨® con el aumento en Centroam¨¦rica y, sobre todo, en Estados Unidos, donde los espa?oles se han multiplicado por tres, 73.735.
De exportar boinas a importar turbantes. Antes s¨®lo ven¨ªan de paso y ahora se quedan. Sin embargo, Espa?a no alcanza, ni de lejos, los niveles de inmigraci¨®n de pa¨ªses como Francia o Alemania, donde el fen¨®meno ha desatado fuertes tensiones sociales.
En el medio mill¨®n actual de residentes extranjeros en Espa?a siguen pesando con gran fuerza los jubilados europeos, establecidos preferentemente en el Mediterr¨¢neo y Canarias. Extranjeros lo son todos, pero no es lo mismo un turista o un inversor residente que un inmigrante en busca de empleo.
Los permisos de trabajo para ciudadanos extranjeros crecen a un ritmo de unos 15.000 por a?o. Magreb¨ªes y, en menor medida, africanos toman el relevo de los latinoamericanos. En los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n ha crecido la presencia de europeos orientales. Los inmigrantes invisibles -menor diferencia racial y mayor afinidad cultural-, -dejan paso a los visibles.
Agarrar el bolso
En la puerta de la Direcci¨®n General de Migraciones -antes Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n- un centenar de extranjeros hacen cola para regularizarse. Hay m¨¢s deseos de ganarse la vida que de quejarse. "Esto es mejor que Francia. Aqu¨ª s¨®lo hay un poco de racismo asegura el marroqu¨ª Serhani Yabya, de 22 a?os. El polaco Marek es rotundo: "No he notado racismo hacia m¨ª". "Existe, pero bastante escondido. En el metro he visto que las mujeres agarraban su bolso al verme" puntualiza Gerardo Villela. Este psic¨®logo peruano cree que el problema es dif¨ªcil de resolver: "Empieza por ustedes mismos, con sus revanchas regionales".Tampoco se puede olvidar el problema con los gitanos. "Yo s¨ª veo que hay algunos que me miran mal, pero quiz¨¢ es porque no est¨¢n acostumbrados a vernos", concluye el ghan¨¦s Kusi Gyamfi.
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