Un se?or con un trapo
Litri tore¨® como si el toreo no se hubiera inventado. Litri era un se?or con un trapo. Litri manejaba capotes de flamante apresto y muletas impecablemente armadas, pero, por ¨¦l, como si le hubieran puesto en las manos el trapo de fregar. Ven¨ªa el toro, y le pegaba un trapazo. Ven¨ªa cien veces el toro y le pegaba cien trapazos. As¨ª hizo Litri para recibir de capa a sus toros, as¨ª para fustigarlos de muleta, y la verdad es que, otras veces, en esta plaza, eso mismo le val¨ªa triunfos apote¨®sicos. Cuanto peor toreaba Litri, m¨¢s estruendosos eran los ol¨¦s que recib¨ªa.Las modas cambian, sin embargo, los p¨²blicos se cansan, ayer no le aclamaban el trapaceo, y hubo Litri de a?adir una raci¨®n de tremendismo. La a?adi¨® al final de su segunda faena. Consisti¨® en citar mirando al tendido, pegar manoletinas, pegar molinetes tir¨¢ndose de rodillas (despu¨¦s de que hubiera pasado el toro y a buena distancia de su animalidad, por cierto), arrojar lejos los trastos y volverse a arrodillar... Una explosi¨®n de j¨²bilo provoc¨® aquello. No por el toreo, naturalmente, sino por la desconcatenaci¨®n de los exorcismos. El p¨²blico dio por seguro que Litri ?se quer¨ªa suicidar!
Aldeanueva / Mu?oz, Espartaco, Litri
Cuatro toros de Atanasio Fern¨¢ndez (21 fue devuelto por impresentable e inv¨¢lido), en general bien presentados, flojos y encastados. 5? de Aguirre Fern¨¢ndez Cobaleda, cornal¨®n aunque anovillado, inv¨¢lido y pastue?o. Sobrero de Pe?ajara, sin trap¨ªo, inv¨¢lido y noble. Los toros anunciados de Aldeanueva, no se lidiaron.Emilio Mu?oz: estocada corta baja (oreja); estocada corta (oreja, petici¨®n de otra y dos vueltas al ruedo); sali¨® a hombros. Espartaco: dos pinchazos -aviso-, pinchazo hondo, rueda de peones y descabello (ovaci¨®n y saludos); bajonazo (oreja protestad¨ªsima y ha de interrumpir la vuelta al ruedo a poco de iniciarla). Litri: pinchazo hondo bajo -primer aviso-, rueda de peones, intentos de parar al toro para descabellarlo -segundo aviso-, descabello y el toro se acuesta (algunas palmas); pinchazo, estocada atravesada que asoma y rueda de peones (oreja). Plaza de Valencia, 18 de marzo. Sexta corrida fallera. Lleno.
Un intento de suicidio en el Viaducto, por ejemplo, suscita compasi¨®n y las buenas gentes intentan impedirlo. No saben cu¨¢l es la raz¨®n que induce al suicida a tirarse por el Viaducto, mas intuyen que ser¨¢ la angustia vital, la ruina econ¨®mica, el gol que el Logro?¨¦s le meti¨® al Madrid; algo indiscutiblemente trascendental, tr¨¢gico e insoportable, al fin. Pero cuando un torero en la plenitud de la vida, con finca de regad¨ªo donde guardarse y una legi¨®n de admiradoras esper¨¢ndole en el hotel, hace as¨ª en el ruedo, y dice que se va a suicidar, las buenas gentes entienden que se est¨¢ ofreciendo en holocausto s¨®lo para darles gusto y compensarles del dineral que se gast¨® en la entrada. Y entonces les invade la emoci¨®n y entran en franco delirio. Es lo que ocurri¨® en Valencia. Y el exaltado p¨²blico, que ni vio el mandoble con que Litri atraves¨® al inocente toro -o, si lo vio, le dio igual-, quer¨ªa regalarle las orejas, el propio toro, el Micalet, cuanto fuera menester.
Espartaco hizo otro tipo de toreo, menos r¨²stico. La verdad es que meti¨® pico a mansalva, se pas¨® las faenas corriendo para no ligar las suertes, la mec¨¢nica sucesi¨®n de pases que dio eran de una desesperante monoton¨ªa. Ver torear a Espartaco fue (mal comparado) como leer la gu¨ªa de tel¨¦fonos.
Emilio Mu?oz, en cambio, hizo el toreo. No el r¨²stico ni el modernista: el de siempre. Emilio Mu?oz, ayer y casi siempre a lo largo de su carrera, torea con ortodoxia, emplea un amplio repertorio de suertes, es bullidor y valiente. No obstante, todo eso, sustantivamente bueno, lo interpreta con unas crispaciones y unas prisas que malogran la armon¨ªa consustancial al arte de torear. De cualquier forma el p¨²blico le premi¨® con largueza, y hubiera sido el triunfador indiscutible de la tarde de no haber irrumpido despu¨¦s un se?or con un trapo y trazas de que se iba a tirar por el Viaducto. Y ese, se?or se gan¨® los corazones de la gente; qu¨¦ le vamos a hacer.
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