Ligera ventaja de los laboristas brit¨¢nicos sobre los conservadores, seg¨²n las encuestas
Los conservadores brit¨¢nicos, John Major el primero, empezaron a pregonar ayer que no creen en las encuestas: se?al inequ¨ªvoca de que les son adversas. Las dos ¨²ltimas otorgan una ventaja de cinco puntos a los laboristas, suficientes para obtener la mayor¨ªa absoluta.
Falta mucha campa?a y, en las casas de apuestas -el indicador m¨¢s realista-, ambos partidos siguen empatados. Pero los laboristas empiezan a creer en la victoria, y se les nota, mientras los conservadores ya no est¨¢n seguros de ganar, y se les nota tambi¨¦n.Los dos grandes partidos presentaron ayer, casi simult¨¢neamente, sus manifiestos electorales. El laborista, titulado Es hora deponer Gran Breta?a en marcha otra vez, confirma la l¨ªnea de moderaci¨®n impuesta por Neil Kinnock en los ¨²ltimos a?os: ya no se aboga por la nacionalizaci¨®n de las compa?¨ªas privatizadas por Margaret Thatcher ni se propugna el desarme nuclear del Reino Unido.
El manifiesto conservador, El mejor futuro para Gran Breta?a, demuestra tambi¨¦n que en estas elecciones no hay sitio para el radicalismo: se sustituye la proyectada privatizaci¨®n de los ferrocarriles por una t¨ªmida introducci¨®n de franquicias privadas, y se hace hincapi¨¦ en la mejora de los servicios p¨²blicos, desde la sanidad a la educaci¨®n pasando por el transporte, todos ellos penosamente degradados durante la d¨¦cada thatcherista.
Semejanzas y diferencias
Los dos manifiestos guardan muchas semejanzas y dos grandes diferencias. La primera est¨¢ en los impuestos. Los conservadores prometen reducirlos para todo el mundo. Los laboristas, en cambio, los suprimen para los salarlos m¨¢s bajos y los elevan progresivamente hasta el 50% para los salarlos superiores a los 7,2 millones anuales.Los laboristas claman, con cierta l¨®gica, que la renovaci¨®n de los servicios e infraestructuras requiere una enorme inversi¨®n p¨²blica y, por tanto, m¨¢s impuestos. Los conservadores siguen apostando por la "libertad de elegir, porque los ciudadanos saben mejor que el Estado en qu¨¦ hay que gastar el dinero", en palabras de Major.
La otra diferencia est¨¢ en la reforma constitucional. Los laboristas quieren la autonom¨ªa para Escocia y Gales, a la que se oponen por completo los conservadores. En esta cuesti¨®n, las encuestas est¨¢n a favor de los laboristas. No s¨®lo los escoceses y los galeses se muestran a favor de la llamada devoluci¨®n; tambi¨¦n la mayor¨ªa de los ingleses piensa que tendr¨ªa ven tajas. Al menos, la de reducir el claro exceso de representantes escoceses en el Parlamento de Westminster.
Pero la cuesti¨®n central de la campa?a sigue siendo la econom¨ªa. Lo que m¨¢s preocupa al electorado es la recesi¨®n, que destruye un puesto de trabajo cada tres segundos y dos centenares de peque?os negocios cada d¨ªa. Y la historia demuestra que las crisis son muy propicias, electoralmente hablando, para los laboristas. Los datos aparecidos esta semana sobre la producci¨®n industrial en enero, que revelan una fuerte ca¨ªda del 0,7%, han sido agua de mayo para Kinnock y granizada para Major.
Los apuros del l¨ªder conservador se repetir¨¢n dentro de unos d¨ªas, cuando se conozcan los indicadores sobre desempleo, previsiblemente muy negativos. Otro indicador, el de actividad comercial, mostr¨® ayer un leve incremento y concedi¨® un respiro a los conservadores, que agitan con creciente insistencia el espantajo del ¨²ltimo Gobierno laborista, entre 1974 y 1979, "la ¨¦poca de las huelgas, los piquetes y las tiendas cerradas", seg¨²n evoc¨® ayer sombr¨ªamente John Major.
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