Ni?os con s¨ªndrome de Down
Ser padre de un ni?o con s¨ªndrome de Down supone, entre otras muchas cosas, preocuparse por la integraci¨®n de este hijo a todos los niveles posibles en el seno de nuestra sociedad. Se trata de un derecho y de un deber que est¨¢n por encima de cualquier estado de ¨¢nimo personal; los padres que, como nosotros, tienen este problema en casa saben muy bien que lamentarse no conduce a nada, que autoinculparse es un error, porque uno de cada 500 ni?os nacen con esta alteraci¨®n sin responsabilidad alguna de quienes lo engendramos. En realidad nuestra preocupaci¨®n, nuestro tiempo y nuestro esfuerzo deben encaminarse a luchar sin tregua, desde el principio, para que este ni?o distinto a sus hermanos, primos e hijos de los amigos deje de ser el patito feo entre ellos y el motivo de compasi¨®n para cuantos nos rodean.Sin embargo, existe un escollo m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito familiar, una especie de castillo kafkiano representado por los organismos competentes, que no siempre ponen los medios necesarios para la educaci¨®n e integraci¨®n de estos ni?os. Y lo que todav¨ªa nos duele m¨¢s es que en la tele y en los dem¨¢s medios de comunicaci¨®n pretenden aparentar lo contrario.
Es de extrema importancia que la integraci¨®n de los ni?os afectados por el s¨ªndrome de Down se inicie lo antes posible. En nuestro caso, Mario (dos a?os y medio) ya deber¨ªa estar asistiendo desde principio de curso a una guarder¨ªa del Instituto Andaluz de Asistencia Social (IASS) en Antequera. Por ello, lo solicitamos en el momento oportuno siguiendo las prescripciones de los psic¨®logos y pedagogos del Centro de Estimulaci¨®n Precoz de Antequera.
El plan previsto era el siguiente: Mario asistir¨ªa a la guarder¨ªa Virgen de la Milagrosa, de Antequera, contigua al citado Centro de Estimulaci¨®n, para comenzar su integraci¨®n con otros ni?os. Pero cu¨¢l no ser¨ªa nuestra sorpresa cuando nos comunicaron que Mario estaba en "la lista de espera" de la guarder¨ªa. Me dirijo entonces a la gerencia del IASS en M¨¢laga y all¨ª me informan que, seg¨²n el baremo aplicado, Mario no tiene suficiente puntuaci¨®n para entrar en la guarder¨ªa.
El baremo cuantifica una serie de variables que, para el caso de ni?os normales cuyos padres trabajan, pueden ser m¨¢s o menos l¨®gicas, pero en ning¨²n caso se justifica que a Mario le hayan aplicado el mismo baremo, sin tener en cuenta sus necesidades urgentes de integraci¨®n y educaci¨®n.
Ante esta situaci¨®n, la ¨²nica salida que nos ofrece el IASS es la presentaci¨®n de un recurso de alzada, paso que dimos en el mes de julio pasado, obteniendo hasta la fecha el silencio por respuesta. Nos cuestionamos si para resolver este recurso tal vez el IASS no encuentre argumentos, pero de lo que estamos seguros es de la falta de conciencia de los responsables del IASS. Mario tiene derecho a estar en la guarder¨ªa; desde julio han pasado ocho meses, y seis desde que comenz¨® el curso, y Mario sigue en casa.
De verdad que preferir¨ªa un mongolismo con esperanza que un s¨ªndrome de Down en las garras del silencio administrativo. Espero que quienes son padres me entiendan y que alguien pueda ayudarme con la urgencia requerida por las circunstancias que rodean el problema de Mario, mi hijo, oficialmente condenado a su destino.-
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