El cero
El para¨ªso es el cero: una burbuja de aire que recorre la l¨ªnea del diafragma por debajo de la ansiedad del coraz¨®n. Cuando el cero se detiene en el centro exacto de la plomada sobre la boca del est¨®mago, la armon¨ªa se instala alrededor, la ansiedad deja de cabalgar. Entonces el cuerpo y la mente est¨¢n en un mismo plano que se va alargando hasta perderse en la naturaleza, y muy pronto el iniciado, con una sonrisa de arroz con leche en los labios, comienza a escuchar en el horizonte un sonido de monos, prerrogativa de los seres felices. Mientras todo el mundo va hoy con una bolsa de basura en la mano buscando en la vida de los dem¨¢s un vertedero donde echarla, es una suerte tener un cero en mitad del diafragma para absorber la miseria que a uno le rodea. S¨®lo los sabios consiguen que toda la luz del d¨ªa traspase ese sumidero como un diamante, y algunos a ese duro destello lo llaman inteligencia, cuya primera virtud consiste en atraer las part¨ªculas negativas, los elementos infames, hasta fundirlos en el vac¨ªo con la luz. La gente en la calle no hace sino intercambiarse bolsas con los propios desperdicios: te cuentan un nuevo esc¨¢ndalo del Gobierno, otro desfalco en las finanzas, una operaci¨®n de pr¨®stata, una muerte inesperada, una quiebra econ¨®mica, cualquier peligro inminente. Siempre hay alguien que te para en la esquina o te asalta en el bar s¨®lo para revelarte su desgracia. Enseguida percibes que el otro se aligera de la carga, la deposita dentro de ti y, convertido en un basurero ps¨ªquico lleno de desechos, sigues tu camino sin lograr transfer¨ªrselos a nadie. F¨¢cilmente puedes morir envenenado, ya que la mente no tiene capacidad para neutralizar tantos males, pero si el cero se halla bien equilibrado en la boca de tu est¨®mago, por su interior van pasando los despojos de la vida hasta ser aniquilados por el vac¨ªo sin que tu mente se altere. Ese cero es el para¨ªso, aunque tal armon¨ªa no carece de peligro, porque estar contento, parecer feliz, sonre¨ªr con una dulzura de arroz con leche, es hoy lo m¨¢s corrosivo.
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