Los l¨ªm¨ªtes de la raz¨®n
Una penosa enfermedad f¨ªsica y espiritual hab¨ªa silenciado la voz de Hayek hac¨ªa varios a?os. Su muerte priva definitivamente a este siglo de uno de sus pensadores m¨¢s certeros e influyentes, pues supo ir a contracorriente y tuvo la satisfacci¨®n de ver vindicadas muchas de sus ideas.Naci¨® en Viena el 8 de mayo de 1899, oficial artillero durante la Primera Guerra Mundial, obtuvo luego en la Universidad de Viena sendos doctorados en Derecho y Ciencia Pol¨ªtica. Pas¨® un a?o en Nueva York, donde aprendi¨® a hablar y escribir el hermoso ingl¨¦s germanizado de los grandes vieneses. Vuelto a Viena, pudo acudir all¨ª al famoso seminario de Ludwig von Mises y fue el primer director del Instituto Austriaco del Ciclo Econ¨®mico.
En 1931 acept¨® una invitaci¨®n de Lionel Robbins para acudir a la London School of Economics: esto le abri¨® las puertas del mundo econ¨®mico anglosaj¨®n. Ocup¨® en Londres la c¨¢tedra Thomas Tooke de econom¨ªa y particip¨® en todas las controversias macroecon¨®micas y pol¨ªticas de aquellos a?os seminales: destacan las que mantuvo con Keynes, y las que le enfrentaron con los defensores de la planificaci¨®n y el Estado-providencia. Su primer gran ¨¦xito editorial, Camino de servidumbre (1944), subray¨® los peligros desp¨®ticos de la socialdemocracia, que tan evidentes son hoy. Conserv¨® su ciudadan¨ªa brit¨¢nica hasta su muerte.
En 1950 march¨® a la Universidad de Chicago y all¨ª su inter¨¦s se desplaz¨® hacia la filosof¨ªa del derecho. De esa ¨¦poca es la primera muestra de su preocupaci¨®n por la reforma del orden democr¨¢tico, plasmada en su tratado La constituci¨®n de la libertad (1960).
En 1962 volvi¨® a Europa. Ense?¨® en las universidades de Friburgo, en Alemania, y Salzburgo, en Austria. En 1974 fue galardonado con el Premio Nobel y en 1979 vino a Espa?a, que hab¨ªa visitado primeramente en 1940, con motivo de la reuni¨®n de la Mont Pelerin Society, ante quien destac¨® la relaci¨®n de la teor¨ªa econ¨®mica del mercado libre con el pensamiento de los doctores de la Escuela de Salamanca. Ha fallecido en Friburgo tras m¨¢s de 60 a?os de magisterio.
Hoy se olvida a menudo su contribuci¨®n a la ciencia econ¨®mica. En el campo monetario, supo ligar la teor¨ªa del dinero a la de las depresiones y expansiones econ¨®micas. Su libro Precios y producci¨®n (1931) es criticado por Keynes en la Teor¨ªa general. La realidad ha dado la raz¨®n a esa voz entonces solitaria. En los ¨²ltimos 15 a?os su pensamiento monetario se ha ampliado con la propuesta de desnacionalizar el dinero: en 1976 ello produjo hilaridad, hoy se estudian sus f¨®rmulas para consolidar la moneda de los pa¨ªses de la CEI.
Tambi¨¦n mostr¨® presciencia en las discusiones sobre la planificaci¨®n. Lange y Barone hab¨ªan sostenido la posibilidad de imitar y mejorar el mercado a trav¨¦s de un ministerio de la producci¨®n. Hayek, junto con Mises y Robbins, en su Planificaci¨®n econ¨®mica colectivista (1935), subray¨® las limitaciones del planificador, una lecci¨®n que los colectivistas no han aprendido hasta la ca¨ªda del muro del Berl¨ªn.
En el campo jur¨ªdico destacan los tres vol¨²menes de su obra Derecho, legislaci¨®n y libertad (1973-1979), en los que subraya los l¨ªmites de la manipulaci¨®n de la sociedad por los ingenieros sociales modernos. La libertad periclita cuando los legisladores olvidan las bases no escritas y no racionales del orden social.
Quiz¨¢ su mayor contribuci¨®n al equilibrio mental de este fin de siglo haya sido a la filosof¨ªa del individuo y del conocimiento. Partiendo de una visi¨®n darwinista de la raz¨®n y de la sociedad, ha subrayado Hayek que son tres y no dos las fuentes del sistema de valores del hombre civilizado: al instinto y la raz¨®n hay que a?adir el acervo de instituciones creadas por el hombre sin planearlo ni pretenderlo. La raz¨®n misma y los h¨¢bitos de discusi¨®n razonable son uno de los productos no queridos de la historia de la humanidad.
Por la maestr¨ªa con la que analiz¨® problemas fundamentales de la econom¨ªa, la pol¨ªtica, el derecho y la filosof¨ªa, se acerc¨® Hayek a los grandes pensadores escoceses del siglo XVIII, David Hume y Adam Smith, con quienes le un¨ªan profundas afinidades.
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