El final de la huelga de limpiadores devuelve al metro y a Barajas su aspecto habitual
Dos ni?os se deslizaban el jueves con sus carros de equipaje por un vest¨ªbulo del aeropuerto. Dos d¨ªas antes, sus improvisados veh¨ªculos no hubieran podido desplazarse sin esquivar papeles, envases y otros residuos acumulados en las 23 jornadas de huelga de limpieza. El aspecto del aeropuerto ha cambiado de forma radical desde, que el mi¨¦rcoles por la noche los trabajadores suspendieran cautelarmente la huelga. La higiene de la red del metro se va restableciendo tambi¨¦n, pero con mayor lentitud, y la vuelta al trabajo de los limpiadores les enfrenta nuevamente con sus problemas cotidianos, como que se utilicen las mismas herramientas de hace un siglo y que se trate de un oficio duro e ingrato.
En la ma?ana del jueves, algunos andenes segu¨ªan llenos de basura, y el paso de las escobas y los cepillos ha dejado un halo polvoriento en todo el suburbano. La entrada a las bocas de metro ofrecen ya una imagen diferente a la de hace s¨®lo dos d¨ªas. De algunas estaciones se han retirado ya todos los residuos. En otras se alternan los andenes limpios con los sucios. Los trabajadores ejecutan sus tareas normales. Los empleados de Urbaser, una de las concesionarias de limpieza del metro, solicitaron un extra de 25.000 pesetas por quitar toda la porquer¨ªa acumulada, pero ante la negativa de la empresa realizan sus labores al ritmo habitual. Las vacaciones de Semana Santa han reducido, adem¨¢s, el n¨²mero de trabajadores disponibles.En Tirso de Molina, donde llegaron a aparecer ratones en la cabina del vest¨ªbulo, la encargada de la taquilla se alegra de la vuelta de los limpiadores. "Lo que hace falta ahora es que ellos consigan sus objetivos, porque es verdad que cobran muy poco", afirma.
Un oficio desolador
La vuelta al trabajo y a la dureza del oficio la vivieron algunos ya en la noche del mi¨¦rcoles. Unos 40 hombres se cambiaban de ropa a las 23.30 en un cuartucho que la compa?¨ªa del metro tiene a su disposici¨®n en la estaci¨®n de Goya para entrar en faena. La ventilaci¨®n brilla por su ausencia en esta estancia, de unos 70 metros cuadrados y de baja altura. Disponen de unas letrinas cochambrosas: "Est¨¢n denunciadas en la Direcci¨®n de Trabajo, pero como si nada", se?ala Juan Antonio, uno de los empleados. No hay duchas, s¨®lo un urinario y tres pilas a ras de suelo con grifos oxidados.
"Pedimos disculpas al pueblo de Madrid", dice Francisco M¨¦ndez, "nuestro ¨¢nimo era quitar la suciedad lo antes posible". Pero los limpiadores no est¨¢n dispuestos a trabajar a destajo a cambio de nada..
"?Limpiar en condiciones? No se puede hacer jam¨¢s", se?ala rotundo Francisco Mu?oz. Salvo porque los pelos de las escobas no son los de material vegetal de los escobones de anta?o, el metro se limpia como cuando se fund¨®, a principios de siglo. El material se compone de cepillos de 20 cent¨ªmetros de ancho, un cogedor de pl¨¢stico "como los de casa" y bolsas de basura dom¨¦sticas. No hay maquinaria. "Es desolador verte solo, de madrugada, en una gran estaci¨®n", se?ala Alfonso Rueda, que a?ade: "A veces s¨®lo da tiempo a limpiar las cabinas de los jefes de estaci¨®n, a retirar la basura de las papeleras y barrer un poco".
En Barajas, los viajeros iban y ven¨ªan en un ambiente de normalidad. Eso s¨ª, para beber o comer algo, el ¨²nico recurso eran las m¨¢quinas expendedoras, debido a la huelga de hosteler¨ªa. Dos limpiadoras aseaban los ba?os. "Hasta dentro de una semana no tendremos esto a punto", comentaba una de ellas. "En la noche del mi¨¦rcoles s¨®lo se quit¨® lo m¨¢s gordo", aseguraron.
Las reacciones de los pasajeros durante estos d¨ªas de huelga han sido variopintas. "Algunos hoy nos han preguntado que qu¨¦ tal las cosas", dec¨ªa una operaria. "Otros nos ve¨ªan que recog¨ªamos botellas de un mont¨®n de residuos, pero que no barr¨ªamos, y comentaban: "Pero qu¨¦ guarras son. Mira, dejan ah¨ª toda la mierda".Los colegios del sur, sin embargo, no empezar¨¢n a limpiarse hasta el pr¨®ximo lunes, informa Luis Fernando Dur¨¢n. Algunos centros, como la casa de la cultura de M¨®stoles o las dependencias policiales de Fuenlabrada ya se han empezado a limpiar. En unos grandes almacenes de Alcorc¨®n, y a pesar del acuerdo de volver al trabajo hubo batalla de carros de la compra la noche del pasado mi¨¦rcoles entre un piquete informativo y el encargado y algunas empleadas de los mismos.
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